¿Hacemos las cosas bien o la cagamos de nuevo?, por Bruno Gallo
Libremente
Autor: Bruno Gallo /@brunovgallo
Introito
El primer día de enero del flamante y nuevecito año 2018, coloqué en mi muro de Facebook las provocadoras, palabras que titulan estas líneas.
Hay que ver cómo hemos errado en el tránsito a la superación del proyecto más autoritario y pernicioso de la historia republicana de Venezuela. Siempre anunciamos que falta poco y siempre, tras una aparente y entusiasta cercanía a la victoria, nos desinflamos hasta la depresión colectiva.
Ha sucedido una y otra vez, Plaza Altamira, Paro Petrolero, Abril de 2002, la salida versión 1, declaratoria de abandono del cargo, Salida versión 2… Ante este reiterado proceder cabe peguntarse, ¿de verdad hemos estado cerca de derrotar a la triada Estado-Gobierno Partido? De ser así ¿cómo y por qué nos escurrimos por un tobogán justo cuando tenemos la cúspide a mano?
Me apresuro a responder con opiniones para el debate, para construir colectivamente una manera de hacer, que nos saque de un proceder lamentable y circular.
Creo que jamás hemos estado cerca de derrotar el proyecto político gobernante y eso explica porque las reiteradas caídas. Y como siempre hay una excepción, me apresuro a decir que lo más cerca que hemos estado de infringirle derrotas sensibles al proyecto gobernante ha sido en las elecciones de 2013 y 2015 …y lo que hicimos con las manos, lo pateamos luego. Ya volveré sobre este tema.
Lo cierto es que la cercanía con la derrota del Gobierno, a mi juicio, no ha sido más que una vana ilusión. Y es que como en la escuelita, el liceo o la universidad, es muy difícil pasar la materia si no estudias. Es posible, pero difícil. Puedes usar un atajo (chuleta, te copias, jalas bolas, te embarcas en operación colchón) pero además de éticamente condenable, no tienes garantías. Para pasar la materia tienes que hacer la tarea, estudiar.
Lo que escribo se basa en la idea de que jugamos en el tablero de la política. Y a eso es a lo que me refiero en el titulo con la frase: Hacemos las cosas bien. Porque hemos jugado en el tablero de la antipolítica: En el tablero del “vete ya”, en el del protagonismo militar, en el de la rebelión callejera desigual e inocente, en el de la “huelga general”, en el de las ilusiones leguleyas, en el de las acciones simbólica, en el del alarido en las redes sociales y ahora en el novísimo terreno de la súplica a fuerzas militares extrajeras para que intervengan. A seguir en este sendero, es a lo que me refiero con la cagamos de nuevo. ¿Es posible que por esta vía salgamos de este gobierno? Sí, por supuesto. Como es posible que pasemos la materia usando una chuleta. Pero lo cierto es que ninguno de estos atajos garantiza estabilidad a futuro.
La única garantía de futuro es un proyecto político democrático que derrote al proyecto político autoritario que cumple 19 años en el gobierno por estos días.
Política vs. Atajos
Al parecer desde los primeros años del gobierno de Hugo Chávez una especie de renuncia a la política y a la organización de las fuerzas opositoras signó el enfrentamiento al gobierno. La consigna “vete ya” sintetizaba el apuro por salir de un gobierno que destruiría el país. Desde ese momento, se usaron todos los atajos posibles y muy pocas de las tradicionales y milenarias formas de acumular fuerza y construir organizaciones que dieran cauce a las aspiraciones, derechos y quejas de los ciudadanos, prefigurando un proyecto alternativo al gobernante. Era tan urgente salir del gobierno demoledor, que se han despilfarrado 19 años intentando derrotarlo con los mecanismos de la antipolítica en lugar de dedicarse a la tarea de construir una contundente y orgánica fuerza política opositora. Se abandonó el espacio político por excelencia, el ágora griego, el foro romano, la comunidad, la plaza, la esquina, la fábrica, el liceo, la universidad… para preferir los medios primero y las redes sociales después. La mala noticia es que ya perdimos 19 años, la buena es que aún la Polis está allí sedienta de aliento, de proyecto, de porvenir. De POLÍTICA!!!
Política y construcción de mayoría
La construcción de una mayoría no aluvional, ni provisional, sino una mayoría con un proyecto de país moderno, sin las rémoras del centralismo estatista, sin los complejos del populismo y el clientelismo, pero que no renuncie a la justicia social y a la superación de la pobreza, que estimule la creación de riqueza y prosperidad, pero que tienda una mano solidaria a los excluidos y equilibre las oportunidades. Porque si la política tiene por objeto construir mayoría, debe por fuerza atender las necesidades y aspiraciones de las grandes mayorías, no para sujetarlas a través de dádivas y chantajes, sino para liberarlas a través de capacidades y oportunidades.
