Tres en uno y más, por Simón García
El artículo, Tres en uno, del padre Ugalde brinda aspectos útiles para explorar nuevamente que una mayoría de fuerzas y sectores opositores puedan compartir un marco estratégico, unirse en algunos ámbitos, impulsar un plan de acciones conjuntas en ellos y mantener diferencias tácticas e incluso estratégicas.
Si en las actuales circunstancias no es viable la unidad perfecta, no se gana nada mostrándole al país las piezas de un desmembramiento suicida de la oposición. Hay que cerrar el duelo de la MUD y alejados de melancólicas vueltas para restablecerla, encontrar versiones posibles de unidad, representativas, flexibles y efectivas.
La tercera ola de experiencias unitarias tiene que dar respuestas a algunas exigencias de la realidad, entre ellas la escalada de destrucción masiva de la crisis social, el ahondamiento del colapso económico y la descomposición ética de una maraña de poder en la que las madejas delictivas están predominando respecto a las que aún conservan verdaderos objetivos políticos. Y más que darle cabuya al juego político convencional, innovar en el objetivo de oponerse al régimen, confrontar su poder y debilitar sus bases de sustentación.
Existen, en medio de las fortalezas reales del régimen, eslabones débiles que comienzan a reflejar desajustes que manufactura el asedio de la crisis, el impacto de las sanciones internacionales, la conflictiva concentración autocrática del poder, el miedo a perder el botín o el temor a desaprovechar la oportunidad de formar parte de una solución.
Por su parte, la oposición se viene deslastrando del extremismo. Es uno de los atributos del artículo del padre Ugalde, varias de cuyas ideas merecen respaldo: 1. El cambio debe ser obra de actores nacionales; 2. Es necesaria una negociación y en ella deben jugar “un importante papel quienes creyeron en el “proceso” y hoy reconocen honestamente el desastre que ha producido y ahora tienen voluntad de cambio”. 3. Es imprescindible la presión de factores internacionales. 4. Unir a la oposición en torno a una ruta clara, que además de calle movilizada, incluye “sociedad organizada y sus partidos”. 6. Y por último, “elcambio no vendrá ni de la pasividad, ni de grupos y grupitos de pequeños intereses que acentúan sus diferencias del resto”.
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Entre otras expresiones de la oposición y la óptica Ugalde existen diferencias que pueden y deben ser tratadas sabiendo que ninguna de las visiones contiene toda la verdad y que para avanzar no debe declararse a una sola como correcta, porque las condiciones, los apoyos de la opinión y los consensos políticos son variables.
Dos puntos candentes. Uno, el comprobado mal hábito inmediatista de fijarle fecha de caducidad al régimen. Y el segundo, descartar a priori salidas que supongan la realización de elecciones competitivas bajo el actual gobierno o un entendimiento de convivencia en el marco de un nuevo gobierno.
La oposición está retada por una misma batalla. Ella exige unir fuerzas y concertarlas en un mismo plan para resolver pacíficamente un conflicto entre venezolanos, aclarando lo que gana cada parte, aun si no es la que triunfa. Una batalla que mientras más rápido se resuelva menos víctimas habrá por obra de un gobierno que ya no puede parar una crisis que nos destruye a todos.