Turquía y aquella MUD, por Luis Ernesto Aparicio M.
Twitter: @aparicioluis
Suena muy lejos, pero ese país que se encuentra ubicado entre dos continentes: una parte en Europa Oriental y la mayor parte en Asia Occidental y que en los últimos días ha dado mucho de qué hablar debido al proceso electoral que ha vivido. Asunto que pudiera parecer a los de que mayor costumbre tenemos por estas latitudes americanas, con sus ventajismos y excesos electorales por parte del oficialismo.
Con una estructura modificada por el actual mandatario, Recep Tayyip Erdogan, que le ha convertido en una figura omnipresente al ser Estado y ejecutivo, producto de las modificaciones a la Constitución. No obstante, buena parte del pueblo turco se debate entre la recuperación de la democracia o la continuidad, para 5 años más, del problema al tener un gobierno que niega los sistemas de libertades y equilibrio de los poderes.
Pero más allá de caracterizar al régimen de Erdogan, lo más sobresaliente es el resultado obtenido por la oposición en las pasadas elecciones de hace unos pocos días atrás. Una oposición que se mantuvo atomizada entre pequeñas parcelas de poderes disminuidos y con pocas posibilidades de enfrentar a un sujeto con el perfil del actual presidente turco.
Marcados por las diferencias, la oposición turca decidió anotarse en la pizarra de la Unidad y apostar a la posibilidad de triunfar. Es decir, ellos, conociendo al personaje que gobierna y todo el ventajismo que él representa, sabían que el camino para vencer se encuentra aún lleno de las peores barreras que puedan imaginar. Sin embargo, con una solida herramienta como el estar unidos, intentarían salir airosos en una muy desequilibrada batalla electoral.
A pesar de no estar entre los bandos clásicos de izquierda y derecha, sino en una gran variedad de posiciones políticas, religiosas, económicas, etc., desde la oposición no apostaron a las salidas sorprendentes, ni mucho menos a las posiciones extremas; antes bien se enfocaron, única y exclusivamente, en la victoria electoral como solución al problema que representa tener al frente del gobierno un practicante del extremismo ocupado en su personalismo y la división de la sociedad.
Por su empeño unitario y su excelente trabajo en la oferta programática, la oposición turca ha logrado el mejor de los papeles electorales obtenidos desde que Erdogan está en poder. Han obligado a una segunda vuelta, cosa que resulta sobresaliente a estas alturas.
Y puede que el hoy mandatario se encuentre en una posición comprometida desde el punto de vista electoral, gracias al esfuerzo de una 0posición que ha guardado sus conflictos para apostar a la recuperación de las libertades democráticas en Turquía.
*Lea también: El programa de gobierno de la oposición en Turquía, por Marino J. González R.
Al igual que aquella Mesa de la Unidad Democrática de Venezuela en sus mejores momentos de entendimiento y unidad, los opositores turcos pueden estar a pocos dígitos porcentuales para vencer el personalismo y la capacidad divisoria que ha tenido el actual presidente de su país.
En aquella MUD, el trabajo de concertación de ideas, discusión, resolución con ideas y gran cantidad de propuestas sobre los temas más preocupantes de la gente, era continuo. Se habían establecido unos acuerdos de funcionamiento que fueron respetados y además se contaban con equipos de trabajo que funcionaban como engranajes alrededor de las ideas que los partidos políticos llevaban a la mesa de discusión.
Para ese momento político, la idea de la Unidad era lo prioritario. Al igual que la oposición turca, entender que había que mantenerse sólidamente unidos era la prioridad. Tal actitud poseía una base fundamental y era el mantener la conciencia de que solo a través de la vía electoral se podría alcanzar el cambio necesario para el país.
Sin embargo, la historia fue otra. Luego de los procesos electorales de 2012 y 2013, la tentación de que esa vía no era la indicada y que había que recurrir a la antítesis del ejercicio de la política, además del desbordamiento del personalismo, el éxito logrado a pulso por todos los partidos e individuos creyentes de la Unidad como alternativa se fue difuminando, lo que abrió el libre juego político, junto a la proliferación de la aventura.
Probablemente algunos analistas hablaran de lo ocurrido en Turquía y hasta abrirán comparaciones que llamarán «escenario Turquía» o «Plan Turquía». Sin embargo, no es el caso. En sus dos décadas de mandato, Erdogan ha desempeñado un papel fundamental en el plano internacional, además de que ese país se puede catalogar como una potencia en crecimiento. En cambio, Venezuela, posee otras características.
Puede que el actual presidente turco pueda ser derrotado, por muchas razones. Pese a ello, en Turquía, a pesar de estar entre izquierda, derecha, la turca y la kurda, la religiosa y laica, la urbana y la rural, la oposición ha descubierto que la Unidad es la formula para hacer que todo regrese a las libertades democráticas. Mientras, en Venezuela se sigue buscando lo que una vez se encontró y se desaprovechó.
Luis Ernesto Aparicio M. es periodista, exjefe de Prensa de la MUD
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