Si las cúpulas podridas lo hicieron, entonces podemos hacerlo
Mi amigo Díaz Rangel (a quien felicito, con el peso de tantos y tan largos años de amistad, por el premio nacional de periodismo) ha expresado un criterio del cual no puedo sino disentir cordialmente. Ha dicho que durante la Cuarta tres personas (Wuytack, Yallop y Ceresole) fueron expulsadas del país, por entrometerse en política interna, sin que nadie protestara. No sé si Eleazar percibe claramente que esta es una excelente coartada para justificar los atropellos del presente. Si en el pasado hubo expulsiones ilegales que nadie protestó, eso cohonestaría las expulsiones (caso de que se produzcan) ahora. Esto recuerda el chiste antisoviético de hace años. Un gringo que se quejaba del retraso del metro moscovita, se vio interpelado por un ruso: «Es verdad, pero ustedes linchan a los negros». O sea, pues, que cualquier atropello, ilegalidad o arbitrariedad pueden ser cometidos con tal que los adecos y los copeyanos hayan realizado uno igual. Fenómeno. Además, Díaz Rangel se equivoca: en ninguna democracia a secas (sin apellidos) son castigadas las opiniones.