Teatro Down, sin límites para el arte
La Compañía Nacional de Teatro Down forma parte de la organización Apoye, fundada en el año 2000 por siete familias que tenían hijos con esta condición. María Helena Zapata, una de sus fundadoras, cuenta que el motor de arranque de Apoye fue la idea de «preparar a las personas para vivir la vida de la manera más autónoma posible»
Fotos: Luna Perdomo
La música, la utilería, el vestuario, la idea de jugar a ser otra persona y todo lo que hace que el teatro sea un arte lleno de magia convoca a más de 40 actores, todos con Síndrome de Down, a la sede de la asociación civil Apoye. La pasión hace que cada integrante del elenco se mueva como pez en el agua en escena, se apropie de cada obra que se ensaya y lo dé todo en cada clase o práctica por cumplir su sueño de ser actor o actriz.
La obra Algo grave le va a pasar a este pueblo, de Gabriel García Márquez, es la nueva oportunidad para el elenco de montarse sobre las tablas. Aunque aún no hay una sala definida, sí está claro que la pieza se presentará el próximo mes de junio.
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«Muchachos los artistas para ganar premios y hacer obras deben ensayar y trabajar mucho», dice al elenco, al término de cada ensayo, Daniela Vielman, directora de la Compañía Nacional de Teatro Down, que funciona en Apoye.
Y es que el teatro no cree en límites y por eso la asociación busca la profesionalización de sus estudiantes a través de este arte. Para Vielman la formación teatral no se basa en un tratamiento especial, por el hecho de que todo el elenco lo integren personas con la condición del Síndrome de Down, sino en hablar claro para que los actores sepan qué se quiere en los montajes.
«La gente subestima a estas personas porque tienen síndrome de Down y piensan que no entienden nada, pero a veces los que tenemos ‘discapacidad’ somos nosotros que no nos sabemos hacer entender», afirma Vielman.
Para muestra un botón. En los últimos cuatro años, la institución se convirtió en pionera del teatro Down con la obra Bendito celular, que le ha valido para ganarse galardones, tales como el Premio de Teatro Marco Antonio Ettedgui, entregado por la fundación Rajatabla, el premio nacional Doctor José Gregorio Hernández, una mención especial en los premios a la crítica teatral venezolana (Avencrit) y el Premio Pissca, entregado por la Embajada de Francia a personas que hacen proyectos de gran impacto social.
La Compañía Nacional de Teatro Down forma parte de la organización Apoye, fundada en el año 2000 por siete familias que tenían hijos con esta condición. María Helena Zapata, una de sus fundadoras, cuenta que el motor de arranque de Apoye fue la idea de «preparar a las personas para vivir la vida de la manera más autónoma posible».
Desde la fundación de Apoye, el teatro ha estado en su plan de estudios, por lo que los actores, de entre 17 y 44 años, saben muy bien lo que significa estar en las tablas.
¿Qué es Apoye?
María Helena Zapata, fundadora de Apoye, comenta que la organización busca que las personas sean seres activos en la vida familiar, social y laboral por medio del fortalecimiento de sus habilidades cognitivas. Explica que en las personas con Síndrome de Down hay una mayor propensión a tener procesos degenerativos y por ende a desarrollar enfermedades tales como el Alzheimer.
Con esta premisa, el pensum de Apoye lo integran materias como teatro, conversaciones creativas, lectura y escritura, inglés, danza, taller de elaboración de libreta, doblaje de voz y formación laboral.
Apoye trabaja dos formas de inserción laboral. El plan «Empleo con apoyo» es una de ellas, en el que se hace enlace con empresas como Banesco, Duncan, Credicard, entre otras, que contratan a personas con síndrome de Down.
La segunda es «Empleo protegido», una conexión con Alfonso Rivas o Beco, por ejemplo, en la que las actividades laborales las hacen en la sede de Apoye. «La meta es promover la visibilidad de las personas con síndrome de Down y lograr su inserción social y laboral», puntualiza Zapata.
Ayva Rossell, madre de Carlos Padrón, comenta que su hijo de 17 años ingresó en septiembre de 2022 a la Compañía Nacional de Teatro Down. “Ha sido mágico para él. Desde entonces ha mejorado su concentración y disciplina”.
Cuenta que desde que comenzó a hacer clases de teatro en su casa constantemente recrea voces, ensaya obras de teatro y su respectiva planta de movimiento. Detalla que entre las clases favoritas de su hijo se encuentran las de música, inglés y deporte. “Ahora es más extrovertido y tiene más seguridad de sí mismo”.
María Helena Zapata es madre de Maru Bracho, una de las estudiantes. Sobre el impacto que el teatro ha tenido en su hija, dice que ha sido sanador. Cuenta que tras la pandemia Maru tuvo algunos episodios ansiosos que, aunque fueron tratados con un especialista, el mejor remedio fue el regreso a las clases de teatro. “Desde pequeña Maru siempre soñó con ser actriz”.