Automedicación se impone ante descalabro de hospitales y altos costos de la salud
Los altos costos de las consultas privadas y los seguros médicos, acompañados de las malas condiciones del sistema de salud público, exponen a los venezolanos a los peligros de la automedicación
Aceite de coco y otros ingredientes caseros, esta es la base del remedio que le prepara la hermana de Artemio Fermín una vez a la semana para untarse en el cuerpo y calmar la picazón que le produce una extraña enfermedad en la piel. A sus 74 años, el hombre vive con una afección cutánea que apareció hace cuatro años y que desde entonces se ha expandido por todo su cuerpo. La falta de recursos le ha impedido costear gastos médicos para conocer qué tiene realmente. Al principio, las molestias en su piel le abarcaban solo una pequeña área, pero con el pasar del tiempo se han expandido por todo su cuerpo, llegando incluso a afectar su cara, manos y hasta sus pies.
Datos de la Encuesta de Condiciones de Vida 2021 (Encovi) reflejan que las medidas de confinamiento implementadas a raíz de la covid-19 alteraron la cotidianidad de las personas y modificaron la exposición a ciertos riesgos relacionados con la salud, lo que influyó en la disminución de personas que reportaron recientemente tener problemas médicos. Pero entre quienes sí lo hacen «es bastante más común que no busquen atención, sino que se automediquen».
Este es el caso de Artemino Fermín, quien recurre a la automedicación ante la falta de condiciones económicas que le permitan ir a un especialista y hacerse todos los exámenes necesarios.
Trabajó en el sector privado como técnico en construcción civil durante toda su vida, con cierta comodidad economica. Pero ahora, como pensionado del Estado, recibe apenas siete bolívares mensuales, o lo equivalente a 1,5 dólares de acuerdo a la tasa oficial del Banco Central de Venezuela (BCV) para el martes 14 de diciembre.
Alguna vez obtuvo un diagnóstico en el Hospital Vargas de Caracas, pero Artemio Fermín no quedó convencido. En todo caso, el tratamiento ha sido imposible de cumplir. Un médico le recetó una cantidad de medicamentos y cremas que simplemente no puede costear. Forma parte del 83% de venezolanos que, según la encuesta Encovi, consultó un especialista médico y le fue recetado algún medicamento, y también engrosa la lista de ese 26% que no pudo cumplir con lo indicado.
Cundo logró reunir dinero de su pensión para comprar parte del tratamiento, no vio resultados. “No me sirvió, quizás porque tenía que usarlo por más tiempo, pero no podía. Yo no tengo más tratamiento ni nada, y yo digo que esto tiene que ser una enfermedad de la que solo me va a separar la muerte”.
2,1% de los encuestados para la Encovi 2021 manifestó tener alguna afección en la piel, mientras que el principal problema de salud registrado fueron los problemas de tensión y del sistema circulatorio (21.4%). A la par estuvieron los enfermos con tos, resfriados o gripe, mientras que los problemas estomacales y del sistema digestivo ocupan un 5,8% de todos los casos.
El hospital no siempre es opción
Nadie duda en Venezuela que los hospitales tienen poca capacidad de atender pacientes de manera correcta. No es inusual entonces que la gente evite ir a un centro de salud público ante el temor de no recibir la atención adecuada por las malas condiciones.
Datos de la Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi) 2019/2020 reflejan que el 74% de los ciudadanos prefería no acudir en búsqueda de atención médica a los centros del sistema de salud público, pero en este 2021 ese porcentaje subió a 81%. Las razones incluyen caída en la oferta del servicio y el temor de contagiarse de covid-19.
Entre quienes prefieren no acudir en busca de atención está Yajaira Granados, de 57 años. “Yo me automedico porque los hospitales en la actualidad no funcionan, no hay medicinas, no hay nada, no voy a ir para allá a salir peor”, dijo al explicar porqué ha decidido hacer de la automedicación su rutina.
La mujer trabaja como vendedora de chucherías en el terminal de Cartanal, en Santa Teresa del Tuy del estado Miranda, y aseguró haberse contagiado de covid-19 a finales de agosto. “Yo primero tenía una fiebre muy grande. Pasé dos semanas así, no me podía mover, ni parar de la cama, el dolor en los huesos era horrible. Yo pensé que me iba a morir”, pero no quería acudir a un hospital.
Finalmente, luego de varios días enferma y por insistencia de sus hijas, la mujer acudió a un centro de salud públic donde fue diagnosticada con covid-19 luego de que se le practicara una prueba rápida. “Ese médico que me vio me mandó unas inyecciones carísimas, que yo no podía pagar. Hasta saliendo me desmayé”.
A pesar de la indicación del galeno, Granados optó por seguir recomendaciones de algunos vecinos y decidió “conseguir un récipe” para poder comprarse un antibiótico. Ella misma determinó la posología, a partir de lo que había escuchado de terceras personas que comenzaron a usar este fármaco como respuesta al coronavirus.
Los antibióticos en Venezuela se dispensan solamente por prescripción médica y su venta es controlada. El 17 de noviembre la directora de la OPS, Carissa Etienne, advirtió que el uso indebido de antibióticos durante la pandemia ha sido contraproducente para la humanidad. Indicó que, varios países de la región han comenzado a presentar una ola de casos de resistencia a los antibióticos.
Los atibióticos atacan infecciones por bacterias y no por virus, como ha sido apuntado varias veces en distintas informaciones que trataron de hacer frente a la desinformación al respecto del uso de antibióticos frente al covid-19.
Nada de eso lo supo o lo quiso saber Yajaira Granados quien, como otros tantos ciudadanos, decidió intentar curarse en casa cualquier dolencia. “Yo compro ibuprofeno, aspirina, acetaminofén, voy a la farmacia y me las dan”, refiere sobre medicamentos sin prescripción. Y se aferra a una decisión: mientras ella pueda seguir “curando” en casa sus dolencias “no voy a visitar un hospital”.
Datos del Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF) destacan que durante el primer año de pandemia (marzo 2020-marzo 2021), el rubro identificado como «salud» en el que se incluyen consultas, exámenes, medicamentos, radiografías y tomografías, registró una inflación de 3.402,14%.
Laberinto para llegar al mismo punto
Estas dificultades de acceso a la salud abarcan a 97% de la población. Datos de la Cámara de Aseguradores de Venezuela dan constancia de que apenas un 3% de la población está asegurada con una empresa privada.
Esa minoría tampoco tiene todas consigo. Joan Chávez, secretario ejecutivo del sindicato de la Cantv en Caracas, una de las pocas empresas públicas del país que mantiene a sus trabajadores asegurados en el sistema de salud privado, catalogó como un “verdadero milagro” que una clínica o centro de salud privado acepte prestar el servicio a un trabajador de la estatal de telecomunicaciones.
Según refirió, apenas son dos las clínicas que acceden a atender a este personal en la capital, “entonces esas dos siempre están copadas, tú llegas y no tienes quién te atienda y es ahí donde empiezan a ruletearte”.
La respuesta de las clínicas es que «la empresa no paga», dice el trabajador. Ante ello, la opción de algunos es acudir al sistema público por lo que se encuentra con la misma realidad de los no asegurados: las dificultades que impulsan a más de uno a optar por la automedicación.