Una Caracas «abandonada» busca sin éxito rescatar su agenda pública cultural
Más de la mitad de la población del planeta vive en ciudades y para 2050 esa proporción pasará a un 80%. A fin de resolver los retos que eso supone de manera conjunta, y considerando la creatividad y el desarrollo sostenible como factor principal, la Unesco promovió la Red de Ciudades Creativas. Que Caracas fuese sumada a ese sistema podría suponer un aumento de su oferta cultural y de la generación de empleo en los sectores creativos involucrados
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) creó hace casi dos décadas la Red de Ciudades Creativas con el fin de promover a las industrias culturales como motor de progreso local de las metrópolis del mundo, partiendo del trazo de estrategias de desarrollo urbano sostenible para lograrlo.
Cada año, aproximadamente desde mediados de junio, la agencia ONU abre una convocatoria para que las alcaldías inscriban a sus capitales en el concurso, cuyos lineamientos establecen que las mismas deben ser «representativas» en alguno de los siguientes ámbitos creativos: artesanía y arte popular, artes digitales, música, cine, gastronomía, literatura o diseño.
Este 2022, la alcaldesa de Caracas, Carmen Meléndez (Partido Socialista Unido de Venezuela), electa para el cargo en noviembre de 2021— anunció que postularía a la capital venezolana en dicho certamen, tras haber sido «convocados» por la Unesco para hacerlo.
La @UNESCO_es nos ha convocado a sumarnos a su iniciativa para que Caracas sea reconocida como Ciudad Creativa en el año 2023, y para ello hemos sostenido un encuentro de trabajo en el que revisamos los requisitos necesarios para ello#11Jun pic.twitter.com/3HkZeWzjX5
— Carmen Meléndez (@gestionperfecta) June 11, 2022
La gran interrogante que surge a partir de esto es: ¿cumple Caracas con los requisitos exigidos, siendo que en los últimos años ha vivido un proceso involutivo que ha desdibujado la actividad cultural como estrategia de progreso social y económico?
Para Melín Nava Hung, del comité académico de la Maestría en Gestión y Políticas Culturales de la Universidad Central de Venezuela (UCV), en Caracas «estamos raspados en manejo de patrimonio cultural».
En la ciudad —que navega entre la desigualdad y el estado del disimulo, teniendo las gestiones chavistas que han pasado por ella los arreglos meramente estéticos como bandera, sin propósitos reales de regeneración urbana— se ofrecen recorridos en el casco histórico y se han recuperado algunas fachadas en el centro, pero, más allá de eso, solo existen iniciativas culturales aisladas que no están recogidas en una agenda de gobierno local, que debería situar la cultura como un elemento estructural de las políticas públicas.
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«Las ciudades creativas son una estrategia para dinamizar a las metrópolis en término de una economía dinámica. Hay un factor importantísimo que a ellas las define: su carácter innovador. Yo creo que nos falta mucho por hacer para poder aspirar a ser una. No solo es ofertar una serie de conciertos en la Concha Acústica o un paseo que se haga en Los Palos Grandes. Tiene que haber objetivos que orienten a las actividades en función de la agenda pública», explicó Nava, quien estuvo al frente de la Dirección de Cultura de la Gobernación de Miranda en la administración de Henrique Capriles Radonski (Primero Justicia).
En términos técnicos, Caracas no es una ciudad en la que la industria cultural sostenga el ejercicio de la ciudadanía. Sin embargo, Eduardo Burger, director creativo de la ONG Labo Ciudadano —dedicada a promover el respeto de los derechos humanos y la resistencia social no violenta a través de redes culturales locales —cree que la capital ya tiene ese título. Se lo ha ganado cada vez que en los últimos años «frente al abuso de autoridad, la ciudadanía se ha tenido que levantar a través del arte (…) para no dejarse coartar por el ejercicio de poder».
Consideró que si existiese alguna medición de ciudad resiliente, sin duda, la nuestra obtendría el primer lugar. Pero, apartando el romanticismo y volviendo a los parámetros reglamentarios de la Unesco, «proponerla como ciudad creativa, o lograrlo, implica lesiones a los ciudadanos porque es una contradicción».
«No puedo levantarme como ciudad creativa haciendo daños a otros. Debe haber deliberación, que tiene que ser profunda para que sea sostenible; que repare los traumas terribles que ha sufrido el caraqueño; que existan garantías para que las agendas culturales se reanimen y haya recursos. El arte es una creación sin fin, una industria que tiene que ver con hacer redes, pero cuando tú las decretas, no son redes, son formas de hacer proselitismo».
Ejemplos sobre ello, sobran.
En la capital, así como en todo el país, el aparato propagandístico del chavismo se ha impuesto sobre la agenda cultural. En los carnavales de este año, tal y como lo reseñó Cazadores de Fake News, los consejos comunales y Comités CLAP —vinculados al oficialismo— regalaron disfraces de Super Bigote —el héroe inspirado en Nicolás Maduro— que fueron usados por múltiples niños en las actividades organizadas por la Alcaldía de Caracas para celebrar la festividad. ¿El trasfondo? Seguir divulgando su propaganda política, esta vez utilizando a los infantes.
