Una anécdota de Gómez, por Simón Boccanegra
Después de que López Contreras mató en su cuna el levantamiento militar de 1928, alguno de los áulicos de Gómez le sugirió la idea de dar el grado de general en jefe al hombre de Queniquea. El viejo dictador pensó el asunto y a los días llamó a López. «Eleazar, me han propuesto que lo nombre general en jefe. Yo sé que lo merece, pero no le voy a dar ese ascenso. El único que ha mandado generales en jefe ha sido el Libertador. Si yo lo asciendo a usted, mis enemigos van a decir que quiero parecerme a Bolívar, mandando a un general en jefe». López alcanzó el grado de general en jefe, muerto Gómez, tres semanas antes de abandonar la presidencia, en 1941, por decisión del Congreso. Ahora nuevamente tenemos un general en jefe, mandado por un teniente coronel que se resiste a asumir su condición de retirado. Contraviniendo los reglamentos, se uniforma frecuentemente fuera de las instalaciones militares, que son los únicos lugares donde un retirado puede vestir el uniforme. Así, al menos, lo hizo saber Raúl Salazar, cuando era ministro de la Defensa y el comandante se endosó el battle dress por primera vez.