Sin ambiente electoral, por Gonzalo González

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A dieciocho días del acto de votación no se observa ambiente electoral en la sociedad. De continuar las cosas como van es previsible que estos comicios del 25 de mayo estén marcados por una ausencia significativa y mayoritaria de la ciudadanía de los centros de votación. Con lo cual la legitimidad de los parlamentos y cargos elegidos sea cuestionable por su escasa representatividad.
No podía ser de otra manera después del fraude perpetrado por el régimen contra la soberanía popular, el 28 de julio; mediante un autogolpe que retrotrae al país a 1952 cuando el régimen, entonces imperante, desconoció los resultados de la elección para conformar una Asamblea Constituyente. En aquella ocasión, al igual que el 28 de julio pasado, se abortó la posibilidad de una transición pacífica y ordenada hacía la reinstauración de la democracia –caro anhelo de la sociedad de entonces al igual que en la de ahora–. Y se hundió a Venezuela en el tremedal de una dictadura pura y dura.
Luego del 28/7 la justificada desconfianza de la ciudadanía en la idoneidad del CNE para cumplir el mandato y las competencias que la constitución le asigna se transformó en la convicción de que actuará conforme a los parciales intereses de quienes gobiernan aun a costa de violar la soberanía popular. A consecuencia de lo anterior se ha configurado un contexto político cerrado en el cual campea a sus anchas la coacción, la intimidación, la amenaza, la represión y la violación sistemática de los derechos humanos, civiles y políticos de la ciudadanía.
Quienes sostienen que las condiciones electorales son similares a las de las elecciones presidenciales pasadas soslayan o subestiman la calidad regresiva del cambio ocurrido en el contexto político. Hoy, las condiciones electorales son las peores desde 1998.
Por si lo anterior no bastara el proceso de convocatoria y preparación del acto comicial ha estado signado por un conjunto de idas y venidas sobre la fecha, actuaciones opacas, discrecionales, irregulares e incongruentes con el espíritu y articulado de la constitución en materia de autonomía de los poderes del Estado en los ámbitos nacional y estadal, así como en abierta contradicción con el principio de la descentralización. Además de otros actos y acciones que desestimulan, aún más, la concurrencia ciudadana al proceso convocado. Empezando por el hecho de que sea la misma directiva del CNE que validó el fraude la que lo convoca y gestione.
Sería un error confundir con apatía o desinterés por los asuntos del país que la mayoría determinante de quienes votaron por el cambio en las recientes presidenciales no muestren intención de asistir a los centros de votación el 25 de mayo. Por el contrario, es un acto político de protesta, un rechazo al envilecimiento y desnaturalización del voto como instrumento de expresión de la voluntad ciudadana. Contra su secuestro y manipulación y a la condición un tanto gatopardiana –votar para que todo siga igual– que los mandantes pretenden que se acepte. En definitiva, votar y no elegir soberanamente.
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Al venezolano le gusta elegir a sus mandatarios y representantes. Considera una conquista irrenunciable ese derecho, solo que ha aprendido con este régimen que no todo lo que brilla es oro. Volverá con entusiasmo y determinación a ejercerlo cuando el proceso de votación recobre su condición de libre, justo, soberano y verificable.
Gonzalo González es politólogo. Fue diputado al Congreso Nacional.
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