Las recientes protestas en reclamo del pernil prometido y la bolsa CLAP, pusieron de manifiesto una supuesta contradicción entre los que luchan por la Libertad y los que luchan por sus más inmediatas necesidades. Así será de perverso este gobierno, así será de complejo este momento histórico que nos metió en ese dilema. Frente a la pobreza y las necesidades de los humildes debe haber una política, no un montón de prejuicios. La lucha de cada venezolano, debe ser complementaria, no contradictoria. Entendidas en sus particularidades, no despreciadas por manifestar características diferentes.
Proyecto de país vs marketing
La acción política para derrotar las tendencias autoritarias debe ser guiada por un proyecto de país, por una visión compartida de lo que debe ser el futuro. No puede ser que las actuaciones opositoras estén guiadas por el cálculo político coyuntural inmediatista de las tendencias en las encuestas o en las redes sociales. El proyecto debe marcar tendencias, no al revés. Si el marketing político decide todas nuestras acciones. Si somos incapaces de levantar la vista y mirar el horizonte estamos condenados por la coyuntura. Un proyecto de país, una visión compartida, que respete la diversidad y que permita un acuerdo general en relación con el futuro que se debe construir, en el que se garanticen DERECHOS y no privilegios, es una prioridad inaplazable y la guía que debe orientar la acción política de la alternativa democrática. De ser así, queda excluida toda posibilidad, de asumir como válidos los laboratorios de guerra sucia para enlodar la imagen de uno u otro dirigente opositor, las orientaciones puntuales de uno u otro financista para inclinar la balanza en favor de uno u otro interés. El proyecto debe guiar la acción, no el cálculo mezquino del interés inmediato.
Tampoco es posible que la reacción sea el signo de la acción opositora. Reaccionar frente a las medidas de un gobierno nefasto es necesario, pero el comportamiento estratégico de las fuerzas democráticas no puede reducirse a eso. El proyecto, amplio, incluyente, respetuoso de las diferencias, es el resultado del debate fértil en el ágora, sobre el futuro de la Polis. El proyecto es la visión de futuro en política. Es el proyecto y no la reacción coyunturalista el que debe orientar la acción de la Alternativa Democrática.
Dirección política y confianza
Actuar de acuerdo a un proyecto y no sobre la base de encuestas y tendencias opináticas le daría seriedad y confiabilidad a la dirigencia de la alternativa democrática. En el pasado, electores del chavismo se han desplazado hacia la alternativa democrática o al menos han dejado de hacerlo por el partido de gobierno. En el seno de las fuerzas gubernamentales hay enormes contradicciones, en los sectores populares que en algún momento apoyaron el proyecto gobernante hay obvio descontento, pero además de que no se tienden puentes, los tumbos, las actuaciones erráticas, las marchas y contramarchas, las ofertas engañosas (del tipo: en seis meses salimos del gobierno o la constituyente no va!) han restado confiabilidad y credibilidad a quienes dirigen las fuerzas opositoras, el empeño autodestructivo que intenta liquidar la imagen de algunos dirigentes, mina seriamente la posibilidad de que ciertas fuerzas sociales y políticas e individualidades que apoyaron al gobierno, se desplacen hacia la alternativa democrática. No se puede consolidar otra mayoría si no se rescata la confiabilidad en la dirección opositora.
Unidad con los iguales, diálogo con los contrincantes
Dos conceptos que pululan, chocan y permean todos los ámbitos de la política venezolana, para bien y para mal, son el de unidad y diálogo. A ellos queremos dedicar unas palabras.