Incluso, según denuncias en redes sociales, en la última Feria del Libro de Caracas, planificada por la Fundación para la Cultura y las Artes (Fundarte), adscrita a la alcaldía capitalina, repartieron panfletos de Super Bigote para ser coloreados.
Panfletos con fin propagandístico repartidos en un evento cultural organizado por la alcaldía caraqueña
Políticas culturales despolitizadas para el desarrollo local
Nava Hung cree que la cultura debe ser el elemento estructural de las políticas públicas en Caracas. Solo así se podrán integrar las industrias creativas y culturales a los planes de desarrollo local que, a la postre, permitirán la dignificación del trabajo del artista, el cual es considerado un oficio marginal por el colectivo caraqueño. Eso sí, el éxito de estos programas dependerá, a su vez, de la ejecución de estrategias de despolitización de prácticas artísticas y culturales dentro del plano comunitario, característico de la gestión cultural en Venezuela.
«Tienen que existir mecanismos para el desarrollo de las industrias culturales, espacios de divulgación de esos trabajos. Recordemos que con esta tendencia centralizadora se han venido limitando los espacios de promoción de los talentos. Y hay también un efecto fundamental para el desarrollo de estas industrias, que es la libertad de expresión. ¿Qué tendríamos que hacer? Rescatar instituciones culturales autónomas donde se promuevan concursos, exposiciones, diálogos, etc, donde se fomente el espíritu de cultura», comentó.
Para la también investigadora sobre patrimonio cultural, es importante que todo este proceso de recuperación cultural de nuestra ciudad esté anclado al tejer una consciencia colectiva común a todos que permita, además, la creación de una identidad cultural. Es de esa forma que podrá el caraqueño tener un sentido de pertenencia, que actualmente se ha desvanecido por los múltiples cambios —y también imposición— de símbolos que ha hecho el chavismo en la ciudad, derivando en políticas de integración cultural de carácter «cosmético».
«Otras ciudades decretadas como creativas tienen sociedades en donde el trabajo de la cultura y mucho del quehacer de las industrias creativas gira alrededor de crear memoria cultural, con rasgos significativos de la identidad que diferencian a una ciudad de la otra y permite que una urbe pueda desarrollarse con respecto a otra. En ellas la memoria es medular. En ese sentido, nosotros no tenemos una ciudad donde la memoria pueda ser considerada de ninguna manera. Nuestro carácter de identidades colectivas se ha ido desdibujando, que son aspectos que le dan cohesión».
¿Qué beneficios le traería a Caracas ser nombrada como una ciudad creativa?
Más de la mitad de la población del planeta vive en ciudades y para 2050 esa proporción pasará a un 80%. A fin de resolver los retos que eso supone de manera conjunta y considerando la creatividad y el desarrollo sostenible como factor principal, la Unesco creó la Red de Ciudades Creativas. Que Caracas fuese sumada a la misma podría suponer un aumento de su oferta cultural y de la generación de empleo en los sectores involucrados.
«Al fortalecer la cadena de valor de las economías creativas locales, la red refuerza la cooperación con y entre ciudades creativas y ofrece oportunidades incomparables para que las urbes, a través de procesos de aprendizaje entre pares y proyectos colaborativos, aprovechen al máximo su capacidad creativa, que la tengan como activo, basándose en la diversidad y cohesión social, el diálogo intercultural y el bienestar de los ciudadanos», opinó Burger.
Y sí, para Melín Nava Hung resulta difícil creer que la Unesco haya hecho la propuesta a las autoridades de la administración chavista para la postulación de Caracas al certamen, pero cree que si logra entrar, se generaría en la ciudad un desarrollo armónico y sustentable que derivaría en un incremento del producto interno bruto con el desarrollo de industrias culturales con la producción de series originales, de teatro, festivales y otros espacios de encuentro de artistas y creadores que «ahorita no están y le hacen falta enorme a la ciudad»
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«Uno de los indicadores que demuestra esa carencia que tienen la sociedad caraqueña de espacios de este tipo es que entre los muchos emprendimientos que han surgido de forma orgánica están las galerías. Pero una galería privada, con todo y que tiene un carácter fundamental para la promoción del arte, no sustituye ni de cerca el rol que tiene un museo», puntualizó la arquitecta especializada en preservación del patrimonio cultural.
En Caracas han surgido iniciativas culturales particulares y de asociaciones de la sociedad civil para dar un «respiro» a los caraqueños. Sin embargo, el rescate de la agenda pública cultural de la ciudad pasa por un trabajo conjunto entre autoridades públicas, sector privado y la sociedad civil, en apoyo al arte y los creadores y a la participación cívica y cultural.
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