Tratar la covid-19 en casa: una alternativa de doble filo
Los especialistas consultados por TalCual consideran que el gobierno subestima el tamaño de la covid-19 y siempre va a la cola de la epidemia. Advierten que los subregistros de contagios se elevan a medida que la gente evita ir al médico debido al miedo a las políticas de persecución que el Estado aplicó al inicio de la pandemia
Autores: Roison Figuera y María Graterol
La sola idea de ir a un hospital con fiebre persistente, dolor de cabeza, tos y malestar general produce pavor. Para muchos, incluso personas que tienen síntomas leves, pensar en la posibilidad de dar positivo por covid-19 es verse sacados de sus hogares, aislados y a la buena de Dios. La política de persecución que aplicó el gobierno de Nicolás Maduro al inicio de la pandemia mantiene a más de un venezolano con criterios nada positivos respecto al coronavirus, escondidos en sus hogares y hasta tosiendo en silencio para no ser delatados.
El pasado fin de semana, Nicolás Maduro reiteró su llamado a la ciudadanía a ir a los centros de salud habilitados para atender contagios por covid-19 en caso de tener algún síntoma. «Le insisto a usted que nos escucha: si tiene algún tipo de síntoma, mientras más rápido reporte, más rápido será atendido y será mejor», dijo.
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El mandatario aseguró que conoce de casos de personas que han estado graves por «irresponsabilidad», pues por no creer en la enfermedad, por miedo o pensar que «tomándose algo» se curarían -aún cuando él mismo ha recomendado plantas medicinales para atender la enfermedad– han ido al médico al último momento.
En medio del temor a resultar positivo por la enfermedad, a muchos venezolanos les surge la interrogante de cómo el Estado garantizará su salud cuando ni siquiera ha dotado a los hospitales para hacer frente a la pandemia.
Covid-19: la gran simuladora
«No es lo mismo quedarse en casa sin saber la gravedad de lo que se tiene, a confinarse bajo supervisión médica«, dice a TalCual Huníades Urbina, secretario general de la Academia Nacional de Medicina, quien detalla que en momentos de pandemia lo primero que se piensa, cuando se tiene alguna afección, es que se está contagiado.
Si se presentaran malestares en momentos de normalidad se pudiera pensar que se trata de un gripe, pero ahora lo primero que llega a la mente es la covid-19. Por esa razón, ve necesario que si hay sospechas de que se tiene la enfermedad se acuda al médico «porque es la única persona que podrá saber si se está infectado o no y le podrá recetar un tratamiento dependiendo de la condición«.
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Urbina detalla que la covid-19 podría tildarse como una «gran simuladora», que en casos de personas que padecen enfermedades crónicas podría causar problemas cardíacos y hemorragias, es decir, que cualquier malestar que se tenga podría tratarse de ella porque nunca se sabe qué curso va a tomar la enfermedad.
«La gente debe ir a los hospitales para tener un diagnóstico, primero por protección personal y segundo por su familia, pero si no lo hacen y se ponen a buscar información en redes sociales pueden poner en riesgo su vida«, matiza, no sin antes reconocer que una de las razones por las que la gente evitar acudir a los hospitales es por el miedo a ser llevados a un hotel o a cualquier otro recinto de aislamiento.
A su juicio, esta política, aplicada por el gobierno, ha sido inapropiada y aunque dice que ahora se aplica con menor frecuencia, ese precedente ya está en la memoria de la gente.
Por otra parte, señaló que esto solo contribuye a que en el país haya un subregistro de la enfermedad y que las medidas de acción sean mucho más deficientes de las que hasta ahora ha aplicado el gobierno de Maduro.
El también presidente de la Sociedad Venezolana de Puericultura y Pediatría mantiene su posición de que el régimen de Maduro comete error tras error en la batalla contra el coronavirus, pues a más de 180 días, las medidas de cuarentena y distanciamiento social aplaudidas en su momento por profesionales de la salud por su aplicación temprana perdieron la fuerza inicial y se dio paso a la improvisación, al doble discurso y con ello se emprendió una batalla contra la enfermedad con acciones desacertadas y descuidos que se pagan con el crecimiento exponencial de la cifra de contagios.
Para Urbina la flexibilización de las medidas de cuarentena siguen siendo un error, sin dejar de admitir que la crisis económica tampoco juega a favor de los venezolanos. Precisa que el desacierto está en la magnitud en la que se desescala el confinamiento, pues cree que solo deberían abrir supermercados, farmacias y establecimientos de insumos de primera necesidad en lugar de zapaterías y tiendas de ropa.
Pudo más el miedo
Lo advertido por Huníades Urbina sobre el miedo de la gente se evidenció en la familia Ramírez, residente de Caracas, que cuando supieron que uno de sus empleados estaba contagiado con covid-19, ya era demasiado tarde.
Pocos días después, seis de los nueve habitantes de la casa habían contraído la enfermedad, lo que fue corroborado por test rápidos. Nada de PCR. El temor a ser recluidos en un hospital centinela o aislados en un hotel pudo más que la ansiedad por tener certeza sobre el contagio.
