Suprema impunidad, por Simón Boccanegra

Como es sabido, desde hace algunos años reposaba en la Fiscalía General de la República una denuncia introducida por Henrique Capriles contra su antecesor en la gobernación de Miranda, Diosdado Cabello, por presuntos hechos de corrupción.
Por su parte, la Fiscalia, a su vez, en conchupancia con el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), el pasado miércoles desestimaron la denuncia de Capriles, no encontrando razones para iniciar ninguna averiguación sobre los alegatos de este. Esta es la manguangua hecha gobierno. Es obvio que mientras no haya investigación debe presumirse la inocencia del indiciado, pero, es obvio de toda obviedad que toda denuncia, sobre todo si proviene de funcionario que sucede a otro en el ejercicio del cargo y por tanto debe suponerse que llevó a cabo una auditoria, debe merecer, al menos, un vistazo, y no ser despachada con la desaprensión de la complicidad. Por regla de juego, toda denuncia proveniente de la oposición no es tomada en consideración y se la desestima sin más y, al revés, toda denuncia proveniente del gobierno contra la oposición merece que se la jurungue exhaustivamente. Así son las cosas, que diría nuestro Oscar Yanes. La suma de esos «detalles», que son infinidad, en todos los ámbitos de la vida nacional, son los que van creando una atmósfera que arropa a la ciudadanía en una atmósfera de abuso envolvente, provocando un estado de permanente irritación. A estas prácticas hay que darles un revolcón el 8 de diciembre.
Para que aprendan y respeten.