Teatro de la comedia, por Simón Boccanegra

La verdad es que Hugo tiene razón en querer acabar con el MVR. Esa vaina no sirve para nada. Lo que está pasando en la Asamblea Nacional no puede ser una táctica para facilitar el cierre de ella (como piensan algunos) porque ni a propósito se podría ser más chapucero. A Willian Lara no le hace caso nadie y lo que Juan Barreto o Alvarenga dicen de él es impublicable. Un día deciden censurar a Blanquita y al día siguiente se echan para atrás. Cuando anunciaron a un tal Franceschi, quien iba a defenderla después de haberla descalificado un día antes, la barra de Blanquita lo pitó hasta que alguien les informó que no se trataba del gordo Alberto sino de un homónimo. Lo del debate de ayer, sobre la inseguridad, fue hilarante. Lara, impotente, no lograba hacer callar a Omar Mezza, quien vomitaba injurias contra medio mundo. En medio de ese edificante bululú Willian suspende la sesión al tiempo que Miquilena le entierra un chuzo en el hígado: «Si yo estuviera dirigiendo este debate no pasa esto». Menos mal que son del mismo partido, el de la revolución, guiados por sentimientos de amor y fraternidad.