Vainitas antiestresantes, por Simón Boccanegra
Chacumbele es tan maula que a los profesores, los enfermeros, los trabajadores de Guayana y decenas de otros sectores a los cuales no les pagan o les tienen congelados los sueldos se suma ahora un nuevo luchador social lesionado en sus derechos: el ex presidente Zelaya. Chacu le dio una chamba en Petrocaribe, pero el hombre aduce, en declaración para La Jornada, de México, que el cargo no era honorífico sino remunerado, pero desde que lo nombraron no ha visto un centavo de los veinte mil dólares mensuales que le prometieron como sueldo. Dice que ya no tiene con qué comprar más sombreros. Cuidado y no lo vemos dentro de poco en huelga de hambre en uno de los pasillos de la Asamblea Nacional, reclamando lo suyo. Por otro lado, Chacumbele criticó a los países que gastan dinero en armas en lugar de darle agua a sus pueblos. Así como lo leen. El cuarto comprador de armas en América Latina, el mejor cliente de Rusia en esa materia, que ha gastado una boloña de plata en Kalashnikovs, Sujoys, corbetas españolas, etc., habla como si los que lo estuvieran oyendo no lo supieran o fueran estúpidos. Por eso se le multiplican las Maigualidas González en los barrios. Ya no le creen ni el credo. ¡Dígame cuando salió con el chistecito de que el capitalismo había acabado con la vida en Marte! Para acabar con Venezuela no hace falta el capitalismo; con Chacumbele basta y sobra. En otra de las suyas elogió la belleza de Venecia y remató su evocación diciendo que «¡le encantaba el sur de Italia!» Raspado en Geografía.
