«Un buen consejo», por Jesús Elorza
Twitter: @jesuselorza
El 3 de marzo de 1979, en la capital del estado Sucre, se celebraba el Consejo Consultivo del Colegio de Entrenadores Deportivos de Venezuela. Para ese entonces, Carlos Sánchez, como presidente del gremio, en su discurso de cierre dijo: «Esta reunión ha sido un buen consejo», por cuanto en ella se trató materia de singular importancia para el futuro desempeño del gremio y para el desarrollo del deporte en nuestro país. Pero el 5 de marzo, en su regreso a Caracas, este ejemplar y querido amigo encontró la muerte en la carretera mirandina a la altura de Cúpira.
Aquellas palabras las había escrito en un artículo para la prensa que fue publicado (post mortem) por el diario deportivo Meridiano.
Carlos, acompañado por Giorgio Alberti, Rosauro Rodríguez, Alfredo y Oswaldo Torrealba, el Pollo Nelson Rodríguez, Reinaldo Carvallo, Elvia Ortega, Aníbal «Parapara» Carvallo, Edison Pérez y Jesús Elorza, entre otros, se dedica, a partir de los años 70, a la reconstrucción del Colegio de Entrenadores para transformarlo en una estructura de carácter nacional que sirviera para el desarrollo de las luchas sociales y la dignificación del trabajo del entrenador deportivo. Incansable en la búsqueda de sus objetivos, con el tiempo logró consolidar esta aspiración.
Tuvo su primera prueba de fuerza cuando, en el año 73, convocó a una paralización de actividades a nivel nacional por la negligencia del IND para superar las condiciones de esclavitud que regían a las relaciones laborales de los entrenadores (hasta cómo peinarse les establecían).
En 1975 se dio la más grande manifestación que el deporte venezolano haya conocido: “la huelga de los entrenadores”.
Atletas, dirigentes, periodistas, padres y representantes, gremios de educadores, centrales sindicales y obreras, grupos vecinales y sectores universitarios acompañaron solidariamente el llamado a huelga ante la negativa del IND de discutir las condiciones de trabajo de los entrenadores.
Ocho días en huelga de hambre doblegaron la intransigencia patronal y después de fuertes discusiones se logró la aprobación del primer contrato colectivo denominado: “Bases normativas que regulan las relaciones laborales entre el IND y los entrenadores deportivos de Venezuela».
En su quehacer permanente por mejorar el desempeño del deporte nacional, Carlos propone y pone en ejecución el Programa de Alta Competencia en donde sobresalen las selecciones permanentes y la atención integral al deportista.
Además, conjuntamente con el Pedagógico de Maracay, desarrolla las Primeras Jornadas Científicas-Académicas para evaluar el deporte y proponer alternativas de solución a los problemas planteados. Este evento contó con la participación de destacadas figuras del deporte alemán.
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Sin detenerse en sus luchas sociales en pro de «Un deporte mejor para una sociedad mejor», plantea la necesidad de romper el aislamiento que tenía el entrenador con respecto a la dirigencia deportiva y reclama la igualdad de derechos para que este pudiera ser dirigente deportivo. En los años 80, a través de la lucha dirigencial, llega a ocupar cargos en el Comité Ejecutivo del Comité Olímpico Venezolano.
Una de las frustraciones que no pudo superar —no por él sino por la miopía de las autoridades deportivas— fue la reapertura de la Escuela Nacional de Entrenadores, cerrada arbitrariamente en 1975, como pase de factura por la huelga de ese año.
Llevó a todas las instancias los estudios que demostraban el peligro de no formar entrenadores y la propuesta de darle rango universitario a la formación. No pudo lograrlo, pero el planteamiento sigue teniendo vigencia ante el fracaso de los programas de monitores deportivos, bachillerato deportivo y la universidad del deporte.
También, vislumbró el proceso de descentralización, cuando sostenía, que el mejoramiento del deporte pasaba ineluctablemente por mejorar las condiciones de las regiones y permitir desde el nivel nacional la autonomía en el manejo de los planes y programas para los estados, municipios y comunidades.
“Un buen consejo” resumía las experiencias desarrolladas por Carlos hasta su encuentro con la muerte, pero quizás, lo más importante fue su visión de futuro cuando alertaba sobre la necesidad de la unión de los entrenadores para la defensa de sus derechos y por lograr un deporte mejor.
“El entrenador deportivo debe ocupar permanentemente su puesto de lucha por un deporte mejor y no doblegarse ante ningún burócrata civil o militar que pretenda usarlo con fines politiqueros o de enriquecimiento ilícito. Solo la unidad gremial nos hará fuertes en la búsqueda y defensa de nuestros derechos sociales”
Quedó así un camino abierto que no se vio truncado por la muerte. Hoy, la historia tañe sonora / su lección como campana / para gozar el mañana / hay que pelear el ahora.
Seguimos pensando en Carlos como sin duda él lo quería, con el júbilo inmenso de que haya existido, con la alegría entrañable de haberlo conocido y la gratitud de que nos haya dejado para el mundo una obra, tal vez inconclusa, pero profunda e indestructible como su recuerdo. A 42 años de su muerte, la lucha continúa.
Jesús Elorza es Licenciado en Educación, profesor en la UPEL
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