Testaferro rojo, por Eduardo López Sandoval
Testa es cabeza y ferro es hierro, la mentada es Cabeza de Hierro, ese es el resultado cuando desmenuzamos a testaferro –a la palabra, ojo–, porque el personaje, Testa, es tan intocable como Ferro.
De la RAE, que son las siglas de Real Academia de la Lengua Española , que debe ser por lo de Real y de Española una señora que vive después del mar, por allá bien lejos de esta orilla del río Guárico, extraemos: “persona que presta su nombre en un contrato, pretensión o negocio que en realidad es de otra persona”. De esta definición se concluye que el Testaferro presta su nombre para ocultar el verdadero propietario, deberíamos presumir que el negocio es turbio si se determina que el sujeto está actuando en nombre de otro, da a entender que es un sujeto jurídico de dudosa reputación, tanto legal como moral.
Estas reflexiones surgen en la cola de la gasolina, en Calabozo. Ciudad llamada en otros tiempos la capital del Llano Integral Colombovenezolano, en plena Avenida Francisco de Miranda, en uno de los pedazos más maltrechos de esta vía, avenida que por cierto la han presupuestado y cobrado unas veinte veces en los últimos veinte años y no la han terminado nunca, –presuntamente–.
Lo de presunto se refiere a que la han cobrado más de una vez, en cuanto a no haberla terminado es rigurosamente cierto, todos podemos matarnos con nuestra propia vista.
Al final de la avenida, poco antes de llegar al Puente Aldao, está la cuestión que es médula del presente, el delito ambiental flagrante y público que comete el presunto Testaferro cuando asesina un riachuelo.
La Quebrada de Marchena la están borrando, ésta es el riachuelo que rodea las oficinas del INTT de esta localidad, la quebrada la forman dos manantiales, El Chorrote –o La Tapita– y Tinajón se llaman, uno de los cuales es termal. En el lado sur del INTT, quebrada de por medio, están haciendo un movimiento de tierra que ha pasado por la desforestación de la flora que la naturaleza ha cultivado por mil años en esta costa del caño.
¿Qué los dineros con que se hace este crimen ecológico provienen de los mismos insondables fondos donde fueron a parar el dinero presupuestado para la Avenida? ¿Qué es delito ser un testaferro?
Esas preguntas no la vamos a responder, por ahora, ni siquiera nos las hacemos, Incluso si la presunción es fallida y no existe tal fraudulenta representación y los dineros son lícitos, el delito de la desforestación del bosque de galería existe, y sólo a eso nos referimos.
*Lea también: Entren que caben cien, asambleísmo bolchevique, por Wilfredo Velásquez
Nos citamos in extenso, de texto nuestro editado por la tienda en línea Amazon, denominado MISIÓN OLVIDO o de la Santísima Trinidad de Marchena. https://www.amazon.com/-/es/Eduardo-L%C3%B3pez-Sandoval-ebook/dp/B07WK5DWD1
Del el Diplomático inglés Robert Ker Porter, quien nos visita el año de 1832, que de su Diario de un diplomático británico en Venezuela, extraemos: “se refiere a la Quebrada de Marchena y sus exquisitas aguas atemperadas con generales palabras, sin decir el nombre que recibían para la época. Nos dice: ”Esta mañana a primera hora fui a ver unos lugares refrescantes, llamados “los baños”, situados entre ciertos bosques en la Mesa de Calabozo, no lejos de sus “misiones”. El entrecomillado de “los baños” y de “misiones” es de la Obra.
“Sigue a la letra, así: Los “baños” resultaron ser amplias lagunas dejadas por las lluvias, alimentadas constantemente por los inagotables hilos de agua que rezuman de los lados del serpenteante barranco donde se hallan las lagunas, que están conectadas por una diminuta corriente de agua que se alimenta igual y que, a la postre, va a parar al Guárico que está a poca distancia.
“Tres o cuatro sitios de estos, frescamente sombreados, solitarios y atractivos, se han convertido en los lugares de esparcimiento de moda entre los sudorosos habitantes de Calabozo. Su situación verdaderamente romántica, enclavados como están entre los bosquecillos densos, los hace particularmente refrescante y, sin duda, restauradores. Me dijeron que la temperatura del agua era caliente, y que nunca variaba, y por cierto que, aunque bien protegida de los rayos del sol, no era tan fresca como pudo haberse esperado, y bien puedo creer que nunca difiere, en ninguna estación, pues toda la tierra que la rodea está tan completamente abrasada, que lo que rezuma tiene que ser forzosamente caliente. Metí la mano en las distintas lagunas, pero hasta donde pude juzgar su temperatura era la misma que la del Guárico cuando lo atravesé.”
“Para el momento que se redacta el presente, año 2017, corren los 185 años de la estada de este diplomático en estas tierras, la formación de los llamados “baños” aún existen, resisten la acción contaminante y depredadora del hombre. De uno de los manantiales fluye el agua todo el año, cristalina, por ahora. Pero que inmediatamente al aflorar se contamina con el aceite quemado y la basura. Al ver el agua clara, que brota de las entrañas de la tierra, fresca, en el pleno calor del llano, que emana pureza, pudiéramos comparar esta agua con lágrimas de la tierra que llora. Si aceptamos esta metáfora del llorar, debemos imaginar que el llano ha de gemir si leyera las dolorosas imprecisiones futuristas del inglés, leamos:
“Unos doscientos pies por debajo de la masa elevada donde nos encontrábamos, podían verse plateados meandros del Guárico destellando en el sol, mientras sus aguas fluían por la ancha banda del bosque negro que se extendía por los amplios espacios del llano, añadiendo gran belleza e interés a la escena. Si aumenta la prosperidad y la población, ¿qué no tendrá que ofrecer este escenario dentro de cien o ciento cincuenta años? Tiene capacidad natural para rivalizar con la famosa vista inglesa de Richmond Hill.”
“Se cumplió el tiempo, y las predicciones del crecimiento poblacional de Calabozo, pero, ¿qué tiene para ofrecer este escenario hoy, cumplidos los ciento ochenta y cinco años? Desolación, desbarajuste, anarquía, tristeza, profanación, aridez, pesimismo, desorden, contaminación. No rivalizamos con la famosa vista inglesa de Richmond Hill, que es descrita así hoy: el llamado Richmond Hill o Colina de Richmond, en el que se enmarca el famoso parque de Richmond, está muy cerca del centro de la ciudad de Londres, la vista desde las cercanías permite dominar el río Támesis y gran parte de la ciudad, la aristocracia inglesa tan singular en el mundo por sus maneras, la admitió en su círculo de preferencias. Hoy es también de gran atractivo para los visitantes.”
Fin del extracto del texto: “MISIÓN OLVIDO o de la Santísima Trinidad de Marchena” que lo puedes leer completo si lo compras en Amazon, o bien si estás en Venezuela y me lo pides al correo que está arriba.
Ahora, en medio de este año y de la pandemia, un grupo de llaneros resuelven la disyuntiva de quedarse en casa o, el pelear como Quijotes contra estos molinos de viento… (Puntos suspensivos).