¡Vaya democracia participativa!, por Simón Boccanegra
El difunto Polo Patriótico sale de la morgue con el nombre de Bloque Patriótico. La manía nominalista que caracteriza a esta «revolución» que no hace sino cambiar nombres para mejor mantener vino viejo en odres nuevos, nos presenta el mismo musiú con diferente cachimba. Claro, es un bloque cojitranco. Ya no se sientan en el presidium Felipe Mujica ni Leopoldo Puchi. Tampoco aparece Pablo Medina. Está el viejo Miqui, más viejo y cansado todavía, pero no está Pancho Arias. Está Willian Lara, el prócer de dicción perfecta, como la de Morales Bello, pero no está Urdaneta Hernández. En fin, cambia el decorado. Salen y entran figurantes. Lo único que no cambia es la voluntad autoritaria del jefe de la revolución participativa y protagónica ni la obediencia perruna de sus revolucionarios seguidores. El jefe ha sido autorizado por el soberano, en una consulta seguramente tan amplia como la que se hizo para las leyes de la Habilitante, para designar él solito, sin fastidiosas elecciones de base ni aburridas reuniones de CTN o como se llame ahora el cónclave de eunucos que funge de dirección, a los dirigentes del bloque. Es difícil saber qué es más detestable, si la arrogancia del jefe o la mísera obsecuencia de sus esclavos.