Una política de centro, por Simón Boccanegra
El MAS pareciera que se está reencontrando con su pasado y con la cultura política que le es propia. Atrás parecen estar quedando los tiempos en que se embarcó en la suicida política de recuperar las sepultadas charreteras del ultraizquierdismo. De nuevo recupera su espacio natural, un poco a la izquierda del centro, que es desde donde puede ser más útil al proceso del cual forma parte. Este país necesita casi desesperadamente una política de centro, que contribuya a despolarizarlo y a desarmar los espíritus extremos. Una sociedad dividida en dos bloques, que sólo dialogan como sordos, es una sociedad que amenaza su propia vida democrática. Para el bloque gubernamental es cada vez mayor la tentación de apelar a las medidas de fuerza y entre sus adversarios crece el deseo de la patada al tablero. De allí la importancia de una conducta política que haga valer los fueros de la búsqueda de acuerdos y del respeto democrático por el adversario político. En un país como el nuestro, donde la oposición partidista es tan precaria, el rol de un partido, para el caso el MAS, que desde el seno de la propia alianza gubernamental trate de frenar el sectarismo y la intolerancia, no debe ser subestimado.