Venezuela: un Ferrari que anda por el hombrillo
El país requiere refinanciar la deuda, incrementar la producción porque solo si la torta se hace más grande la gente podrá recibir una ración mayor
Autor: Ana María Hernández
El ritmo de los acontecimientos en Venezuela puede producir vértigo y tomar decisiones en un entorno de constantes cambios e incertidumbre supone, tanto para el ciudadano como para las organizaciones, un ejercicio permanente y no menos demandante de actualización que permita llevarle el paso a esta situación. En este ánimo, el Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA) realizó su foro anual donde cinco destacados analistas ofrecieron su perspectiva sobre los temas clave que tienen bullendo al país.
Para nadie es un secreto que los pronósticos de Venezuela para el 2018 son para abrocharse el cinturón de seguridad. Un dato relevante es que, por primera vez, la percepción de la gente está en sintonía con la situación del país. Cosa que no era así –aunque pueda sorprender a muchos- antes de la llegada del presidente Nicolás Maduro cuando los sondeos de opinión se topaban con la siguiente apreciación: “aunque el país está mal mi situación personal está bien”.
Qué pasó aquí, se pregunta Saúl Cabrera, director de Consultores 21. “A partir de las elecciones de 2013 el clima de la nación se torna totalmente negativo, al punto que la gente no ve salida a la situación que tiene en la actualidad”. Un 69% para ser precisos, aunque un 90% comparte que el país está en crisis, según los sondeos de opinión.
Otro hallazgo importante para el encuestador radica en cómo ha variado la lógica argumental del venezolano en cuanto a la solución a los problemas del país, la aspiración de cambio en una proporción de 2 a 1 es significativa. “Antes la gente creía que la situación económica personal no tenía nada que ver con la situación política, que eran dos mundos distintos. Ahora empieza a darse cuenta que requiere un cambio político para lograrlo. Eso significa que Maduro se vaya”, concluye Cabrera.
Para el economista político, Michael Penfold, la gran interrogante – ya sea que el presidente Maduro sea reelecto o venga otro en su lugar- es si se puede sostener el actual modelo que nos ha traído hasta aquí. A su juicio, la respuesta categórica es ¡No! pues en el mejor de los escenarios las necesidades de financiamiento del país estarían por el orden de los 6mm de dólares y de dónde va a salir esa plata, se pregunta. “Hoy, la capacidad de liquidar activos de Pdvsa y de financiar ese modelo básicamente está liquidada. Eso plantea un límite material a la situación política venezolana”.
La caída de la productividad petrolera, sanciones que limitan la capacidad del país para acceder a recursos a través de los mercados financieros internacionales, aliados que ya no están respondiendo como antes, dibujan, para el analista, el panorama con el que tendrá que lidiar quien habite Miraflores, que en definitiva tendrá que responder a una cuestión elemental “¿Cómo financiamos ésto?”.
“Para el Gobierno comenzar a liquidar reservas implica deteriorar y hacerse mucho más vulnerable de lo que es. Cerrar la brecha de financiamiento a través de un recorte adicional de importaciones también está limitado. Lo único que le queda es dejar de pagar deuda selectivamente que es lo que ha venido haciendo a partir de octubre privilegiando los pagos de Pdvsa. También puede liquidar activos petroleros, obtener financiamiento de China y Rusia, pero lo cierto es que los chinos no están poniendo dinero fresco sobre la mesa”, es el escenario más halagüeño que perfila Penfold.
Por lo que el economista José Manuel Puente no duda en afirmar que Venezuela entró en default. “Lleva al menos 12 bonos entre 2017/2018 con sus vencimientos y períodos de gracia donde no ha asumido los pagos. Formalmente está en cesación de pagos, la cual va a continuar” asegura.
Al filo de la navaja
Como país petrolero la dinámica de los precios del crudo ha regido nuestro destino por décadas, pero ahora que los ingresos de la nación dependen casi exclusivamente de la exportación petrolera estamos más expuestos a sus vaivenes. “En el 2017 el nivel de exportaciones no petroleras fue del 5%, el más bajo de toda la historia económica del país. Venezuela es hoy una economía más dependiente del petróleo que 30 años atrás. La paradoja de un país que cada vez produce menos petróleo pero que cada vez se hace más dependiente de él, agudizando lo peor del modelo rentista” resalta Puente.
Se dice que en la caída de la productividad de Pdvsa radica buena parte de nuestros males, no obstante, a criterio del especialista petrolero Ramón Key la situación es más compleja que eso. “Cuando decimos que la incertidumbre es solo por la cantidad de la producción en Venezuela no es cierto, hay una amenaza importante desde el punto de vista de los precios, que no se ha materializado en el mercado aún”. Amenaza vinculada al aumento de la producción en los Estados Unidos que llegaría a estar por el orden de 1.400.000 barriles adicionales, según pronósticos del Departamento de Energía, lo que impactaría en la caída de los precios, avizora Key.
