Un Presidente prudente, por Félix Arellano
A los fines de construir gobernabilidad internacional, en particular la paz y la seguridad, los gobiernos han desarrollado el multilateralismo, que tiene en el sistema de las Naciones Unidas su máxima expresión, pero también han formulado esquemas más informales e incluso personales, para fomentar la confianza y establecer canales más eficientes y dinámicos de comunicación; empero, el radicalismo y la fantasía de algunos grupos ha satanizado algunas de esas iniciativas, como es el caso del Grupo Bilderberg o la Comisión Trilateral, ubicándolas en una compleja red de conspiraciones por el control del poder mundial. Ahora bien, en los actuales momentos, cuando las relaciones entre los países occidentales están alcanzando niveles de alta tensión, todos los canales de comunicación deberían activarse con el objeto de retomar el diálogo y la convivencia.
El multilateralismo es una necesidad y representa una plataforma segura para el diálogo y la negociación, pero es lenta y compleja por el número de países miembros, la diversidad de intereses y de procedimientos formales que se deben seguir. En este contexto, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, con sus quince miembros, cinco de ellos permanentes, representa una interesante creación para flexibilizar y dinamizar el proceso de toma de decisiones, superando la complejidad de los 190 países miembros de la organización. Lamentablemente el poder de veto de los cinco miembros permanentes, lo tiende a paralizar, al impedir que se aborden algunos de los problemas fundamentales para la paz y la seguridad.
Tomar decisiones oportunas y efectivas se presenta como un enorme reto en las organizaciones internacionales, tenemos el caso de la Organización Mundial del Comercio (OMC), de reciente creación, donde cada país miembro representa un voto y actualmente llega a más de 160 miembros, que tienen paralizada por más de dieciséis años la ronda de negociaciones o Ronda Doha. Y una OMC eficiente resulta fundamental en estos momentos, donde las tensiones se han agudizado en el plano comercial, más concretamente arancelario. En este contexto, varios países plantean la conveniencia de reorganizar la institución, pero no es fácil negociar el acuerdo.
Lo que torna más compleja la actual situación es que no se esperaba que tradicionales y efectivas relaciones entre países occidentales, vinculados por años de historia y múltiples valores y practicas comunes, particularmente asociadas con la libertad, la democracia y los derechos humanos; pudieran entrar en complejos niveles de tensión como los que enfrentan actualmente, en particular por las duras posiciones del presidente Donald Trump. Lograr mayor acceso a los mercados, o un presupuesto más equilibrado entre todos los países miembros de la OTAN, son planteamientos legítimos.
Ahora bien, pretender lograr los cambios alterando la estabilidad de las relaciones, buscando con ello un efecto mediático que influya en los votantes, no es un comportamiento responsable y si bien puede garantizar la reelección, lo hace a un costo político muy alto.
En momentos cuando el Presidente de los Estados Unidos ataca constantemente a sus principales aliados europeos y Steve Bannon, uno de sus leales aliados, trabaja para promover el debilitamiento de la integración europea, instituciones como el Grupo Bilderberg, creado en 1954 para promover la confianza entre ambas partes, o la Comisión Trilateral promovida desde este grupo en 1972 y constituida, con la participación de Japón, en 1973, adquieren especial importancia. Los radicales y sus leyendas urbanas han incorporado tales organizaciones en el mundo de las conspiraciones perversas del poder, pero sus objetivos de promover el diálogo, la negociación y generar confianza adquieren particular vigencia.
Es necesario poner límites al carácter impulsivo del presidente Trump, que está minando las bases de occidente, para presentarse ante sus fanáticos como un líder excéntrico y exitoso. Las sanciones comerciales a sus principales aliados económicos, con el objeto de fortalecer sus exportaciones, no constituye el camino más eficiente. Los ataques a la Unión Europea y a los países democráticos y, por el contrario, el discurso de admiración a gobierno autoritarios, está destruyendo alianzas construidas con mucho esfuerzo para el beneficio de la libertad y la democracia.
Para quienes pensaban que al culminar su trabajo el fiscal especial Robert Mueller sobre el caso de la conexión rusa, el presidente Trump se calmaría, la situación se ha complicado, pues el informe que se ha presentado deja abierta una gran incertidumbre que le corresponde al Congreso dilucidar, de tal forma que el Presidente sigue bajo sospecha y con presión. Luego, su obsesión electoral, le lleva a condicionar totalmente su actuación internacional a los procesos internos, lo que va extinguiendo la política y los temas de Estado. Lograr la prudencia, sindéresis y coherencia del Presidente se está presentando como uno de los objetivos de Estado, pero también para sus aliados que necesitan de un país sólido y eficiente. También en la lucha democrática en Venezuela se necesita de una comunidad internacional defensora de la democracia y los derechos humanos unida y fortalecida