Silencio vergonzoso, por Simón Boccanegra
Ayer una joven activista de derechos humamos, que protestaba ante la embajada de Estados Unidos, soltó una dolida y amarga verdad: “Es triste que el hecho de que Chávez condene la guerra motive a mucha gente a guardar silencio. Los venezolanos nos negamos a coincidir incluso en un tema tan sensible”. Si, es triste.
Cuando en la humanidad entera se levantan gritos de horror y de condena ante la barbarie de que es víctima el pueblo iraquí, el silencio de muchos políticos e intelectuales venezolanos es desconcertante. Esa guerra es indefendible. Bush se colocó al margen de la legalidad internacional. Pasó por encima de la ONU y de la opinión pública mundial. La matanza que tiene lugar en Irak es espantosa. El argumento de que se trata de librar al mundo de un tirano como Hussein es insostenible.
Por miserable que este sea, nada justifica salir de él destruyendo al país y matando al pueblo al cual tanto ha hecho sufrir. Las famosas armas de destrucción masiva no aparecen por ninguna parte. El objetivo petrolero ya ni siquiera se disimula. Sin embargo, bastó que Chávez condenara la guerra para que quienes están obligados a hablar permancieran callados.
¿Así es como se quiere construir una alternativa a Chávez? ¡Qué vergüenza!