Sin cooperación entre Venezuela y Colombia no habrá fin del conflicto armado en la frontera
Andrei Serbin Pont, representante regional de la Asociación Mundial para la Prevención del Conflicto Armado, y Rocío San Miguel, presidenta de la ONG Control Ciudadano, explican las dimensiones reales de los combates en el Alto Apure, en la frontera colombo-venezolana, y ahondan en la capacidad táctica y armamentística que tiene el ejército del país para afrontar los grupos armados
En 2021 Venezuela registró enfrentamientos en el estado Apure, entre disidencias de la guerrilla colombiana y efectivos de la Fuerza Armada Nacional (FAN), que dejaron al menos 5.000 venezolanos desplazados en el municipio colombiano de Arauquita. Hoy, casi un año después, ese conflicto sigue, ahora con modificaciones en el tablero, pero sin posibilidad alguna de poder ser resulto en el corto plazo. ¿La razón? La falta de cooperación entre Venezuela y Colombia.
Debido a que las fuerzas militares de ambos países no desarrollan acciones conjuntas, en momentos en que de un lado se está ejerciendo presión, del otro se repliegan, generando así vacíos propicios para que los guerrilleros se den a la fuga y amplíen sus actividades ilegales en los territorios fronterizos.
Para Andrei Serbin, analista en política externa, defensa y seguridad, es necesario reestablecer los lazos de colaboración entre los dos Estados, para crear campañas efectivas de contrainsurgencia y hacer frente a los grupos paraestatales colombianos que, según señaló, se están nutriendo de materiales desviados tanto del ejército venezolano como colombiano y del ingreso —»muy fuerte»— de fusiles civiles semiautomáticos, provenientes de mercados ilícitos de Estados Unidos.
Cree que si la Fuerza Armada venezolana sigue percibiendo a EE.UU y Colombia como amenazas a su soberanía, no se van a generar las instancias de cooperación necesarias, creando otra problemática de índole estratégico que atenta contra el establecimiento de condiciones permanentes de seguridad.
«Los despliegues operativos requieren estabilidad y presencia en el tiempo. Después de unos meses, el año pasado se dejaron espacios abiertos, y esa es una dificultad de la FAN, el sustento logístico. Se requiere que se sigan activando medios de transporte aéreo pero asegurar también rutas terrestres», de lo contrario, dijo, «se irán apagando fuegos acá y allá. Vamos a ver cómo se acrecientan los batallones de infantería para poder tener despliegues rápidos a medida de que se requiera», indicó.
Mientras, la opacidad, la propaganda instrumentalizada desde la FAN y la omisión oficial de carácter político con impacto militar, consideró Rocío San Miguel, exconsultora jurídica del Consejo Nacional de Fronteras, podrían causar que, con el tiempo, la presencia de la guerrilla en el país tenga una operación más cabal, atentando aún más con la independencia territorial, la población y el sistema jurídico político nacional.
San Miguel, quien también fue asesora asociada del Centro de Estudios Militares Avanzados, consideró que no se ha armado una guerra entre ambos países porque «ha privado sensatez» en los mandos militares de lado y lado de la frontera. Por ello, rescató la petición de las más de 70 ONG venezolanas y colombianas en la que se solicitó un enviado especial para la frontera colombo-venezolana para coordinar acuerdos mínimos y trabajar en los problemas de seguridad.
«Ahora, según lo observado, porque no hay capacidad de auditabilidad de parte de los órganos públicos, la guardia y la Armada están reforzando las zonas de Apure desde otras plazas. Se informó de la ZODI Bolívar, Anzoátegui, y de la ZODI Táchira. ¿Esto es positivo? Habría que ver por qué se están trasladando hacia Apure y si esto no debilitaría el problema de control jurisdiccional en estos propios estados», comentó.
De acuerdo con la abogada, en Venezuela hay un problema en el tamaño de pie de fuerza, derivado de un fenómeno de solicitudes de baja dentro de la FAN, que además está sometida a presiones internas por encarcelamientos y torturas. Y a esto, debe sumársele la merma del carácter profesional de la Armada.
Dijo que se desconoce el tamaño real de esta fuerza militar, pero agregó que tal vez no sobrepasa los 14.000 efectivos.
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Si bien combates producidos en 2022, para Serbin, son diferentes a los del año pasado, puesto que demuestran ser un despliegue más planificado, de dimensiones llamativas, la capacidad de respuesta de la FAN sigue estando disminuida y tanto él como Rocío San Miguel dudan que sea suficiente para hacerle frente a los grupos irregulares.
«El régimen suprime posibles fugas de información (…) Hay un aumento considerable de la seguridad operacional de la FAN y se les ha retirado sus teléfonos celulares a quienes están desplegados (en Apure), para que no puedan retransmitir datos que puedan ser considerados sensibles. (…) Los implementos que se están empleando muestran cambios dentro de ella. Los aviones de combate, por ejemplo, han requerido de ayuda extranjera para poder ser desplegados. Ha entrado munición, y antes había un problema serio de falta de munición en la armada. Pero la opacidad complica identificar qué más se está utilizando», sentenció Serbin.