Un país subliminal, por Laureano Márquez
Puede decirse cualquier cosa de lo que está sucediendo en Venezuela, pero nadie negará que es imposible aburrirse. Nos cayó la maldición china: “Ojalá te toque vivir tiempos interesantes”. Lo último es lo de la subliminalidad. No se sabe muy bien, todavía, lo que los semiólogos del ministerio (que tiene un nombre tan largo que no podemos reproducir aquí porque correríamos el riesgo de agotar los caracteres que el periódico nos brinda sólo en nombrarlo) quisieron decir. Algunos –quizá enemigos de la causa de Juan Pablo II– han querido interpretar que el difunto Papa, desde el cielo, realiza una amenaza de magnicidio. Otros han querido demostrar que Alberto Federico Ravell está detrás del Alí Agka. No falta quien culpe a Rubén Blades de todo esto y, para otros, se trata de una solapada invasión (extraterrestre).
Sin embargo, lo sucedido en la plaza de San Pedro esta semana, cuando S. S. Benedicto XVI reproducía, casi al carbón, aquel inolvidable paseo de su antecesor sobre un rústico blanco y un espontáneo, de franela roja y pantalón blanco, saltó la valla de protección e intentó colearse en el paseo papal, aporta una nueva posibilidad de interpretación subliminal. No faltará un guardia suizo que establezca conexión entre lo sucedido en Roma y la denuncia de Caracas.
¿Quiere Globovisión, además del magnicidio, el papacidio? ¿Dónde estaba Leopoldo Castillo al momento en que el Papa saludaba a los peregrinos? ¿Por qué Kiko y Roland dicen: “Señores, buenas noches” ? ¿Qué tienen de buenas? ¿Por qué Carla Angola dejó de hablar una semana? Alguna conexión entre la pizarrita blanca que usaba y la sotana del Santo Padre… ¿Quién mató a Delgado Chalbaud? Todas estas preguntas y muchas más quedan en el aire. Alguien tendrá que responderlas algún día, porque las dudas de lesa humanidad nunca prescriben.
Pero, como diría Carreño, la subliminalidad es bidireccional y nos pone en la mira a todos (Cuando digo “nos pone en la mira” uso una metáfora que quiere significar que nos coloca en el centro de la atención o sospecha, ¿vale?). Ayer, por ejemplo, hubo una cadena nacional del que te conté.
Fue casualidad o “son ficciones que dan a lo inaccesible una proximidad de lejanía”. ¿Por qué tanta insistencia en proclamar como vencedores a sus copartidarios? ¿Algún mensaje subliminal que encierra duda detrás de tanta reafirmación?
¿Acto fallido, quizá? Cuando se ofrecen unos reales que sobraron por ahí para la educación superior frente a unos estudiantes absolutamente incondicionales, ¿hay un mensaje subliminal al estilo de “si te portas bien y no disientes habrá dinero para ti” ? Cuando se dice “son peones del imperialismo”, ¿qué sentido tiene la palabra “peón” ? Si el Presidente llama a los barrios a que se expresen, ¿por qué le molesta tanto el discurso de Douglas Barrios, al punto de mofarse de él porque está escrito, siendo que es la primera vez en muchos años que alguien respeta a la máxima representación popular diciendo algo coherente, con sentido y ¡escrito! (lo que revela pensamiento previo)? No cabe duda, el proceso ha entrado en una nueva etapa: El país está subliminalizado, quién lo desubliminalizará.
El desubliminalizador que lo desubliminalice, buen desubliminalizador será. No se aparte de la pantalla… Esta historia continuará…