Tomar decisiones: hay que ejercitar ese “músculo”, por David Somoza Mosquera
Twitter: @DavidSomozaM
Tomar decisiones suele ser difícil porque lleva tiempo y energía considerar las opciones que existen y elegir la más indicada. De hecho, hay personas a las que les cuesta tomar una decisión porque sienten temor a equivocarse, no confían en sí mismos o le dan demasiado importancia a la opinión de los demás.
También hay gente que aborda la toma de decisiones desde la misma perspectiva una y otra vez, usando las mismas herramientas y hábitos, aun cuando las decisiones sean muy diferentes. Y esto implica un problema, pues adoptar la misma estrategia limita las posibilidades para tomar la decisión más apropiada y acorde con lo que se requiere.
Para tomar mejores decisiones hay que romper con los patrones y ver las cosas de manera diferente, incluso si es incómodo, y esto implica reconocer que las dudas, la incertidumbre y la ansiedad son parte de este proceso.
Cheryl Strauss Einhorn, fundadora y directora ejecutiva de Decisive (empresa especializada en métodos para la toma de decisiones y resolución de problemas complejos), hace una serie de consideraciones valiosas en su análisis “What Are Your Decision-Making Strengths and Blind Spots?”, publicado en Harvard Business Review.
Ella parte de que las personas, primero, deben comprender sus propias fortalezas para la toma de decisiones y sus puntos ciegos. «¿Cuál es la psicología de su toma de decisiones? ¿Cuál es su enfoque típico? ¿Qué errores mentales o sesgos cognitivos tienden a interponerse en su camino? Mirar hacia adentro a lo que valoras puede iluminar por qué tomas decisiones de la manera en que lo haces, y cómo podrías estar defraudándote con tu enfoque. A partir de ahí, puede interrumpir sus procesos tradicionales».
A través de su investigación, Strauss Einhorn identificó cinco arquetipos de toma de decisiones, a los que llamó Perfiles de Solucionador de Problemas (PSP). Estos PSP –explica– son enfoques personales para la toma de decisiones que se construyen a partir de las fortalezas y debilidades individuales. Estos cinco arquetipos o perfiles son:
Aventurero. Toma decisiones rápidamente y confía en su instinto. Cuando se enfrenta a un desafío, prefiere hacer lo que se siente bien en vez de gastar su valioso tiempo pensando en todas las opciones.
Detective. Valora la información y siempre estás buscando hechos y datos. No decide en función de cómo se siente, quiere ver lo que dice la evidencia. Cree que cuanto más se aprende y se sumerje en los detalles, mejor se harán las cosas.
Oyente. Cuando se enfrenta a una situación desafiante o a una decisión compleja, confía en esas personas que lo apoyan y solicita sus aportes y opiniones. Se siente cómodo sabiendo que no tiene que decidir por sí mismo.
Pensador. Es reflexivo y resiste la presión de tomar decisiones rápidas. Sopesa cuidadosamente las opciones, queriendo entender los aspectos positivos y negativos de cada una. La velocidad no es tu objetivo, sino el proceso.
Visionario. Le gusta seguir su propio camino. Cuando se enfrentas a un conjunto claro de opciones, está más interesado en encontrar una diferente que aún no se les haya ocurrido a otros. Suele sorprender con sus decisiones.
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Estos arquetipos podrían considerarse como un punto de partida para que las personas –y esto incluye a los líderes empresariales– no solo se vean retratadas en algunos de ellos, sino para que puedan detectar sus propias fortalezas y debilidades, ya que, al final, para poder tomar de decisiones más dinámicas hay que conocerse a uno mismo y así evitar posibles sesgos y lograr obtener nuevas perspectivas sobre un problema.
«Si bien no siempre es fácil pensar fuera de su propia caja, recuerde que está desarrollando tanto la fuerza como la flexibilidad en los músculos de toma de decisiones que necesita para tomar mejores decisiones importantes», dice Strauss Einhorn.
Así que llegó la hora de ejercitar esos músculos…
David Somoza es especialista en temas de negocios y manejo de capital humano.
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