Una de optimismo…, por Marisa Iturriza
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A veces uno puede amanecer en “modo” optimista y debe aprovecharlo a como dé lugar, o sea contrariando lo que pueda ser insatisfactorio. Por eso nos alegramos mucho de que cuando fuimos a poner gasolina el domingo solo hicimos 3 horas y media de cola desde la mañana hasta pasado el mediodía. Mientras tanto, como con algo había que entretenerse, a falta de otra cosa, en una hoja suelta que encontré, leí (si la memoria no falla) que de junio 2013 a junio 2020 la economía venezolana perdió el 90%, derivando la producción petrolera al nivel de 1943 sin necesidad de ninguna conflagración bélica o una catástrofe natural cuando todavía nos faltaban como 2 cuadras para arribar al surtidor.
Llegamos. Obligatorio calcular cuánto pondríamos en el tanque para pagar antes de llenarlo. Alarma: Las tarjetas de débito no estaban en la lista de las aprobadas en esa estación, pero aceptaban efectivo en divisas ¡Estamos en Venezuela! ¿Y qué? En divisas. No se permite que otra persona pague ese consumo con otra tarjeta pero “pregunte a la muchacha de allá” y esa –finalmente– dijo que sí, solo pidió al pagador el N° de cédula, que pagara con su tarjeta en “el punto” que tenía, emitió el taloncito y salimos con gasolina importada satisfactoriamente complacidos a pesar de la cuarentena por covid-19.
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Estando en el camino, no estaba demás pararse en la dominical feria callejera de verduras y hortalizas que ya se estaba yendo para intentar regatear el tomate que remataban a Bs 500mil el Kg y eso que algunos estaban medio aporreados; el cambur a Bs 150.000,00, a Bs 700mil el “cartón” con 30 huevos y 200mil los ovni (objetos-vegetales-no-identificados) Jubilados y pensionados cobran poco más de un dólar al mes cuando se lo depositan y encima se espera que aplaudan.
El supremo líder aseguró que “ser rico es malo”… pero ser pobre es peor. O quizás, como pasa a veces a uno se le enredan las palabras y lo que quiso decir fue “ser malo es rico” practicado en el proceso con entusiasmo desbordante.
Optimismo (Larousse) Actitud de los que afirman la bondad fundamental del mundo o que el bien supera al mal. Tendencia a tomar las cosas en su aspecto más favorable, a confiar en el porvenir.
La experiencia aconseja disfrutar hoy por si el día de mañana no es tan bueno como este y que trabajemos unidos no por el futuro perfecto y lejano falazmente ofrecido, si no por uno próspero y bueno de verdad…
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