Si no estás conmigo te quito el CLAP y el gas, por Rafael A. Sanabria M.

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“En la medida en que la independencia de la necesidad,
sustancia concreta de toda libertad,
se convierte en una posibilidad real
las libertades pierden su contenido previo”
Herbert Marcuse / El hombre unidimensional
Arrecia el chantaje de los oficialistas para que el pueblo humilde no le dé otro rumbo a la democracia. Y es el pueblo llano quien paga los platos rotos. Muchos temen que se cumplan las amenazas (encubiertas o descaradas) de que perderán los bonos monetarios, bolsa CLAP de alimentos y gas. Se ha comprobado que esa entrega de “beneficios” no es para ayudar sino para controlar rígidamente la conciencia de la gente.
A la gente humilde se le dice que se le quitará la bolsa, que no le venderán gas, que perderá los bonos o cualquier otro. Es un vulgar chantaje. Eso no es de revolución ni de democracia. Eso es propio de delincuentes en un Estado delincuente (y complaciente con los delincuentes).
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La gente debe tener el derecho a elegir cual es la ruta a transitar, basta de seguir bajando la cabeza antes unos personeros que actúan como deshumanizados caporales. En el interior del país, especialmente en las zonas más pobres, la gente sigue oprimida física y mentalmente a través de la necesidad. No es que no deseen el cambio, sino que tienen que colocar en un plato de la balanza lo muy poco pero indispensable que reciben en el día a día, y en el otro plato la esperanza en un nuevo amanecer, que podría resultar mera utopía.
De qué diálogo se habla a nivel nacional, ese que tanto se vocifera desde la presidencia, esa paz que tanto se pregona cual letanía, si sus súbditos, desde los caporales del municipio hasta los jefes de calle arremeten para atropellar a los más indefensos, que hacen de tripas corazón para sustentar a su familia. ¿Será amor y paz? ¿O será ignominia y afrenta? Ya mucha gente se ha quitado las vendas.
El pueblo venezolano está desesperado y busca salir como sea de este atolladero. Sin ser adivino puedo asegurar que se avecina un castigo para el opresor, que ha tenido una brutal conducta que humilla, ultraja y golpea la integridad del ser humano.
Hace una década, algunos opositores confrontaban a personas chavistas diciéndoles que “el gobierno no te ha dado nada”, argumento insensato porque en verdad les había proporcionado a muchos un invalorable sentido de dignidad (hoy desaparecido de discurso y de hecho) que lo retribuían en votos muy fieles. Ahora, con el humillante regateo de la bolsa y los bonos, esa confrontación de beneficio material versus dignidad cobra mayor dureza. Más aun si el beneficio es un bien indispensable o de sobrevivencia.
Cerca de mi ruta diaria, un caso me llama la atención: M, una joven humilde echada pa’lante y que como muchas mujeres de Venezuela hace de todo lo honrado para criar a sus cuatro hijos. Seducida inocente e infantilmente por la apariencia de un candidato, se fue riendo, sin pensar en política, detrás de la marcha de un candidato opositor como si de una fiesta se tratase. Posteriormente la jefa de calle le notificó que se le había quitado el beneficio de la bolsa CLAP y del Gas Comunal. ¿Será que la jefa de calle y el alcalde pensaron en los hijos de esta mujer de la patria?
Reprimiéndola, chantajeándola, sin querer le dieron la libertad. Ahora ella y sus vecinos sacaron cuentas y vieron que no dependen de la bolsa de alimentos CLAP. Porque la bolsa llega cada tres meses, a lo sumo dos, con un contenido inconstante, siempre abundante de carbohidratos y carente de proteínas (cada seis meses le trae dos pequeñas latas de sardinas). Leche nunca, un kilo de sal siempre. Aceite no, frijolitos chinos hasta vomitarlos. ¿Acaso esos niños muy pobres pero sanos e inteligentes están bien debido a la desnutridora bolsa CLAP o será por una madre perseverante y vecinos solidarios?
Repentinamente todo un sector de habitantes fue conducido a repensar qué tan dependientes de los bonos son, en lo material. Se han dado cuenta que ellos no dependen del CLAP, en cambio muchos altos personeros sí comen del Clap.
También por el CLAP beben, se visten y pagan los repuestos de la gran camioneta que están carísimos. Son los del gobierno quienes dependen del CLAP y del Gas Comunal, no el pueblo. Tanto para el propio beneficio como para manipulación política, el CLAP, se ha descubierto, es una espada de cartón.
En el alborozo de este descubrimiento M y sus vecinos deben salir a votar por quienes ellos quieran, contra quienes quieran, sin el ominoso bozal de arepa.
Este es un tiempo para ser más inteligentes, para descubrir nuestras posibilidades reales, para desechar el chantaje y ganar la libertad, siempre a través del voto.
La fuerza indetenible y contundente de un pueblo es el voto. Venzamos las sombras. Fomentemos el voto.
Rafael Antonio Sanabria Martínez es profesor. Cronista de El Consejo (Aragua).
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