Un enano se dirige a Blancanieves, por Simón Boccanegra
Tú sabes, Blanquita, que yo tengo debilidad por ti y que me he hecho el loco ante algunas, digamos así, extravagancias, que han caracterizado tu desempeño público. Sé, por ejemplo, que tú, que no eres muy versada en asuntos laborales, tuviste la ocurrencia de buscarte una viceministra que es ingeniero y que sabe menos que tú de esas cosas. Te sé, sin embargo, llena de buenas intenciones y del viejo espíritu de asalto al cielo. Por eso quiero pedir tu atención a un punto que debe preocuparte. Nunca han sido más corruptas y más vendidas a los patronos buena parte de las inspectorías del trabajo que en este gobierno «revolucionario». ¡Qué paradoja, Blancanieves! La revolución produjo el sueño dorado del neoliberalismo salvaje: una clase obrera desarmada sindicalmente y a la merced de la voluntad patronal, y un Ministerio del Trabajo totalmente sesgado hacia el otro lado. Te sugiero que, para empezar, metas el ojo en las inspectorías del Táchira, de Cumaná y de Aragua, y después sigas con las demás. Cuando vayas a leer los informes sobre lo que en ellas ocurre, siéntate primero, no vayas a fracturarte el huesito de la bailarina.