«Tuve que mudarme a Caracas»: la migración interna forzosa crece en Venezuela
Agobiados por la escasez hasta de dinero en efectivo, muchos venezolanos que viven en el interior del país deciden mudarse a Caracas, una capital que dejó de estar blindada
«Me vine desde Trujillo porque necesitaba conseguir trabajo, pero también porque la vida allá se está haciendo muy difícil. Aunque la gente trabaje, no tiene gas, luz ni gasolina. Cocinar la comida se ha vuelto una tarea titánica, primero comprar lo que se pueda, lo que nos alcance y después tenemos que buscar leña o carbón para cocinarla. Esto no es cuento, es así».
La afirmación de Rebeca Torres, cajera de 24 años en una panadería en la avenida Rómulo Gallegos de Caracas, evidencia la nueva fase en la que ha entrado la migración en Venezuela: el desplazamiento interno. Luego de la salida de más de 4 millones de personas, según cifras de organismos internacionales, muchos de los que se han quedado en el país decidieron abandonar sus hogares en el interior del país para irse a las grandes ciudades, especialmente a Caracas.
Rebeca, quien pudo culminar sus estudios de bachillerato en Boconó, ciudad turística y agrícola de los Andes venezolanos, ahora trata de reunir para enviar algo de dinero a su madre y dos hermanos menores, uno de ellos en silla de ruedas producto de una enfermedad. «Para llevarlo al médico para sus controles tenemos que usar el carro de mi tío. Lo malo es que son más las veces que el carro está parado por falta de gasolina, por lo que tenemos que esperar a que la consiga», dice.
Trujillo limita con los estados Barinas, Lara, Mérida, Portuguesa y Zulia, precisamente con las regiones más afectadas por la crisis de los servicios públicos como electricidad, gas, agua y telecomunicaciones, pero también por la falta de combustible y de dinero en efectivo. Por otra parte, las fallas de internet y la sobrecarga de las plataformas bancarias impiden los pagos a través de puntos de venta, causando el cierre de negocios y por ende la imposibilidad de abastecerse de productos. Por eso mudarse a una zona cercana a su estado natal, no era una opción para Rebeca.
Aunque ha empeorado la calidad de los servicios públicos y de transporte en Caracas, siguen siendo mejores que en los otros 23 estados del país. Al igual que en Miranda (cuatro de sus municipios forman parte de la Gran Caracas) ha habido escasez puntual de gasolina, pero en el interior la gente se tiene que anotar en largas listas para comprar el combustible o deben esperar hasta dos días en colas para surtirse en las estaciones de servicio.
Así como Rebeca, muchos se han mudado a Caracas para buscar empleo, especialmente aquellos que paguen mejores salarios o en dólares. Expertos consultados consideran que lo que ocurre hoy en Venezuela es una migración interna y no un desplazamiento, ya que las personas se trasladan hacia zonas geográficas distintas a las que viven con la intención de permanecer en el lugar en el que decidieron vivir. Explican además que la migración rural a urbana ocurrida en años anteriores pasó ahora a ser una migración urbana a urbana.
«En el interior del país no hay un empleo potenciado, las empresas han cerrado sus puertas porque han quebrado o se han ido de Venezuela y no hay un sector de servicios tan amplio como lo puede haber en las grandes ciudades. Las personas tienen la necesidad de salir para encontrar todo lo que no tienen donde viven, además de haber perdido su calidad de vida», resalta Claudia Vargas, socióloga e investigadora de la Universidad Simón Bolívar (USB)
Anfrer López, de 31 años, se mudó hace un año y tres meses a Caracas desde El Tigre, Anzoátegui, uno de los estados petroleros de oriente de Venezuela. Cuenta que su situación laboral empeoró luego de que comenzara a caer estrepitosamente la producción de crudo. Trabajaba en una empresa proveedora de servicios a Pdvsa, pero luego de la paralización de taladros y por ende de la extracción de crudo, la compañía tuvo que prescindir de muchos trabajadores. La ciudad está prácticamente encima de la faja petrolífera del Orinoco, y la División Oriente de Petróleos de Venezuela fue durante varios años la que más producía en la industria, por lo que El Tigre se perfilaba como una gran ciudad.