Aunque no tenían problemas económicos para hospitalizarse en una clínica, la decisión fue tratar a todos en casa, atendidos a la distancia por el médico tratante y solo ir a la consulta en caso de gravedad. Incluso la abuela de 83 años, fue hospitalizada en casa.
“El médico revisaba los valores de mi mamá a diario y una enfermera se encargó de toda la atención, pero preferimos tenerla aquí que llevarla a una clínica, que también han llegado a colapsar algunos días”, señala Marina, la hija, quien 21 días después dice sentirse totalmente restablecida del covid-19.
De hecho, a pesar de trabajar en la clínica más cara de Caracas, comenta que el neumonólogo tratante atendió en un solo día a 70 pacientes -hospitalizados y en consulta presencial- por afecciones relacionada con el coronavirus, lo que habla de una magnitud de la enfermedad que las cifras oficiales no revelan.
La familia Ramírez tuvo suerte de haber contado con una enfermera que se encargara de todas las atenciones necesarias, pues no todo el mundo tiene conocimientos en la toma de vías, aplicación de tratamientos específicos y la evaluación de datos, por ejemplo arrojados por oxímetros, un aparato médico que mide de manera indirecta la saturación de oxígeno de la sangre.
Como los dicen los expertos consultados por TalCual, un profesional de salud debe hacer seguimiento a los pacientes contagiados que se mantengan en casa, pues ante una enfermedad tan impredecible como la covid-19 cada segundo cuenta y el desconocimiento puede jugar en contra, al igual que los altos costos de exámenes para seguirle el paso al virus.
El señor Google fue el médico
La familia Uzcategui sentía el mismo miedo que los Ramírez – el de terminar en un hotel o refugio hospitalario sin saber las condiciones en que estos estarían-, pero ellos no tenían los medios para poder costear una hospitalización en ningún centro privado, pues eran cinco personas. La única asistencia médica que recibieron fue del «señor Google».
Té de eucalipto y otras infusiones recomendadas en la web fue lo que les ayudó a pasar la montaña rusa de mejora y agravamiento que implicaba el tener el virus en el cuerpo. Rafael Uzcátegui, el mayor de los hijos y uno de los sostenes del hogar, dice que aunque ya se siente bien, nunca pudieron hacerse la prueba. ¿La razón? No encontró hospitales públicos que tuvieran el test.
«Nos dio esta enfermedad y, al sol de hoy, te confieso que no nos hicimos la prueba. Mi papá fue a un Centro de Diagnóstico Integral (CDI) de Petare, y ahí le dijeron que no había. Fue al Pérez de León y ahí tampoco había ninguna prueba. Así que, por la sensación de inseguridad , y la confianza que no tenemos por como se manejen las cosas a nivel sanitario en el país, no asistimos», dice Rafael.
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Él y sus padres fueron los más afectados por el virus, pese a lo cual considera que les dio leve. En eso casos, según dijo una doctora del Hospital Central de Maracay, quien quiso mantenerse en el anonimato, lo mejor hubiese sido asesorarse con un doctor conocido de confianza, tal y como ella está haciendo con algunos de sus pacientes.
«Si un paciente presenta síntomas leves puede estar en casa con orientación médica, porque en el hospital a los casos leves no se les puede atender oportunamente. Estamos tan colapsados y atendiendo a los pacientes que llegan graves, que poca orientación se les puede dar a los casos leves o moderado leve», acotó la doctora.
¿Dónde está el ministro?
Huníades Urbina critica que hasta ahora el gobierno de Maduro no se haya dignado a hacer campañas de información, gracias a los cual el miedo gana terreno y la gente, en su desconocimiento, recurre a medidas inapropiadas, entre ellas el consumo de «guarapos medicinales», que a su juicio, son puros «embustes».
«No hay ningún medicamento aprobado contra el coronavirus. Todo eso es embuste. Reconocemos que el gobierno lo ha dicho y la Academia se ha opuesto, porque todo eso podría ser dañino para la población. Para la covid-19 no hay un medicamento, hay una batería de fármacos aprobados para mejorar las condiciones de las personas contagiadas«, dice.
Con Urbina coincide el médico epidemiólogo José Félix Oletta, quien asegura que ninguna conducta imprudente es recomendable y que el autotratamiento es contrario al sentido común, pues todo caso sospechoso debe ser conducido por un profesional de salud.
«Quien debería orientar a la población es el Ministerio de la Salud y no dice nada. Allí hay una omisión en estos seis meses. De forma categórica tengo que decir que al país le ha faltado su ministro de Salud, él es quien tiene que educar a la población sobre lo que debe hacer», dice.
Oletta destaca que la desinformación es el detonante de las acciones equívocas y estas, por ejemplo, llevan a evitar ir al médico cuando se detectan señales de alarma, tal y como actuó Dariuska Peña, habitante del estado Vargas, quien relata a TalCual haber estado por tres semanas con dolores de cabeza, musculares e insuficiencia respiratoria.
Peña dice que tras presentar fiebre por casi 48 horas apareció el resto de los síntomas. Asegura que en un primer momento prefirió atenderse en su casa, con té de plantas medicinales, porque pensaba que era una simple gripe. Incluso, un día en el que sintió mejoría ejerció su oficio -la peluquería-, lo que devino en una seguidilla episodios donde casi no podía respirar.
