Venezolanos buscan terapias alternativas para hacerle frente a secuelas del coronavirus
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Varios médicos venezolanos están abiertos desde hace años a utilizar tratamientos alternativos debido a la endémica escasez de medicamentos y sus elevados precios
Si bien el coronavirus no ha azotado con tanta fuerza a Venezuela, como sí lo ha hecho en otros países suramericanos, los venezolanos ya afectados por el covid-19, una vez superados los síntomas de la enfermedad, han empezado a buscar buscar terapias alternativas para hacerle frente a las secuelas que deja la enfermedad.
Acupuntura, ejercicios de yoga y ozonoterapias han sido el tratamiento terapéutico más usado para recuperar la movilidad, habilidad motoras y enfrentar dolores. En medio de un vacío de información científica sobre la eficacia que estas puedan tener para recuperar y reconstruir un cuerpo en forma, varios pacientes han resaltado su efectividad, porque les ha ayudado a mejorar su calidad de vida, en un contexto post-coronavirus.
El albañil caraqueño Henry Alexander Guerrero contó que quedó postrado en una cama durante más de cinco meses tras contraer covid-19. Nada parecía ayudarlo a recuperar la fuerza de sus músculos, no podía valerse por sí mismo y temía que jamás podría volver a estar de pie.
“No me movía nada”, dijo luego de levantarse sin apoyar las manos. Aseguró que era la primera vez que lo hacía y que ocurrió tras cuatro meses de terapias alternativas que incluyeron desde la acupuntura hasta los masajes terapéuticos. Con emoción, contó desde el hospital Miguel Pérez Carreño que «ya estoy bien», gracias a la ayuda de un médico cirujano del centro asistencial, Juan Mario Montecinos, quien desde que comenzó la cuarentena en marzo de 2020 recorre los centros de rehabilitación instruyendo a los médicos y dirigiendo prácticas de una docena de técnicas de acupuntura para los pacientes que tuvieron el virus.
Tras contraer coronavirus, muchos pacientes deben recorrer un largo y tortuoso camino para recuperarse de los efectos que la enfermedad suele dejar en los pulmones, el corazón, los riñones y el hígado, así como las afecciones en la médula espinal y una serie de trastornos neurológicos.
Febe Raquel Aular, una cirujana de 37 años especializada en terapias complementarias y coordinadora del plan para la atención de pacientes con secuelas del nuevo coronavirus en 44 centros de salud de Caracas, dijo que allí utilizan la acupuntura y los tratamientos con ventosas, la fisioterapia, los ejercicios respiratorios y los masajes.
“Yo enseño en Europa y en algunos países de América Latina muchos estilos de acupuntura”, dijo Montecinos, que quedó atrapado en Venezuela, al no poder regresar a España por el decreto de confinamiento por la pandemia. Para Montecinos, al principio integrar ambos abordajes terapéuticos no fue fácil. Primero fue necesario sortear las dificultades para enseñar a los médicos el proceso fisiológico que sucede cuando se aplica la acupuntura, explicó el médico.
Las autoridades “tienen el control a través de la vacunación y todo el protocolo que tienen para el covid-19 y nosotros dijimos: ‘vamos a ocuparnos ahora de los efectos secundarios’”, dijo Montecinos.
Venezuela, que desde octubre ha formado parte de las pruebas de la vacuna Sputnik V, suscribió un contrato en diciembre con Rusia. La vacunación comenzó el 18 de febrero, cinco días después del arribo del primer lote de 100.000 dosis de la vacuna rusa y que representan el 1% del total de 10 millones acordadas inicialmente entre los gobiernos de Caracas y Moscú.
La semana pasada el presidente Nicolás Maduro informó que habría invertido 200 millones de dólares en las 10 millones de dosis que deben estar en el país en abril, cuando se prevé que Venezuela estará en condiciones de desplegar una campaña de vacunación masiva y no sólo para la población de hospitales, e incluso diputados y funcionarios públicos que Maduro informó serían prioritarios en esta primera fase de inoculación.
Los médicos venezolanos están abiertos desde hace años a utilizar tratamientos alternativos debido a la endémica escasez de medicamentos y sus elevados precios, por lo que el gobierno de Maduro encontró un terreno fértil para impulsar varias iniciativas médicas «naturales», entre ellas las «goticas milagrosas José Gregorio Hernández», cuya eficacia médica no ha sido comprobada por ningún organismo como la Organización Mundial de la Salud.
En Venezuela, según sostienen los expertos, el bajo número de casos respecto de otros países de la región, más allá de la adopción temprana de la cuarentena, se debe en buena medida al aislamiento que vive el país después de años de crisis política, económica y social. Mientras en el tratamiento de las secuelas se adoptan nuevos procedimientos y se descartan otros, pacientes como Yelitza Marcano, de 35 años, se muestra complacida.
“No podía acostarme boca abajo, no podía respirar”, dijo la mujer que ha arrastrado problemas respiratorios durante casi un año y un tiempo después de contagiarse sufrió una fisura en el pecho producto de las inflamaciones que le provocó el nuevo coronavirus.
“Me costaba respirar, no podía caminar mucho”. Pero aseguró que luego de someterse a una serie de terapias alternativas logró inflar un globo, algo que le causaba mucho dolor: una pequeña conquista que muestra que sus pulmones comienzan a fortalecerse.