¿Tienen futuro las organizaciones intergubernamentales?, por Luis Ernesto Aparicio M.
Cada día somos testigos de guerras en países cercanos o lejanos, invasiones territoriales por parte de naciones poderosas y el avance de autócratas que violan constituciones y leyes fundamentales para afianzarse en el poder. Ante este panorama, surge una inquietante pregunta: ¿dónde están las organizaciones internacionales que deberían velar por la paz y la justicia? ¿Por qué parecen impotentes frente a las demandas de los pueblos sometidos?
Aunque no soy un experto en temas internacionales, resulta evidente que muchas organizaciones, como la ONU, fueron creadas para promover la cooperación entre naciones en áreas como la paz, la seguridad y los derechos humanos. Sin embargo, hoy día, su efectividad es frecuentemente puesta en duda, especialmente cuando vemos la persistencia de conflictos y abusos de poder a nivel global.
Nuestro mundo actual está sometido a grandes presiones. La constante amenaza de que un conflicto puede estallar en cualquier momento ya sea por razones territoriales, religiosas o políticas, ha generado una especie de paranoia colectiva. La desconfianza y el irrespeto entre naciones parece haberse instaurado como la norma, y esto lleva a que muchas veces prevalezca la lógica de “atacar antes de ser atacado”. Los eventos recientes no hacen más que confirmar esta triste realidad, donde la violencia se presenta como la respuesta rápida frente a cualquier desacuerdo.
Este contexto nos obliga a revisar con urgencia la utilidad de los organismos intergubernamentales. Comencemos con la ONU, cuya misión es alentar a sus miembros a resolver sus diferencias de manera pacífica. No obstante, la vía pacífica parece ser la menos utilizada en los conflictos actuales. A los antiguos problemas territoriales se han sumado nuevos motivos de discordia: el terrorismo, el narcotráfico, la trata de personas, y otros crímenes organizados, que solo contribuyen a incrementar la tensión entre naciones.
En este escenario, es válido preguntarse: ¿para qué sirven los organismos intergubernamentales si los conflictos parecen aumentar? La respuesta cínica sería que no sirven para nada. Sin embargo, sería un error descartar por completo su importancia. A pesar de las críticas, estas organizaciones han sido fundamentales para preservar ciertos avances de la humanidad. La ONU, por ejemplo, trabaja en colaboración con varias agencias especializadas en áreas clave como la salud, la educación y el desarrollo económico.
Un ejemplo claro de su efectividad fue la gestión de la crisis provocada por la pandemia de covid-19. La Organización Mundial de la Salud (OMS), una agencia de la ONU declaró la emergencia sanitaria global y coordinó la respuesta internacional. Su papel fue crucial en la movilización de recursos y en la distribución de vacunas a nivel mundial, especialmente en los países más vulnerables.
A nivel regional, también tenemos ejemplos que destacan la relevancia de estas organizaciones intergubernamentales. Recientemente, el Centro Carter acudió ante la Organización de Estados Americanos (OEA) para presentar pruebas que confirman los verdaderos resultados de las elecciones en Venezuela, subrayando así la importancia de contar con organismos regionales capaces de velar por la transparencia y la democracia.
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Si bien hay mucho que criticar en cuanto a la ineficacia de algunas de estas instituciones, también hay mucho que rescatar. Con las reformas adecuadas y una mayor firmeza en la implementación de sus decisiones, podrían evitar los abusos de poder por parte de autócratas que buscan perpetuarse en el poder. Las organizaciones intergubernamentales aún tienen un papel crucial que jugar en el futuro de la gobernanza global, pero solo si son capaces de adaptarse y fortalecerse frente a los desafíos actuales.
El tiempo corre, y está en nuestras manos frenar su eventual desaparición o irrelevancia.
Luis Ernesto Aparicio M. es periodista, exjefe de prensa de la MUD
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