Tres tornillos y un dineral, por Simón Boccanegra
Este humilde minicronista piensa que si el actual gabinete que conforma el gobierno de Maduro fuera parte de un elenco cómico televisivo, al mejor estilo de Radio Rochela, no le saldría también el libreto que a diario se inventan para culpar a los otros de sus propias torpezas. Veamos: hay un reporte interno de seguridad industrial de la misma Corpoelec, publicado en marzo pasado, que advertía la necesidad de supervisar y poner interés en el mantenimiento de las plantas centrales, a través de las cuales circula la energía eléctrica que va a los estados del occidente. Es posible que al ministro Jesse Chacón, ocupado como ha estado en viajar a Cuba y aguardando la fecha que, según él mismo, se dio como plazo para resolver el asunto de las fallas continuas en muchas ciudades, se le olvidó el citado informe, y cuando sobrevino el inesperado apagón del pasado martes, admitió con honestidad que había ocurrido un accidente. Pero, ¡craso error!, Jesse habló antes que Nicolás, y fue éste quien bajó la línea y dictaminó que se trataba de un «ensayo de golpe», con lo cual queda demostrada la superioridad de la oposición que, antes de dar el golpe, lo ensaya y obtiene tremendo éxito. Luego, ya sabemos lo que pasó después. Jesse nos enredó con una malla que cubría un sector y no sé que más, y fue allí donde, como en la canción de Cheo Feliciano, el ministro concluyó que «de cualquier mallá, sale un ratón…oye».
Ahora viene el archimillonario Rafael Ramírez, con un año de retraso y tragándose sus declaraciones de entonces, a tratar de convencer al país de que la tragedia de Amuay no fue «un accidente casual», sino un sabotaje deliberado». Nos dice que en la investigación realizada en la devastada planta que se incendió no se encontraron 7 espárragos que sujetan la bomba al piso, y que se determinó que fueron retirados por manos criminales, originándose la fuga masiva de gas, y de allí la explosión e incendio. A juicio de quienes trabajan en la industria petrolera hay que estar loco para aflojar unos tornillos de esa bomba y huir en el intento, ya que de inmediato habrían volado por los aires con la explosión. Sospechan que los venezolanos son pendejos. El próximo, que sea de vaqueros, por favor.