Solidaridad y diáspora, por Roberto Patiño
Sin duda una de las consecuencias más dolorosas de la crisis sistémica que nos afecta ha sido la de diáspora forzada que muchos venezolanos han emprendido en busca de mejores condiciones de vida ante el colapso y caos generados por el régimen.
Migrar es una decisión compleja y personal, que se vuelve aún más difícil en el contexto de necesidad y problemas que estamos atravesando. En la actualidad se estima que alrededor de 5000 venezolanos cruzan la frontera diariamente, muchos en condiciones extremas que asemejan a la de los desplazados por un conflicto bélico.
En este sentido el enorme flujo de nuestros connacionales en el continente ha sido el mayor registrado en la historia. La llegada de miles de venezolanos a países como Colombia, Perú o Ecuador se ha convertido en una situación crítica, con significativas repercusiones en lo social, político y económico dentro de cada país receptor ante las dificultades de los gobiernos para responder frente a la magnitud de este hecho inédito.
En días recientes se han expresado en reacciones en contra de los migrantes, evidenciando la enorme escala que ha alcanzado la crisis desatada por el régimen a nivel regional, y el daño que su permanencia en el poder ha causado a la imagen y representación de los venezolanos. En los casos registrados en Ecuador y Perú se han exacerbado caracterizaciones negativas ligadas a la violencia y la criminalidad. Estas expresiones de xenofobia son protagonizadas por grupos intolerantes de esos países, que son minoritarios pero existen, y tienen voceros políticos oportunistas y deplorables.
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Esta representación peyorativa distorsiona a la gran mayoría, honesta y esforzada, que constituye la diáspora venezolana actual. Una diáspora que, en nuestro caso particular, está representada por los miembros de las comunidades en las que hacemos vida desde el Movimiento Caracas Mi Convive, y que han emigrado en busca de mejores condiciones de vida para sí mismos y sus familias.
Líderes ligados a nuestros comedores de Alimenta la Solidaridad como Alba Páez en Carapita o Neorelys Muñoz en la Cota 905 que han emigrado a destinos tan diversos como Ecuador y España. Personas de las que nos entristece su partida, pero que sabemos afrontan esta nueva etapa de sus vidas imbuidas en los valores convivenciales, constituyendo sin duda un aporte positivo a los países que han elegido como destino.
De igual forma, debemos reconocer a los miembros de la diáspora que están más asentados en el exterior, y que contribuyen a través de aportes económicos a nuestros proyectos como Alimenta y Sustento, visibilizando los logros de los programas y mostrando el verdadero rostro, solidario, productivo y democrático, del país.
La compleja situación de la diáspora nacional seguirá profundizándose en la medida en que se mantenga el régimen en el poder. Sostener los esfuerzos internos y externos para lograr el cambio en el país es un esfuerzo que los venezolanos seguimos haciendo dentro y fuera de Venezuela, en medio de las más difíciles circunstancias. La solidaridad, la empatía y el reconocimiento del otro son los valores de la convivencia que deben guiarnos en este complejo trance.
Coordinador de Movimiento Mi convive
Miembro de Primero Justicia
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