«Por mucho tiempo intenté encontrar otro empleo en El Tigre que me ayudara a mantener a mis cuatro hijos, pero no lo conseguí, eso me hizo tomar la decisión de irme a Caracas, tuve que mudarme a Caracas»
Anfrer estudió hasta el quinto semestre de ingeniería en telecomunicaciones en la sede de la Unefa (Universidad Nacional Experimental de la Fuerza Armada Bolivariana) en El Tigre, por lo que otra de las razones por las que se mudó a la capital junto a su hijo de 12 años, fue la de continuar con su carrera. «En esta ciudad (Caracas) hay más oportunidades de un mejor empleo y de estudiar».
Migración forzada
En Venezuela han ocurrido movilizaciones desde el interior del país hacia las grandes ciudades, en búsqueda de una vida mejor; pero en la actualidad el principal factor de la migración es la crisis generalizada que sufre el país y el deterioro de la calidad de vida. Recientemente, el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social indicó que 708 protestas por diferentes motivos se reportaron en todo el país en septiembre pasado. De ese número, 245 fueron por fallas de servicios públicos: 118 manifestaciones en reclamo por por agua potable, 99 por electricidad y 28 por gas doméstico.
«En el pasado hubo una migración rural-urbana por un proceso de industrialización en el país que resultaba más beneficioso para muchos. Es decir, todo lo referente a la economía petrolera y el desarrollo de los sectores servicios y comercios. Evidentemente, las personas que dejaron el campo por la ciudad encontraron mejores beneficios en cuanto a ingresos y a calidad de vida», recuerda Vargas.
La socióloga explica que hoy existe una migración forzada pues la situación en las regiones es dos o tres veces peor que en las principales ciudades y, especialmente, cuando se compara con Caracas. Señala que la falta de servicios impide que aunque la persona quiera seguir con su rutina o dinámica de vida como ir al colegio, dar clases o, abrir su negocio, no puede hacerlo porque no cuenta con las condiciones mínimas requeridas para eso.
«Eso obliga o fuerza a salir de ese lugar a otro donde pueda tener mejores oportunidades. Entre los costos que tiene en primer lugar se genera una ruptura social al igual que la migración externa, una ruptura del tejido social con lo que es su casa, su familia, su actividad económica porque necesariamente no emigran en familia», destaca la investigadora de la USB.
Ramón Piñango, sociólogo y profesor del Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA), coincide en que las causas de la actual migración interna son diversas a la que motivaron a las personas a abandonar las zonas rurales en el pasado.
«Podemos estar viviendo una nueva migración rural-urbana en el sentido tradicional del término que se vivió en los años 60, de la gente que se vino del campo hacia Caracas», afirma
En un principio, los que se trasladaron a vivir a Caracas eran aquellos que ya habían decidido irse hacia el exterior, por lo que requerían estar en la capital para tramitar todos los documentos necesarios para vivir en otro país como los educativos y antecedentes penales todos debidamente apostillados.
Por otra parte, muchas de las personas que han migrado a la capital se han ido a vivir a inmuebles de familiares que salieron del país. De esta manera cumplen dos objetivos: buscar una mejor calidad de vida, mientras cuidan las viviendas.
A juicio de Piñango existen dos tipos de personas que se han desplazado internamente: los que viajan desde el interior hasta Caracas por cuenta propia y los que se trasladan obligados por sus familiares, «éstos últimos que tienen a sus hijos en Caracas son traídos por ellos porque no quieren que continúen pasando trabajo. A mucha gente del interior no le gusta la vida de una gran ciudad».
Esta es la historia de dos hermanas, ambas de 80 años, que vivían en Maracaibo, el principal estado petrolero de Venezuela, quienes tuvieron que abandonar todo lo que por años construyeron en sus casas para mudarse a Caracas, pues la situación se hizo insostenible.
«Se fueron a vivir a la casa de otra de mis hermanas que vive en Caracas desde hace muchos años», señala a quien llamaremos Humberto (para no ser identificado), hermano de las maracuchas, como le dicen a los nacidos en la ciudad zuliana que en los últimos años padece de la peor crisis de su historia
Maracaibo ha sido considerada como una ciudad fantasma por los constantes apagones que han dejado sin servicio eléctrico a la población por varias horas y hasta días, lo que ha afectado el suministro de agua, así como la caída del internet, puntos de venta y la telefonía celular. Para dormir, muchos lo hacen fuera de su casa debido al intenso calor propio de la región, aunque otros no se atreven, especialmente la personas mayores que son los que más afectadas pues se han quedado solas luego de que sus hijos migraran.
