Tremendo pelón de bola, por Simón Boccanegra
El finado Edecio La Riva, en su inmortal Elogio de la adulancia, alertaba al adulante respecto del cuidado que debía tener de no poner nunca en aprietos al adulado y, muchísimo menos, colocarlo en situación de ridículo. Fuentes cercanas a palacio, generalmente muy bien informadas, dan cuenta de que la gaffe del presidente denunciando un mensaje subliminal en una imagen del intento de asesinato de Juan Pablo II que transmitió Globovisión, fue producto de un “informe” de Willian Lara. Chávez, que no había visto ese programa, repitió el dictamen de los “semióticos” de su ministro, sin siquiera verificarlo. Cuando lo vio, dándose cuenta del ridículo que lo habían obligado a perpetrar, le armó un peo a Lara cuyos decibeles son considerados como de los más altos que hayan chocado contra los muros del caserón de Misia Jacinta.
Dicen las fuentes que el hombre de la dicción exquisita continúa en el puesto porque sería muy obvia una destitución inmediata, pero que ya está en la lista de espera. Ahora, viéndolo bien, responsable es el propio presidente. Una persona que está todo el tiempo hablando de que lo quieren matar obliga a sus subalternos a andar continuamente buscando las evidencias de tales planes.
Si no las encuentran, las inventan.
