Una de Teodoro, por Omar Luis Colmenares
Yo tuve esa suerte durante tres años. En ese tiempo trabajé como jefe de Economía en TalCual
@omarluisc
En esta aventura que es el periodismo, no es frecuente la suerte de compartir con un jefe como Teodoro: un personaje con una vida de leyenda, un intelectual con la humildad de hacerte creer que eras tan culto o más que él, un tipo sencillo dispuesto a conversar con cualquiera de la redacción, contar vivencias y anécdotas, pedir consejos y opiniones.
Yo –disculpen la primera persona- tuve esa suerte durante tres años. En ese tiempo trabajé como jefe de Economía en TalCual y me pude enriquecer de las charlas –a veces breves- con Teodoro que, invariablemente, comenzaban con un “¿Qué hubo?”. “¿Cómo está la vaina?”. Era su saludo y todos en la redacción lo oían al llegar, porque no se andaba con la tontería de bajarle el volumen a su vozarrón.
Cuando preguntaba cómo está la vaina no se refería a qué propuesta noticiosa tenía para el día, eso no era su problema en ese momento, él confiaba en lo que uno estaba haciendo y el producto lo veía después, a la hora del cierre, se trataba de un cómo está la vaina general, un cómo está la vaina para oír consideraciones, comentarios, opiniones que le permitieran reflexionar y abrir un debate al que se iban incorporando todos los compañeros de la redacción. De ahí, muchas veces, sacaba temas para sus editoriales.
Y era sobrecogedor ver como llegaba a pedir que le revisaras el editorial, a preguntarte qué te parecía y que si el título te gustaba, él, nada menos que uno de los más importantes pensadores venezolanos del siglo XX, una figura que le picó adelante al eurocomunismo, que hizo calentar al mismísimo Brezhnev y que, por si fuera poca su trayectoria política e intelectual, marcó pauta en el periodismo de este país
Es muchísimo más lo que se puede escribir sobre este personaje admirable. Pero, para recordarlo con la dosis de humor que él le imprimía a sus charlas enriquecedoras, me permito referir una de las anécdotas que nos contó durante una de esas inolvidables tardes en Tal Cual:
“Un día, durante la campaña de 1983, después de un largo recorrido por el estado Sucre, en un pueblito –del nombre me olvidé yo- que queda pasando Carúpano la gente nos salió al paso al grito de ‘Teodoro, Teodoro’ y ‘Sí Podemos, somos MAS’. Estábamos agotados pero el equipo de campaña decidió que nos paráramos y les dirigiéramos unas palabras. Me bajé del carro, me monté en un muro, les hablé y seguimos. Después de las elecciones, apesadumbrado por la tunda que nos dieron, tuve la curiosidad de ver cómo habíamos salido en el pueblito. Ni un voto«.
“Okey. Durante la campaña de las elecciones siguientes, en 1988, hicimos un recorrido similar y al pasar Carúpano, la gente del pueblito nos volvió a salir al paso con la misma euforia. Otra vez veníamos agotados pero entonces fui yo quien exigió que les habláramos. Me bajé, me monté en el volteo de un camión viejo y les dije: miren, ustedes saben cómo es la vaina, la verdad es que ustedes son bien coños de madre. Y les recordé porqué”.
Hasta luego, Teodoro. Te recordaremos siempre