Tiempo de ratas, por Simón Boccanegra
Desde hace un mes nuestra compañera Dubraska Romero, quien cubre la noticia militar, está siendo amenazada telefónicamente y seguida en sus desplazamientos por gente de la Guardia Nacional. No lo ocultan. Las llamadas han quedado registradas en el teléfono digital de su casa: provienen de un teléfono de la Guardia Nacional en El Paraíso. Hemos hablado con el jefe de inteligencia de la GN, un coronel Maneiro. Nos ha vacilado. Belisario Landis no responde las llamadas. En la Fiscalía, un incompetente que ejerce la Dirección de Delitos Comunes literalmente se burló de Dubraska cuando hizo la denuncia. El sábado pasado, ya para extremar el acoso, Dubraska fue seguida todo el día por un tipo que ni siquiera disimulaba. Quieren asustarla. Finalmente, la OEA, por la intervención de Cofavic y de Liliana Ortega, ha ordenado una medida cautelar de protección. Dubraska, que no quiere posar de heroína y que ha hecho las denuncias ante la Fiscalía obligada por el Director, ahora anda acompañada por un inspector de la policía. Pensar que el 4 de febrero de 1992 las banderas eran las de la ética y la moral. Hoy están roídas por las ratas.