«Un año que viene. Otro que se vá», por Marisa Iturriza
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A veces la memoria es como ese perrito que no te devuelve el objeto que lanzaste y luego te lo trae cuando hasta lo has olvidado.
Ya vamos llegando al año 2023. Entre cientos, desordenadamente acude el recuerdo de que inaugurando el siglo XXI precedido por el deslave ocurrido en el Estado Vargas en diciembre de 1999, fue como premonitorio de lo que con el 2000 vendría después ante el desconcierto del oficialismo, entonces demasiado ocupado con Referendum+Nueva Constitución como para distraerse con las consecuencias que trajo esa catástrofe.
De ahí en adelante comenzó la retahíla de eventos como leyes habilitantes, ingresos petroleros dilapidados con regalos para ganar «amigos» (votos) de otros países. Marchas. Salida del Banco Mundial; el Banco Central irrespetado al soltar «un milloncito ahí» cuando el recién inaugurado presidente lo exigió.
Protestas. El control de la empresa petrolera pasó a manos gobierneras. Los trabajadores fueron despedidos y junto con sus familias desalojados violentamente de sus viviendas, por ejemplo, los del campo petrolero Los Semerucos, y de urgencia. Se importó personal forastero no muy competente para encargarse –nada menos– que de nuestro prácticamente único producto de exportación con los consiguientes resultados.
Protestas. Importación de toneladas de alimentos, que popularmente se llamó pudreval debido a la descomposición de los mismos. Alarma. Colas para comprar alimentos mediante presentación de cédula de identidad en días determinados.
Radio Caracas Televisión fue sacada del aire. Incendio en la Refinería. Destituida fiscal general (que apresuradamente salió del país). Comandante eterno operado de emergencia en la «madre-isla» por orden del jefe de ahí por enfermedad que dicen finalmente acabó matándolo. Ciudadano cara de galán de cine sobresaltó al oficialismo con sus irrupciones, entre otras esa de pilotear un helicóptero asustador, y tiempo después, junto con algunos, atrincherarse en una vivienda, captando con su celular el momento en que, a pesar de haberse rendido, mueren acribillados a balazos ante la pantalla. La casita fue destruida después.
Reelecciones con cada vez menos votación. Desfile militar curiosamente efectuado en sitio distinto del usual, carrera súbita de la tropa ante ruido inesperado, luego alarma en la tribuna ante unos supuestos drones contra la figura presidencial no reconocida en varios países, excusa para «privar de libertad» a unos cuantos por sospechas de magnicidio aunque no hubiera pruebas.
Oposición desperdicia oportunidad al no saber procesar votación, y además prometer lo que no puede cumplir, como ese «Si o si» de madrugada en la autopista del este. Ruptura con Colombia. Para «aliviar» el hambre reparto de bolsas Clap con alimentos, sobre todo granos y pasta que –debido a los bichitos que traían– quizás iban al basurero de los países exportadores. Según Isbelia, la bolsa que retardadamente le llegó antier, contenía 6 paquetes de espaguetis de Turquía, 4 de arroz de aquí, 2 de arvejas duras como municiones, una bolsita con 125 grs. de leche en polvo, una de 100 grs. de café (de aquí, que bien) 1 bolsita de mayonesa que parece hecha de harina, otra de salsa de tomate más bien rosado oscuro, 1 latita de sardinas, 2 de harina para arepas, azúcar no, aceite tampoco y más nada.
El AMO, o sea arco minero del Orinoco continúa su avance ecocida extractor de oro y otros minerales mientras se incrementa la arriesgada emigración de ciudadanos que aspiran sobrevivir dignamente a pesar de los riesgos que enfrenta su diáspora. Pero no puede negarse que algo que si provoca admiración es el super iluminado decorado navideño nocturno de muchas calles, con miles de luces de colores aun cuando, con monótona regularidad, en los hogares falla electricidad, agua, gas y teléfono.
Finalizando está incompleta y desordenada retahíla, ante «un año que viene y otro que se vá» propongámonos trabajar por un país mejor, agradeciendo de todo corazón los triunfos deportivos y culturales ganados en 2022, por los conciudadanos Yulimar Torres, Gustavo Dudamel y Rafael Cadenas con el Premio Cervantes.
¡Feliz Navidad!
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