Los empresarios e industriales del Zulia se declararon en emergencia, pues muchos comercios han tenido que paralizar sus operaciones debido a la falta de energía y a la imposibilidad de usar el sistema de pagos bancario, por lo que ha mermado la oferta de productos alimenticios y medicinas.
Los costos
Más que los costos monetarios que demanda trasladarse desde una ciudad a otra, la socióloga e investigadora de la USB Claudia Vargas explica que se genera una pérdida del arraigo familiar, pero también consecuencias en los lugares adonde se mudan.
Es el caso de Anfrer , que lamenta no poder compartir más tiempo con sus tres hijas pero sabe que en unas siete horas de viaje por carretera puede reencontrarse con ella, que viven en El Tigre con su madre. «Los cuatro son muy apegados a mi, mi hijo está conmigo estudiando aquí en Caracas y a sus hermanas las llamo a cada rato. Si estuviera en otro país no podría llegar en siete u ocho horas para verlas. Preferí echarle ganas en mi propio país».
Al llegar a Caracas, Anfrer ya tenía donde vivir, pues su tía y su abuela decidieron darle alojo. «Nos ayudamos mutuamente, estamos poco a poco echando pa’lante. Tenemos sí problemas con el agua y bueno, hay que salir a buscarla«, dice, aunque afirma que se siente mucho mejor en Caracas pese a tener que andar «con cuatro ojos» por la inseguridad.
Afirma que aunque mejore la situación económica del país y las condiciones de vida, «quizás si o quizás no» retorne a su ciudad natal. «Caracas está mucho mejor que El Tigre con respecto a los servicios públicos. Mucho mejor. En El Tigre el mayor problema que hay es que nos podemos quedar sin electricidad hasta dos o tres días»
Claudia Vargas sostiene que una consecuencia de la migración interna es el aumento de la densidad demográfica, que se ve reflejada en la limitación y colapso de los servicios públicos. «No vamos a decir que una congestión interna hacia las ciudades y especialmente a Caracas está afectando la calidad de vida de sus habitantes, pero uno si se puede dar cuenta cualitativamente que hay más dinámica cotidiana«.
Ramón Piñango coincide en que este tipo de desplazamientos de la población agravará la situación de las ciudades y especialmente de Caracas. «Habrá problemas de adaptación de las personas que decidieron viajar a las ciudades obviamente, pero también podrían comenzar a colapsar los servicios como agua, electricidad, aseo que ya están bastante sobrecargados», afirma el sociólogo
Cuantificar cómo ha sido la migración interna en el país es aún un tema que no se ha trabajado por algún organismo privado o centro educativo, ni existen cifras oficiales. En el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), que es el organismo que puede cotejar esta información, no existe data alguna, pero la migración interna es un fenómeno que hasta el momento solo se ha podido observar de manera cualitativa y que según los expertos aumentará.
«Al igual que la migración externa, por su puesto que seguirá aumentando porque no se están tomando las medidas necesarias para revertir esta situación. Salvo algunas contadas excepciones de personas que viven en la frontera, éstas personas tienen que buscar cómo obtener un mejor salario, cómo mantener a su familia y una de las opciones es precisamente migrando de ese lugar que no le está permitiendo concretar estas acciones», afirma Vargas.
«Este es un fenómeno que será cada vez más mayor, más intenso, cada vez más fuerte», sostiene Piñango.
El sociólogo menciona un elemento nuevo que podría estar generando esa migración interna dentro del país. Considera que se esté comenzando a producir el fenómeno de gente que ha decidido venirse a Caracas, debido al temor que sienten por la cada vez mayor presencia de grupos irregulares, especialmente en Táchira y Apure. «Podrían estar huyendo de los grupos irregulares como las FARC y el ELN y por la incertidumbre que esto conlleva».
De cualquier manera, se trata de un fenómeno inédito heredado de la crisis política y económica que vive el país desde hace dos años, y cuyas consecuencias los expertos no terminan de precisar. Resta saber si el adelantado XV censo nacional de población y viviendas logra devolver al INE su capacidad estadística para medir esta variable demográfica.