Sorpresas te da la vida, por Simón Boccanegra
Hemos oído a Rafael Ramírez, en un programa con Pedro Penzini. No sabemos si el natural plácido de Pedro influyó en el ministro, pero su tono no parecía el del discurso en que ofrecía «carajazos» a los que no fueran «rojo, rojitos» en Pdvsa, sino que era sosegado y reflexivo. Con cero retórica patriotera, explicó que Pdvsa no sólo acepta el arbitraje internacional sino que, incluso, está dispuesta a sentarse con Exxon a buscar un arreglo extrajudicial. Es lo lógico y lo que aconsejó TalCual desde el comienzo, porque esta no es ninguna epopeya nacionalista sino un corriente y moliente proceso mercantil por plata. Nos hizo saber Ramírez que el gobierno tenía que honrar los acuerdos celebrados por el «Congreso de la Cuarta República», así no estuvieran de acuerdo con ellos. Sorprende oírselo, porque la rrrrrevolución siempre se ha jactado de que no le para a papeles firmados por el «puntofijismo». Al fin, un funcionario oficialista admite la continuidad de los actos del Estado.También informó que Exxon designó un arbitro, Pdvsa el otro y de común acuerdo nombraron al tercero.Todo muy «neoliberal» y globalizado, pues. Preguntado por Penzini acerca de los «traidores», el ministro ni siquiera utilizó el calificativo y fue muy moderado al establecer la responsabilidad del anterior Congreso. Por su parte, ya el presidente había hecho de nuestro conocimiento que lo de no venderle petróleo a Estados Unidos habían sido sólo «cositas güenas pa’conversá» –como dice el viejo soneto de Rodríguez Cárdenas–, pero que de eso nada. Por cierto, este minicronista considera inaceptable la posición de Exxon de exigir una indemnización por el valor presente de los ingresos que esperaba obtener en los próximos 25 años. Si tal criterio fuese aceptado, los países donde operan transnacionales quedarían secuestrados por estas.