Trabajadores respondones, por Teodoro Petkoff
Chacumbele se molestó con el dirigente sindical de los trabajadores de Polar y le recriminó que «defendiera al patrono». Sin embargo, ese dirigente sindical, llamado Richard Prieto, había dicho bien claro que defendía los puestos de trabajo, tanto el suyo como los de sus compañeros de labor, amenazados por el arbitrario decreto de desalojo de los galpones de Polar en Barquisimeto. Prieto aboga por la defensa del derecho al trabajo.
Si en eso coincide con el patrono, lo cual en este caso es perfectamente comprensible, puesto que la sobrevivencia de los puestos de trabajo implica la de la empresa, eso lo único que demuestra es que la política del Gobierno es completamente equivocada y contraria no sólo al grupo Polar sino a los trabajadores de este. No puede ser que quien quiere cerrar una empresa, y con ello lanzar al desempleo a varios miles de trabajadores, tenga razón y estén equivocados tanto los trabajadores como los empresarios, que coinciden en la defensa del derecho a que la empresa continúe operando para que puedan seguir derivando de ella su sustento quienes laboran en ella.
Chacumbele no tiene razón pero la quiere imponer a la brava porque en su concepción ñángara y militarista de la sociedad no caben trabajadores con independencia de criterio. El país que tiene en mente Chacumbele es un país de eunucos, un país donde todo el mundo le obedezca y le jale bolas como un mariosilva cualquiera. Por eso Chacumbele tiene entre ceja y ceja el propósito de destruir el movimiento sindical.
Su concepción ñángaro-militarista del país no admite la existencia de organizaciones sindicales autónomas, independientes del Estado y del partido. Las organizaciones sindicales que desea son aquellas que se le paren firmes y obedezcan órdenes sin discutir.
Esta es la otra cara del ñángaro-militarismo del siglo XXI. De un lado, la expansión del estatismo económico con su ineficiencia y corrupción concomitantes, acompañada de la asfixia progresiva del sector privado de la economía; del otro, la liquidación del movimiento sindical tal como lo conocemos hoy. Sobre todo, por ahora y prioritariamente, del sindicalismo en el sector público. Más adelante se ocupará del sindicalismo en el resto de la economía. Chacumbele no resiste sindicatos que exijan reivindicaciones ni contratación colectiva. Si en el proyecto ñángaromilitarista sobrevivieran formalmente organizaciones sindicales, la idea es que operen como representantes del Estado y el Gobierno ante los trabajadores y no de estos ante el patrono-Estado. Así fue en la URSS, así es en Cuba y así es, todavía, en China. Una vez Fidel Castro, tratando de seducir a unos empresarios venezolanos para que invirtieran en Cuba, les decía que en ese país «no hay sindicatos que frieguen la paciencia». Es la «ventaja comparativa» que les ofrecía. Ese es el modelo que tiene en mente Chacumbele. Un país donde los sindicatos no le joroben la paciencia al Gobierno.
Sin embargo, no contaba con que los trabajadores le salieran respondones. La dirigente sindical de las enfermeras se lo cantó bien clarito. Es que no le tienen miedo. Tan simple como eso.