Trapo rojo, por Teodoro Petkoff

Si alguna virtud –las tiene, las tiene– se puede predicar de la Coordinadora Democrática es haber manejado con una relativa prudencia sus muchas contradicciones internas, aun en los momentos más álgidos. De suyo ahí está, operando. Lo sucedido con la actitud de algunos partidos de precipitarse a solicitar revocatorios para varias decenas de asambleístas del gobierno ha generado un enfrentamiento bastante sonoro en su interior. No vamos a entrar en la letra menuda del asunto que destila politiquería barata: que si éste dijo y se desdijo, que eran tantos y no cuantos los revocables, los hechos cumplidos y después veremos. La basurita conocida por décadas.
Días atrás, preguntábamos desde esta sección editorial si era lo más conveniente responder con una avalancha de revocatorios la estrategia oficialista de solicitar RR para gobernadores, alcaldes y diputados de la oposición; si era o no el momento de comerse los peones. Acción Democrática, que introdujo el pasado viernes 64 solicitudes de referendo, y el MAS, que prepara otras 25, trazan una línea de acción que, además de levantar una polvareda de acusaciones y contraacusaciones en el campo opositor, apunta a lo que podríamos llamar una “victoria total” en el aún no señalado momento de la consulta popular.
Para ciertos sectores, también vinculados con la oposición, AD y el MAS, por ahora, porque es posible que otros partidos se adhieran a sus solicitudes, estarían embistiendo el trapo rojo del oficialismo y, por tanto, desviando la atención y la concentración de esfuerzos en el revocatorio presidencial, que ha sido desde siempre la gran aspiración de esas marchas tan apreciadas por, precisamente, los partidos. Una visión excesivamente pragmática de la política pudiera, al final, si no media la prudencia y el sentido común, imponerse a lo que la gente común ha demandado y demanda fervientemente.
Argumenta AD, por boca de su secretario general, que la “urgencia” obligó a su partido a presentar sin la debida consulta a la CD sus solicitudes revocatorias el pasado viernes. El dicho popular es lapidario: de la prisa sólo queda el cansancio. El MAS también estaría dispuesto a correr solo, si fuera el caso, con sus 25 revocatorios a diputados del oficialismo. Desde la otra acera, el MVR y sus aliados también pueden echar mano del refranero: en río revuelto, ganancia de pescador.
Pero, quizás, lo más preocupante del asunto, desde nuestra perspectiva, además de las enredinas técnicas y legales que esto pueda acarrear, es la dosis de desánimo que los tortazos pueden sembrar en un país opositor que necesita toda su voluntad para no desmayar en el anhelo de salir de este delirio autocrático. Desgano que es, por lo demás, el primer objetivo del gobierno.
En posible que el asunto no sea tan grave como algunos lo presentan pero se impone un llamado a la cordura, de inmediato.
Hay que afinar el oído y pegar el corazón muy cerca del latir del país, de ese amplio porcentaje de venezolanos, que quieren pasar la hoja de esta historia, pero no de cualquier manera. La CD debe ofrecer un panorama nítido, diáfano y esperanzador. Ese el reto.