Una historieta de la Quinta República, por Simón Boccanegra

Nadie podría negar que el general Alberto Müller Rojas es una persona con buena formación intelectual, con abundantes y sistemáticas lecturas entre pecho y espalda. Discurre con propiedad sobre temas políticos, sociológicos y militares. Se puede discrepar de él pero lo que no se puede ignorar es la densidad de sus argumentos. Hoy funge como uno de los grandes cacaos del PSUV y además se cuenta entre los principales integrantes del estado mayor del comandante en jefe de la FAN, que, por supuesto, no es otro que el propio Ego Chávez. Sin embargo, ¿es el general Müller Rojas un hombre políticamente confiable? Para los chavistas la pregunta no debería ser ociosa.Ya se sabe que sólo los estúpidos no cambian de opinión, de modo que, en principio, que el general Müller sostenga hoy criterios políticos diferentes a los de otras épocas no es objetable. Simplemente cambió. Pero lo que mueve a desconfianza es cómo manejaba sus antiguos puntos de vista. Se recordará que fue gobernador de Amazonas, designado por Jaime Lusinchi para ocupar tal cargo (en aquella época todavía los gobernadores no eran elegidos y Lusinchi nombró como gobernadores a los secretarios generales de AD en cada estado). La excepción fue Müller. ¿Cómo llegó a esa posición? En una reunión social anterior, alguien señalando a Müller le dijo a Lusinchi: «Este no es de los nuestros; Müller es `morado’» (en alusión al color electoral del MEP. El general saltó como un resorte.»Esas son vainas de mis enemigos, Presidente; yo soy más adeco que Rómulo». Pocos días después de esta homérica jalada apareció en Amazonas como gobernador. En otros tiempos a esto lo llamaban oportunismo. Ahora tal vez se le considera una treta revolucionaria.