Socialismo salvaje, por Simón Boccanegra
Venirauto es una de las tantas ocurrencias de Chacu que terminan convertidas en un acuerdo binacional, claro que es una excepción pues buena parte de esos acuerdos no pasan de ser una hoja firmada y nada más. En este caso hay una planta ensambladora de vehículos ubicada en Maracay.
Quienquiera que pase por la autopista podrá ver que en el patio de la empresa no cabe un carro más. Da la imagen de que la producción está al 100%, pero es un espejismo, como buena parte de esta revolución.
¿Alguien conoce la ubicación de los concesionarios de esta automotriz? En un tiempo el sindicato de la empresa quiso hacer una huelga porque las condiciones de trabajo no eran, ni de lejos, tan buenas como las que tenían sus camaradas en las plantas capitalistas de General Motors o Ford ubicadas en Valencia.
Luego el manejo de la empresa no era el mejor y la producción, que alguna vez se dijo sería de 10.000 unidades al año, no se alcanzaba ni de vaina. El caso es que los precios a los que se venden los Turpial y los Centauro están, según Chacumbele, muy por debajo de lo que cuesta un carro ensamblado por una empresa capitalista. Ese cuento se lo creen muchos de sus partidarios. Uno de ellos tuvo una discusión con dos conocidos, quienes le porfiaban que los precios no eran los que decía Esteban, según narra en Aporrea. El camarada, hombre de fe como el que más, tuvo un momento de duda. Eso le pasa a cualquiera. Pues bien, pidió a sus contertulios posponer la discusión y cuando tuvo un chance se acercó hasta la planta de Venirauto para comprobar que lo que le decían era falso, pero sorpresa, el engañado era él. El precio del Turpial había volado de los 46.000 bolívares hasta alcanzar los 74.500, mientras que el Centauro, que según Chacu había que pagar 75.000 bolívares, tiene un precio muy capitalista de 113.000 bolos. Se volvió salvaje el socialismo de Chacu.
