Vamos bien y estaremos mejor, por Simón García
@garciasim
En dos meses el proceso de cambio ha experimentado avances extraordinarios. Por primera vez en décadas el régimen está en modo defensivo. El reconocimiento mundial del presidente (e) Juan Guaidó y el consentimiento popular anulan la legitimidad de Maduro y aumentan las condiciones para su desplazamiento pacífico. La razón constitucional reposa en la Asamblea Nacional.
El cambio no tiene vuelta atrás porque esta lucha es por la libertad y la existencia humana. Si no cesa la usurpación, serán muchos los que no podrán dar comida a los suyos y los niños, ancianos y parturientas que van a morir. La defensa de nuestras vidas es el argumento de este combate.
El 23 no pasó la ayuda humanitaria. Un hombre, cegado por sus privilegios, movilizó paramilitares y obligó a la GN a involucrarse en una masacre en Ureña y San Antonio y contra el pueblo Pemón. El crimen contra una población civil desarmada indignó al mundo y acrecentó la determinación de lucha de los venezolanos.
Es cierto. El “si o si” asomó pasajeramente el voluntarismo de una vanguardia de pocos y levantó expectativas sobre una fecha, en vez de crear conciencia y organización en torno a un proceso. Ese coletazo de extremismo ya ha sido superado por el propio presidente Guaidó, cuyo manejo global en los acontecimientos fronterizos reafirmó su liderazgo.
Se ampliaron escenarios en los que el cese a la usurpación pasa a ser, fundamentalmente, un hecho nacional. Las medidas internacionales apoyo decisivo para que la voluntad de un usurpador no prive sobre el destino del proyecto político que desvirtuó, la misión de la FAN y el interés de la nación. Solos no podemos.
La lucha no es entre la cúpula usurpadora y los EEUU, cuyo gobierno ha brindado una solidaridad activa y necesaria a la causa democrática. Pertenece a los venezolanos, lo cual incluye al chavista que desea pan y libertad y a los dirigentes del PSUV que decidan participar en un entendimiento nacional para reconstruir al país.
No se trata de cambiar una hegemonía autoritaria por una democrática, ni de restaurar modelos antiguos aplicados en el país. Reconquistar la democracia es recomponer instituciones y mercado con una visión donde el combate al populismo asegure derechos y deberes a los sectores empobrecidos o excluidos del trabajo en estos veinte años.
La inminencia de intervención extranjera para ingresar la ayuda humanitaria, usado como recurso para forzar la negociación, la manipuló el régimen para engatillar la incorporación de nuestra Fuerza Armada al cumplimiento de su misión institucional. Ya la comunidad internacional la ubicó fuera de lo deseable y prioritario.
Si mantenemos la unidad, la movilización pacífica y el llamado a que la FAN, empleados gubernamentales y las organizaciones oficiales de control comunitario actúen a favor de la Constitución y de la voluntad del soberano, estaremos mejor.
El peligro mayor es que Maduro pase del autoritarismo al totalitarismo, del control del Estado al control represivo de la sociedad. Atornille las invasiones invisibles y consentidas, como la cubana.
La monopolización de la política por intereses parciales es el pasado. Un objetivo de la transición es empoderar al ciudadano frente a este gobierno y frente al Estado que viene.