Una enfermera venezolana encara al coronavirus en Florida

Sasha DeCesare tiene 34 años, tres hijos, es venezolana y enfermera. Desde hace dos semanas no volvió a dormir más en su casa, y ahora lo hace en un hotel cercano al Convention Center Orange County de la ciudad de Orlando, Estados Unidos, desde donde atiende a pacientes con covid-19. Esta venezolana forma parte de un grupo de 25 enfermeras que trabaja en este centro siete días de la semana, sin tomar ni un solo día de descanso
Sasha DeCesare se graduó en 2006 en la Universidad Central de Venezuela. Al año siguiente se mudó a Estados Unidos, estudió inglés, sacó su licencia para trabajar como enfermera en el estado de Florida y desde 2012 presta sus servicios en diferentes hospitales de Orlando.
«Desde el 20 de marzo de 2020 mi vida cambió por completo», dice. Ahora, todos los días llega a las 7:00 am al Orange County, desde ahí prepara lo que será su jornada de trabajo y se dispone a trabajar con una máscara que le cubre la boca y la nariz, otra que le cubre todo su rostro para proteger sus ojos, se coloca guantes y una bata. Instrumentos a los que se aferra más que nunca para evitar la infección del virus.
A lo largo de su jornada de trabajo le toman la temperatura tres veces al día para monitorear si tiene fiebre o no. Las medidas de higiene las ha tenido que extremar por sus dos hijas pequeñas y su esposo. “Al salir de trabajar desinfecto todo, hasta las manillas de las puertas de mi carro, al llegar a casa me quito la ropa, la meto en la lavadora, me meto a bañar directo, y después es que puedo saludar y tocar a mi familia”, asegura. Solo puede estar cuatro horas en su hogar, pues debe ir al hotel donde el personal médico pasa la noche.
Desde hace dos semanas sus hijas, de tres y cinco años, están al cuidado de su esposo. Sasha llega alrededor de las 7:00 pm a su casa, en donde tiene la oportunidad de darle la cena a sus hijas, leerle un par de cuentos y acostarlas a dormir. Luego ella se va.
En el ojo del huracán
Ni a Sasha ni a todo el personal médico que trabaja en Estados Unidos le ha tocado fácil a lo largo de estas últimas semanas. La Universidad Johns Hopkins informó que hasta el 3 de abril se registraban 257.773 casos confirmados de coronavirus en Estados Unidos, más que cualquier otro país del mundo. Florida es el quinto estado con mayor cantidad de contagios, más de 9.585 personas infectadas y 163 muertes.
La venezolana cuenta que desde febrero los hospitales donde ella trabajaba empezaron a tomar previsiones en cuanto al uso de las mascarillas, guantes y batas asignando una cantidad fija por persona al día y luego a la semana. «Si caemos nosotros, ¿cómo vamos a cuidar de los demás?».
DeCesare lamenta que el tema en Estados Unidos se haya politizado y que durante las primeras etapas del virus muchos aseguraron que se trataba de una matriz que los medios de comunicación estaban intentando posicionar. “Lo que está pasando es grave, muy grave, y todos debemos tener conciencia de esto. Las personas deben mantenerse en sus casas y respetar el distanciamiento social”.
Orange County, donde trabaja, se trata de la cuarta localidad del estado de Florida con mayor número de casos confirmados, según la Universidad Johns Hopkins. Al principio, el trabajo de esta enfermera era hacerle el examen solamente a bomberos, policías, personal de la salud y personas mayores de 65 años. Sin embargo, ahora se les hace pruebas a aquellos que presenten síntomas, los que hayan viajado al exterior, estado en un crucero, tengan enfermedades crónicas o hayan viajado a estados como Washington o Nueva York.
Dos idiomas, mucho trabajo
Hablar dos idiomas a Sasha le ha traído innumerables recompensas y agradece poderlo hacer. Anteriormente en el lugar donde trabaja había solo cuatro enfermeras que hablaban español, “pero lamentablemente hace poco una se contagió del virus y ahora somos tres”. En total, hay cuatro estaciones de trabajo y a lo largo de la jornada a ella se le duplica el trabajo porque tiene que atender tanto a los pacientes anglosajones como a los hispanos.
“En varias oportunidades mis compañeros se han disculpado conmigo porque me tienen de aquí para allá, corriendo, atendiendo a la mayor cantidad de personas posible. Yo siempre les digo que no tienen nada de que disculparse. Este es mi trabajo y lo hago con mucho amor. Hace poco atendí a una familia de venezolanos y cuando me oyeron el acento se pusieron a llorar”, recuerda.
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