La unidad, desde tiempos de la Coordinadora Democrática, nunca suficientemente exorcizada, hasta llegar a los días de la Mesa de la Unidad Democrática, ha sido un concepto amorfo que sirve para descalificar el disenso de unos y perdonar la arbitrariedad de otros. Para medir con tornillo micrométrico el valor cuantitativo de unos y sobredimensionar el de otros. La unidad de quienes confrontamos el modelo autoritario es fundamental, pero el criterio exclusivamente cuantitativo para construir unidad se convierte en una verdadera camisa de fuerza. La imposición de políticas y criterios por parte del G4, o del G3, o del GX, no sólo es inconveniente, sino mortal para la unidad. Un criterio de unidad mucho mas cualitativo es absolutamente indispensable, basado en políticas de largo aliento, en grandes visiones, en estrategias bien pensadas. Entonces las acciones tácticas que cualquiera ejecute deben responder rigurosamente a aspectos específicos de esa estrategia , no a saltos coyunturales y decisiones mezquinas. Es esa visión estratégica la que puede dar lugar al espíritu de unidad de los iguales que animó el 23 de enero, o la gran Reconstrucción Nacional de la Suráfrica post Apartheid, o la de la España post franquista o el Chile post Pinochet
El otro concepto que anda suelto y produce escozor en el ambiente político nacional es el de Diálogo. Detrás de los que reaccionan como demonios rociados con agua bendita, está la infantil idea de superar la coyuntura liquidando a los diferentes. Subyace entre quienes defendemos el dialogo la convicción de que no podemos superar la crisis amputando la nación. No podemos enviar a los derrotados a otro planeta… es menester dialogar, siempre, reconocer al otro aún en la diferencia pues al final, la única verdadera salida es la RECONCILIACIÓN democrática, la alternabilidad, el fin de las utopías autoritarias, la vuelta a la REPÚBLICA, para esa salida, la única puerta es el dialogo.
Elecciones sí… pero no sólo elecciones!!!
Hemos dicho y mantenemos, que la superación de la crisis que atraviesa el país y que lleva 19 años de gestación, es democrática y electoral, porque no puede ser insurreccional y armada, es inviable, demasiado costosa en vidas y, definitivamente, mina la estabilidad. También dijimos que lo más cerca que hemos estado de infringirle daños a la línea de flotación del gobierno, fue en las elecciones de 2013 y 2015. En las primeras, crecimos y logramos desmovilizar a una enorme masa del proyecto gubernamental, pero en lugar de celebrar y consolidar la victoria en medio de un ventajismo desfachatado, preferimos inventar un fraude y despilfarrar los avances en aras de satisfacer a la oposición radicalizada. En 2015, ganamos las 2 terceras partes de la Asamblea Nacional y en lugar de cumplir la tarea para la cual fueron electos los diputados y consolidar la ventaja, preferimos buscar la forma de sacar al gobierno en seis meses!!!
En otras palabras, siempre el atajo, nunca la laboriosa e históricamente bien recompensada acumulación de fuerzas.
Entonces, debemos seguir participando en los eventos electorales, claro. Pero lo electoral no es el centro de la política, es un conflicto más. La política es el ejercicio cotidiano que le da carácter colectivo y orgánico al proyecto. Es la defensa de los derechos de la gente, colocarnos al lado de los trabajadores que exigen mejor retribución por su trabajo, al lado del ama de casa que no consigue alimentar a sus hijos, que está siendo atribulada por el costo de la vida, al lado del estudiante que exige condiciones para seguir forjando su futuro, al lado del que se niega a abandonar el país, al lado del hambriento, del que ha visto caer su calidad de vida… Cada lucha debe tener saldos organizativos; comité de defensa del consumidor, sindicatos fortalecidos, movimientos de estudiantes, trabajadores, pasajeros, transportistas, mujeres. Por qué no decirlo, partidos vigorosos, democráticos, con debate de ideas no esta especie de sectas que responden a los intereses de sus financistas o esos clubes quejumbrosos de tomadores de café en el que han devenido los partidos actuales. Si con unas fuerzas democráticas organizadas, en todas las formas posibles, con capacidad de crear política llegamos a la confrontación electoral, no habrá ventajismo que valga. Si llegamos a las elecciones con visión electorera, la organización clientelar, el pernil o la caja, pueden dar al traste con el desperdigado disgusto antigobierno. No nos gana el pernil, nos gana el chantaje organizado de ellos, frente al descontento desordenado de nosotros.
Líbranos del mal… Amén.
Durante mucho tiempo, en aras de la rapidez y de la urgencia, hemos dejado de lado hacer las cosas que debemos hacer y nos hemos permitido caer en la tentación del atajo, la salida rápida, la chuleta. Hemos dejado de hacer la tarea y hasta nos encomendamos a Dios para que nos libre de la tiranía y “nos cubra con su manto”. Buscando una salida rápida nos hemos equivocado durante 19 años. Sería injusto no decir que en 19 años también hemos tenido grandes aciertos. Pero para que el 2018 sea cualitativamente diferente, que nos permita avances significativos, debemos mantenernos celosamente dentro de la política e impedir con todas las fuerzas caer en la tentación de la antipolítica, en el atajo. Así, nos libraremos del mal y evitaremos volver a poner… la torta!!!
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