Todos juntos lo lograremos, por Rafael Henrique Iribarren Baralt
Cuando estamos muy nerviosos ante un problema nos ocurre que nos enfrascamos en un aspecto del mismo, dándole vueltas y vueltas a un mismo asunto, lo cual nos hace no ver otros aspectos del problema, en perjuicio de la obtención de la solución.
Algo parecido nos ha ocurrido con ciertos aspectos de la pandemia del covid-19 (Acrónimo en inglés de: Enfermedad del coronavirus 2019). Si bien el miedo nos ha hecho actuar y ser precavidos, el terror ha hecho que desatendamos detalles importantes. Por ejemplo: En los medios hay abundante información acerca de las necesarias técnicas para lavarnos las manos; pero nada es lo que se dice acerca del hecho incontestable de que si no tomamos la debidas medidas podría ocurrir que tras lavarnos las manos nos las volviésemos a contaminar al cerrar la llave del grifo, al haber esta quedado contaminada cuando la abrimos para lavarnos las manos. Le comenté esta inquietud a un médico experto y él me dijo que lo que él hacía era lo siguiente: “Me lavo las manos. Tomo varias toallas de papel para secarme las manos y cierro el grifo con ellas. Las mantengo en mi mano para abrir la puerta y luego las boto “.
Como en la Venezuela de hoy es probable que no haya papel en ciertos lugares públicos, aunque estos sean muy importantes (como, por ejemplo, el baño de un hospital), ante la imperiosa necesidad de lavarnos las manos tal vez sea necesario enjabonar las llaves, a efectos de evitar contagiarnos cuando las cerremos. La falta de papel también haría necesario bloquear las cerraduras de algunas puertas para poder usar los pies para medio cerrarlas o abrirlas (Por ejemplo: Las puertas de los cuartos de basura comunales, las de los baños de un hospital, etc.). Como probablemente nos ocurra que no haya agua en las tuberías, considero que sería necesario enjabonar junto con las manos la botella de agua que usemos para lavarnos las manos.
Otro punto de potencial contagio son los “puntos de venta”. Considero que sólo los debería de usar una sola persona (En Venezuela nos acostumbramos a eso debido a la falta de dinero en efectivo).
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Considero que todo mensaje relativo a la pandemia debe ser realista, por horrible que este sea; pero al propio tiempo no podemos dejar de mantener abierta la ventana de la esperanza (El no hacerlo sumiría a una parte de la población en el pánico, el cual, al igual que un virus, se irradia a todos los ámbitos de la vida, lo cual podría traer como consecuencia: Traumas en los niños, agravamiento de problemas cardiovasculares, etc. ). La esperanza de conseguir la solución a la crisis se fundamenta en hechos concretos como lo son: Los éxitos que tuvieron en China y en Corea en el control de la propagación, la existencia de antivirales muy efectivos, el conocimiento genético del virus, lo avanzados que están los proyectos de vacuna en diversos países (algunos a tal punto que ya se están haciendo pruebas en voluntarios).
En la actualidad hay cerca de 300 ensayos clínicos en el mundo que tienen como objetivo vencer al virus. Entre los medicamentos para tratar la enfermedad se destacan dos en los que los investigadores han cifrado sus esperanzas. Uno es el “remdesivir”, el cual fue desarrollado para combatir el ébola; pero que no llegó a utilizarse y está aún en fase experimental.
El otro medicamento es la “Cloroquina”. Este compuesto ha sido usado durante décadas contra la malaria y es la sucesora sintética de la quinina. La cloroquina tiene la bondad de no sólo de inhibir sustancialmente la acción del virus SARS-CoV-2, causante del covid-19, sino la de ser muy efectiva en el tratamiento de la neumonía, que es una de las principales complicaciones del covid- 19.
No en balde las autoridades sanitarias de China, Corea del Sur e Italia han recomendado su incorporación a los protocolos de atención, los cuales se están mejorando constantemente con base a los nuevos conocimientos que se van adquiriendo en un mundo muy interconectado, y en donde ha habido una gran solidaridad.
Mientras se descubren los medicamentos adecuados, lo que debemos hacer es ser sumamente disciplinados en las medidas preventivas. Es una lucha en la que todos somos de vital importancia. El descuido de un sólo habitante es nefasto para toda la humanidad, afectando principalmente a los más vulnerables: Ancianos, y los que padecen ciertas enfermedades.
La peligrosidad del virus radica en que muchos pueden ser portadores del mismo de manera asintomática, o teniendo algunos síntomas leves. Se estima que el 79% de las personas contagiadas en Wuhan se debió a haber estado cerca de una persona que no sabía que estaba infectada. Se estima un porcentaje similar en Italia.
En tiempos de crisis la humanidad se crece, y los habitantes sacan de su interior la heroicidad que los anima. Ejemplos como estos los vemos en los empleados de la salud, los cajeros de los auto-mercados, policías, etc. Lo vemos también en personas y empresas donando medicamentos, comida, equipos de protección, etc. ¡Y lo vemos también en esas almas gigantes que se ofrecen de voluntarios para que sobre ellos se experimenten las nuevas drogas!
Otra ventana que debemos dejar abierta, la más importante sin duda, es la de la Fe, sin distingo de religión. Para que fortalezcamos la Fe bueno es recordar a San Agustín, quien decía algo así: “Los milagros no ocurren en contradicción a la naturaleza. Ocurren en contradicción de aquello que nosotros de manera limitada conocemos de la naturaleza “.
De hecho, una meditación genuinamente humilde nos lleva a concluir que todo en la vida es, en esencia, un milagro. Lo que pasa es que en medio de nuestras cotidianas preocupaciones nos hemos acostumbrados a no verlos.
Algo inaudible, y potente al mismo tiempo, me dice desde mi interior que el terrible sufrimiento actual de la humanidad son sus dolores de parto, con los cuales se nos anuncia un pronto amanecer: Un mundo mejor, más humano.