Pero, cómo funciona el negocio petrolero en Venezuela para saber si debemos ser o no ser optimistas. “El dato clave es que en Venezuela, en promedio, la producción cae en forma de declinación natural un 24%. A lo largo de 2017 hasta septiembre se estaba hablando de una caída anualizada del 10%. Hasta esa fecha la tasa de generación de barriles compensaba esa declinación natural, solo que no era suficiente y por lo tanto la producción irremediablemente caía. Después de septiembre algo cambió. La caída de la tasa de producción neta en diciembre reportó niveles que llegan al 30%. Vemos una tendencia que va más allá de la tasa de declinación natural y eso sí es un mensaje de alerta”.
La pregunta salta de nuevo a la palestra ¿Cómo financiamos ésto?
“Sea éste u otro Gobierno la única posibilidad que tiene de tener éxito en su estrategia económica es, entre otros, que lleve a cabo un proceso de reestructuración y reordenamiento de la deuda para hacer viable su estrategia” señala Puente. “Estamos viendo que el ingreso total por exportaciones puede ser para el 2018 de 30 mm de dólares, hay que hacer frente a pagos de 8mm de deuda, hay que importar 10mm y las cuentas no cuadran”.
No obstante, se descuadran más en un escenario en el que no haya cambio político pues para Puente “la reelección del presidente Maduro es la continuidad del desequilibrio macroeconómico y la imposibilidad de refinanciar la deuda, una pata clave dentro de la reestructuración o reinvención de la economía venezolana”.
Salvemos a Pdvsa
Si el petróleo es para Venezuela lo que el oxígeno para la vida en el planeta por qué la industria ha llegado a este nivel de precariedad. Los analistas coinciden que en el modelo imperante radica la causa de nuestros males.
“Es tal el exceso de demanda de recursos del ingreso petrolero por parte de todos los sectores, que en algún momento el sector público decide que no se hagan las inversiones petroleras necesarias para financiar esas grandes demandas, con lo cual cae la inversión, cae la productividad del propio sector petrolero y entramos en una dinámica perversa” explica Ramón Key, destacando el hecho de que Pdvsa le aporta al fisco en la actualidad menos de lo que lo hacía en la década de los 90.
Panorama que se complica con una industria petrolera a la que no le dan crédito. “Cuando incluyes la deuda financiera de Pdvsa, la empresa no tiene caja. Eso opera en el contexto de una industria petrolera que tampoco puede levantar en el largo plazo los fondos para poder crecer, porque hoy no tiene acceso a los mercados financieros internacionales.” agrega Penfold.
Si a esto le sumamos el efecto de las sanciones a dónde llegaremos. Para el abogado Mariano de Alba, estamos en un escenario de fortalecimiento de las sanciones internacionales no solo contra funcionarios del gobierno venezolano, sino de restricciones a las actividades del sector petrolero pero con limitaciones. “Una prohibición total de comercio petrolero con Venezuela luce menos probable que medidas específicas como la prohibición de venta de productos refinados a nuestro país o medidas financieras que hagan más complicado el intercambio comercial” matiza de Alba.
La gran paradoja, como la grafica José Manuel Puente, es cómo un Fiat 1 va por el canal rápido y un Ferrari va por el hombrillo, al referirse a la disparidad de crecimiento de Venezuela con relación a las economías suramericanas. “Venezuela sería la octava economía con el ciclo recesivo más agudo en la historia del mundo en los últimos 40 años, perdiendo 35 puntos del PIB, y la crisis macroeconómica más aguda que se haya vivido en América Latina”, mientras compara el desempeño de países que como Perú han crecido en más de 140% en los últimos 18 años.
Cielos turbulentos son la única certeza
El desenlace de la crisis venezolana es aún incierto, como lo explica de Alba “es poco probable que veamos un aislamiento férreo de la comunidad internacional luego del 20 de mayo. Lo más probable es que haya un mantenimiento, aunque reducido, de relaciones pero con una política de ayudar a los ciudadanos venezolanos y promover el restablecimiento de la democracia, tal y como ha sido hasta ahora” asegura.
Para Puente la solución a la crisis, cuya peor cara es la actual emergencia social, pasa por buscar ayuda internacional para fortalecer el sector externo. “La revolución y el país tienen que entender una idea muy simple pero muy poderosa. Solamente si la torta crece le puedes dar un pedazo más grande a cada venezolano, si la torta sigue contrayéndose podrás repartir miseria, depauperación y pobreza”.
Pero qué pasa después del 20 de mayo en un país con hiperinflación y agobiantes problemas económicos y sociales. “Venezuela necesita reestructurar su deuda y eso hace que aún Maduro quedándose este país va a estar en un periodo de muchísima inestabilidad, por eso, al final del día, la única salida que se tiene es la construcción de una alternativa lo suficientemente amplia para poder enfrentar la reconstrucción y la reinstitucionalización de país” fue el corolario de Penfold que abre otra interrogante ¿Seremos capaces?