Una cultura fuerte: ni por suerte ni accidente, por David Somoza Mosquera
Twitter: @DavidParedes861
La cultura organizacional ha sido definida como el conjunto de valores, ideales, actitudes y objetivos que caracterizan a una empresa y, en muchos sentidos, se convierte en parte de su identidad. Esto obliga a que sea sólida, pero, sobre todo, fuerte. Y es a lo que debería aspirar toda compañía.
Lo anterior implica que la cultura organizacional no puede ser estática, tiene que adaptarse a los nuevos tiempos y actualizarse. Más ahora con el impacto que ha tenido en el mundo de los negocios la pandemia; fundamentalmente en las relaciones laborales y en el modo de asumir el trabajo y trabajar.
De allí que al estar compuesta por el cúmulo de creencias, principios y comportamientos de todo el personal que conforma una empresa, es clave que el talento humano también sea partícipe en su redefinición cuando así lo amerite. Esto es si el propósito de la compañía es consolidar una cultura organizacional dinámica.
De hecho, cada vez son más las empresas que se interesan por fortalecer su cultura organizacional, porque están conscientes de que es un factor decisivo para sus operaciones. La razón es que la cultura estimula la lealtad y el compromiso de los empleados, los impulsa a cumplir objetivos en común y sienta normas de comportamiento que les permite adaptarse, integrarse a los equipos y fortalecer las relaciones interpersonales.
No obstante, las empresas que tienen una cultura fuerte no lo logran por suerte ni por accidente y mucho menos lo dejan al azar. Sus líderes, gerentes y empleados impulsan todo el tiempo los fundamentos de la cultura de su organización.
Así que tener una cultura fuerte es un gran reto de disciplina. Se trata de una labor activa, que requiere de una comunicación diaria, donde líderes, directores y gerentes tienen el reto de marcar la pauta sobre el peso y el uso de la filosofía de la empresa; así como llevar adelante su puesta en marcha.
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Para lograr una cultura fuerte, los líderes necesitan verificar que los mensajes de la cultura sean comprendidos por todos los empleados. Sin ese entendimiento, no es posible que el talento humano se desempeñe con todo su potencial individual y grupal.
Aquí el liderazgo y la correcta gestión del talento humano son la clave para desarrollar las capacidades y habilidades de los empleados, crear equipos de trabajo altamente productivos, reducir el ausentismo y aumentar la productividad.
Este esfuerzo vale la pena, pues existen innumerables ventajas cuando se logra que todo el personal opere bajo los mismos principios y conductas. Alinear a todo el recurso humano hacia una misma dirección con una cultura sólida y estable es el primer paso para conseguir el éxito. Y, sin duda, el sueño de cualquier empresa…
David Somoza es especialista en temas de negocios y manejo de capital humano.
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