Decidió llamar a un médico cuando los momentos de insuficiencia respiratoria se hicieron más cotidianos. Aunque ninguna prueba rápida o PCR le confirma que tuvo covid-19, el galeno que hizo seguimiento a su condición de salud y amigo de una hermana, cree que todo apuntaba a que era coronavirus.
Criterios de alarma para covid-19
Tanto Urbina como Oletta coinciden en que todas las personas con sospecha de coronavirus deben acudir a un médico, afirman que no todos los casos aplican para ser hospitalizados.
José Félix Oletta explica que las personas con malestar persistente por más de 48 horas deben consultar a un médico y que solo cuando el experto reconoce que hay alarma deben ser hospitalizados, sobre todo cuando se trata de adultos mayores o portadores de enfermedades crónicas.
El exministro de salud expone que hay criterios que se pueden identificar como «de alarma», por ejemplo: grupos de población con más riesgos -que en el país son los varones- las frecuencias respiratorias por encima de 30 respiraciones por minutos, tensión arterial baja, frecuencia cardíaca de más de cien latidos por minutos, fiebre muy elevada.
Otro factor es la saturación de oxígeno en la sangre por debajo de 93% – 94%: cuando una persona presenta una baja de estos valores debe ser observada, si es menor a 90% debe ser trasladada de forma urgente al hospital más cercano.
«De lo contrario no tiene sentido sobrecargar las emergencias de los hospitales. Estas cosas no hay que improvisarlas. Están codificadas y organizadas en todos los países. No hay naciones que puedan tolerar una demanda como esta», dijo.
Otro caso. Al doctor Alexander Segovia -contagiado de covid-19 que tenía la saturación de oxígeno en 93%- le recomendó anticuagulantes y otros medicamentos para que pudiera quedarse en casa, y le advirtió que de empezar a botar fluidos nasales debía hospitalizarse inmediatamente.
El centro clínico al que fue Segovia recibe a diario cerca de 20 pacientes sospechosos de coronavirus, por lo que el médico de turno tiene a 50 personas «hospitalizadas» en sus casas. En la clínica no hay un área destinada para eso. El hombre de 30 años vive en Vargas, pero ir al hospital del Seguro Social no era una opción, pues «sólo atienden a quienes llegan muriéndose», dice. Así que le tocó ir al CDI de Guaracarumbo, no a que le hicieran revisiones médicas sino para que le pusieran las inyecciones que le recetó el galeno consultado en una clínica privada de Caracas.
Para el médico epidemiólogo, el gobierno de Nicolás Maduro, además de educar a la ciudadanía, debe decir la verdad. Argumenta que cuando el Ejecutivo habla de que hasta el 30 de agosto se contabilizaban 48.000 casos de contagio deja por fuera los no confirmados, lo que significa que hay entre cuatro y cinco veces más de los que admite.
«El gobierno subestima el tamaño de la enfermedad porque no hace el número de pruebas adecuadas. Ahora reportan 1.000 o 1.200 porque llegaron a la capacidad máxima de procesamiento de las pruebas. El Estado siempre va a la cola de la epidemia y reporta los resultados en diferido», dice.
Oletta agrega que la ineficiencia en el manejo de la enfermedad incide en el subregistro de casos de contagios e incluso de muertes «¿Quién puede manejar una pandemia en diferido?», se pregunta.
A la cola de la pandemia
Pero a la familia de «Pipo» le consta que el gobierno de Nicolás Maduro trabaja «en diferido». Ha pasado un mes desde que falleció, con criterios para covid-19 y aún no han sido precisados sobre si se trató o no de la enfermedad. La prueba rápida, desestimada por especialistas, salió positiva cuando ingresó al hospital Pérez Carreño, pero su acta de defunción señala que murió por neumonía e infección respiratoria baja. No dice que fue por covid-19.
El hombre de 65 años de edad falleció 19 días después desde que comenzó a presentar los síntomas. Familiares que prefieren no identificarse por temor a represalias del régimen, relataron que en la segunda semana fue cuando empeoró. Pero «Pipo» se negaba a ir al médico. Aseguran que duró siete días con fiebre, aunque esta cedía cuando tomaba algún antipirético, perdió el apetito y luego presentó dificultad respiratoria. Fue entonces cuando aún contra su voluntad, lo llevaron al centro de salud.
La permanencia de «Pipo» en el centro hizo vivir en carne propia a sus parientes el colapso del sistema de salud pública, denunciada desde antes de que llegara la pandemia y que expertos afirman a TalCual que el régimen de Maduro no se ha preocupado a atender en estos momentos de emergencia.
Uno de los funcionarios que ha denunciado la situación es el diputado y comisionado del gobierno interino para la salud, José Manuel Olivares, quien detalló esta semana que en la nación hay más pacientes que camas disponibles en la red pública.
De ello saben los familiares de «Pipo», pues la muerte llegó a su pariente mucho antes de que lograran encontrar un cupo en una unidad de cuidados intensivos de algún hospital caraqueño.