Tricky Georgie, por Simón Boccanegra
Dice el cable que un «tímido aplauso» acogió el discurso de Bush en Naciones Unidas. El día anterior Kofi Annan, secretario general de la organización, había sido calurosamente aplaudido. Annan se opuso a la guerra unilateral contra Irak, que el ranger de Texas viene anunciando. Este, a su vez, con la prepotencia del matón de barrio, que no necesita de inteligencia -de la cual es fama que carece-, porque confía en su musculatura, ha dicho que su gobierno actuará, con o sin Naciones Unidas. Basta con leer las «condiciones» que Bush pone a Irak para percibir sin mayor esfuerzo que son semejantes a las del cuento del policía que pidió documentos de identidad a un ciudadano y a pesar de encontrarlos todos en regla, lo detuvo, sin embargo, aduciendo que el dinero que portaba en la cartera era para comprar un revólver. Hitler comenzó la Segunda Guerra Mundial simulando, con sus SS disfrazados de soldados polacos, que estos habían asaltado una emisora radial alemana en la frontera. Johnson desató los bombardeos sobre NorVietnam inventando un incidente en el Golfo de Tonkín. Tricky Georgie va por ahí.