Sobre “el macho”, Héctor Pérez Marcano, por Alonso Moleiro

En su galvanizado compromiso cívico, terminó forjándose el poderoso efecto transformador y democratizador que se vivió en Venezuela durante la segunda mitad del siglo XX. Se fue uno de los nombres de la política y la izquierda venezolana del siglo XX
Twitter: @amoleiro
El pasado 14 de diciembre falleció en Caracas, a sus 94 años de edad, Héctor Pérez Marcano, «el macho», dirigente político y parlamentario venezolano. Una de las figuras de la izquierda venezolana de la segunda parte del siglo XX, y uno los últimos cuadros vivos de eso que se conoció como la generación del 58.
En su trajinar arriesgado, en su espíritu impugnador, en su galvanizado compromiso cívico, en su obsesión por el destino de los desventurados, y su infatigable activismo, como en el de muchos otros políticos de su tiempo en el país, terminó forjándose, en términos generales, el poderoso efecto transformador y democratizador que se vivió en Venezuela durante la segunda mitad del siglo XX.
Héctor Pérez Marcano ingresó a la política al caer Rómulo Gallegos, presidente civil electo de manera abrumadora en las elecciones de 1948, las primeras verdaderamente libres del país. El escritor fue depuesto luego de una de las varias felonías militares registradas en la historia nacional para irrespetar la voluntad de la población y usurpar el ejercicio público.
Parte del voluntariado de la juventud de Acción Democrática que se enfrentó a la segunda (y más dura) etapa de la resistencia en contra de la dictadura militar, Pérez Marcano asumió delicadas responsabilidades logísticas y políticas en un periodo particularmente hermético y restrictivo, dominado por el terror civil cotidiano. Sufrió prisión y castigo físico, y estuvo directamente involucrado en la caída de Marcos Pérez Jiménez, el último dictador del siglo XX venezolano.
Presidente de la Federación de Centros Universitarios con la llegada de la democracia, «el macho», entonces cursante de economía en la UCV, fue uno de los dirigentes estudiantiles más importantes del país en un momento de máxima participación y agitación colectiva.
En abril de 1960 abandonó AD, y, tocado por el distorsionado espejismo del castrismo revolucionario, fue uno de los fundadores del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, MIR. Comandante guerrillero, enfrentó con dureza los gobiernos de Rómulo Betancourt y Raúl Leoni, y formó parte del turbulento período de la violencia insurreccional de los años 60.
Se acogió a la política de pacificación de Rafael Caldera, y, al comenzar la siguiente década, ingresó, junto al resto de los dirigentes de la izquierda, de manera irreversible, al terreno del ejercicio político y electoral. La decisión tomada enriqueció y fortaleció a la democracia local, al incorporar trazos omitidos del debate ideológico, y se constituyó en uno de los grandes logros institucionales del país.
Como miembro de la dirección nacional del MIR, Héctor Pérez Marcano acompañó las candidaturas presidenciales de José Vicente Rangel, en 1973; Américo Martín, en 1978; y Teodoro Petkoff, en 1983 y 1988. Estuvo junto a Moisés Moleiro en el enfrentamiento que tuvo con Martín por las siglas del partido que habían fundado en 1960, dividido en 1979 a causas de diferencias ideológicas, y ocupo la presidencia de esta organización durante 5 años.
Fue electo diputado al Congreso Nacional en los períodos constitucionales de 1978, 1983, 1988 y 1993. Desde el legislativo ejerció una meritoria labor contralora -hoy absolutamente inconcebible en la decadente realidad institucional del país- en la Comisión de Finanzas, y fue un promotor activo de la reforma del estado. Pérez Marcano acompañó a Moisés Moleiro en la fusión del MAS con el MIR, en 1988, e integró la dirección nacional del partido naranja durante 9 años. Junto a Moleiro, abandonó el MAS en 1997.
En los años 90, dentro del MAS, formó parte de la coalición de fuerzas socialcristianas y socialistas que llevó a Rafael Caldera a su segunda presidencia, en un momento de máxima incertidumbre en torno al destino del régimen democrático.
En las dos décadas que van del siglo XXI, Héctor Pérez Marcano se constituyó en un referente y un orientador de muchos políticos jóvenes del campo democrático, que le consultaban con frecuencia (soy testigo) su opinión en determinados debates, o su parecer en decisiones por tomar, o su mediación para zanjar determinados desacuerdos, en la agónica lucha de estos 25 años por sacar a la nación de los tóxicos efectos del chavismo.
Héctor Pérez Marcano tenía una suma de atributos que tienen rato escaseando en la política venezolana actual (y en la de muchos otros parajes de este mundo): firmeza en el compromiso político; apego al estudio; sensibilidad social; consecuencia total, una vez asumido el punto de vista, y una honestidad personal a prueba de balas. Héctor fue uno de estos políticos definitivamente alejados del campo magnético del oportunismo.
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Con su trabajo, sus desvelos, sus aportes, los riesgos asumidos, su noble voluntad, y los varios errores cometidos, Héctor Pérez Marcano acumuló una experiencia vital impresionante, y se volvió un maestro de tanto ejercer el oficio.
Extrañaremos su talante festivo, su grata conversación, su mano amiga, su fantástica memoria, su rectitud, su actitud comprensiva, su asombrosa serenidad ante los momentos apremiantes. Nos acompañarán como una referencia personal en lo que nos quede de vida.
Alonso Moleiro es periodista
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