Un necesario golpe de timón y (III), por Rafael Henrique Iribarren Baralt
Es apremiante dotar de la debida protección al personal sanitario. Para el momento en que escribo estas líneas más de cien miembros del personal de salud han fallecido por el covid-19. Realidad ésta que se torna aún más dramática cuando tomamos en cuenta que, con base a las estadísticas, muchísimos más deben de estar infectados y, en consecuencia, son potenciales focos de contagio.
A efectos de analizar el drama en toda su dimensión es necesario añadir que a consecuencia de la gran cantidad de miembros del personal de salud contagiados, la gente esquiva los centros de salud, en perjuicio tanto del tratamiento y detección de patologías como de muy importantes vacunaciones, todo lo cual también debe ser contrarrestado. (Les confieso que en medio de mi preocupación me he imaginado cámaras de desinfección portátiles, de diversos tipos, donde el personal sanitario entrase y saliese con cierta frecuencia. Para reunirse con Putin el personal debe pasar por una cámara de desinfección que funciona con rociadores que diseminan un desinfectante atomizado. No estaría de más intentar imitar esta idea).
Las estrategia para detectar el virus debe tener dos pilares fundamentales: “Buscar masivamente el virus” y “Saber dónde buscarlo”, y este último precepto es en esencia un problema matemático de cálculo de probabilidades. Considero que para mejorar la detección del virus bien se pueden aplicar, junto con la implementación de la prueba de antígeno que sugerí en el artículo precedente de esta serie, las siguientes medidas, las cuales son económicas, rápidas, viables, y complementarias entre sí:
1) Involucrar a las universidades, centros de investigación y laboratorios privados en todas las pruebas posibles, especialmente las moleculares. Pensar incluso en la posibilidad de la reconversión de equipos para poder utilizarlos en las pruebas moleculares. (Para dar de alta a los pacientes también, lógicamente, hay que hacerles la debida prueba, o tal vez las pruebas, para mayor seguridad; pero, ¿Estarán haciendo este procedimiento correctamente?, ¿La muestra de dónde la toman? Lo digo porque hay estudios que indican que en las etapas avanzadas de la enfermedad a los pacientes no se les encuentra el virus en las vías respiratorias, ni en la garganta; pero en las heces sí).
2) Realizarle la prueba molecular a muestras que se tomen de bocas de visita de la red de cloacas que se estimen representativas. Desde hace años investigadores al analizar las aguas cloacales logran saber los hábitos alimenticios de una población, que drogas se consumen, etc. Los expertos señalan que la detección del material genético del virus SARS-CoV – 2 en las aguas cloacales es relativamente fácil y que la dificultad estriba en estimar con precisión la cantidad de personas infectadas; pero esta dificultad no significa, según considero, que la realización de la prueba molecular a muestras de las aguas cloacales carezca de utilidad.
Habida cuenta de que existe una relación entre la carga viral de la muestra y el número de ciclos que se tienen que efectuar en la prueba hasta lograr que el material genético del virus sea detectable, la vigilancia de los ciclos requeridos en muestras de un determinado sector bien permitiría advertir cuando ocurre un aumento súbito de casos, es decir, un brote (mientras menor es la carga viral más son los ciclos requeridos).
(La OMS en sus orientaciones provisionales del 29 de Julio dijo: “Aunque hay pocas pruebas disponibles, algunos datos sugieren que la trasmisión por las heces es poco probable; pero posible, especialmente cuando las heces se “aerosolizan”. Estudios recientes en China indican que estos aerosoles con capacidad infectiva no sólo contaminan el ambiente del baño, sino que pueden ascender por la tubería hasta niveles superiores.
Si a este riesgo le sumamos el hecho de que las aguas cloacales también están compuestas por saliva, entre otras secreciones contentivas de virus, no podemos menos de concluir que las trasmisión a través de estas aguas es un riesgo que no debe subestimarse.
Este riesgo ha estado flotando en los medios científicos debido al gran parecido que tiene el virus que nos ocupa con el SARS-CoV, el cual sí se trasmitía a través de las cloacas. Los venezolanos tanto menos debemos subestimar este riesgo cuanto que no sólo descargamos aguas cloacales, sin haber sido tratadas, en las fuentes de agua que usamos para nuestras diarias necesidades, sino que las plantas potabilizadoras de estas aguas no cumplen su función debidamente. Afortunadamente el uso del cloro es una de las maneras de destruir el virus; pero esto nos lleva a una obligada pregunta, la cual debe poner en alerta a las autoridades: ¿Actúa el cloro con eficacia en los grumos presentes en las aguas, mal tratadas, que los venezolanos usamos? )
3) Con las debidas precauciones unir un lote de muestras individuales, hacerle la prueba a esta muestra colectiva, y si diese positivo el resultado ir más al detalle. Hay experiencias exitosas de este método en otros países.
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El gobierno con asombroso secretismo ha ignorado a incontables médicos venezolanos de gran valía en el combate al virus. ¿Por qué el gobierno actúa así, en la sombra?, ¿Qué ocultarán? La necesaria inclusión de los más destacados médicos venezolanos es muy importante no sólo porque de seguro sus luces y conocimientos redundarían en una mejora en el ataque contra el virus, sino porque son ellos en quienes la inmensa mayoría de la población confía, lo cual es muy importante para entrar con pie firme en la etapa de la vacunación masiva que ya se vislumbra. Son ellos quienes pueden o bien advertirnos sobre los posibles riesgos de las eventuales vacunas, o bien pueden aplacar los temores y minimizar así la resistencia a la vacunación.
Esta crisis entraña una oportunidad: La de unirnos para enfrentar un enemigo común. Esta unión es, en el fondo, lo que se espera de nosotros desde hace siglos.
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