Venezolanos ven colapso de servicios públicos como un castigo del Gobierno
Muchos ciudadanos actúan desde lo emocional, coinciden los especialistas consultados por TalCual, quienes afirman que ante la molestia que genera en la sociedad el deterioro de la calidad de vida, es posible que la protesta o reclamo se haga desde el sentimiento y no desde el pensamiento objetivo
El colapso de los servicios públicos ha recrudecido la emergencia humanitaria compleja que padece la población. La escasez de agua y las constantes fallas en el servicio eléctrico han sacado a los venezolanos de lo cotidiano para llevarlo a situaciones extremas.
De ello puede dar fe Mónica Troconis. Residente de la urbanización Santa Paula, Caracas, para Troconis la administración de Nicolás Maduro ha castigado a su zona quizás por vivir allí evidentes detractores al gobierno o solo por ser del este capitalino. Prefiere no pensar si el pueblo se acostumbrará a la situación que hoy afecta a todo el territorio nacional. «Sería lamentable, porque irán quedando menos personas que apaguen la luz», expresó.
Aseguró que la situación en su zona ha sido grave, tanto así que la nevera se le ha dañado en tres ocasiones durante las fallas eléctricas del pasado mes de marzo y por esta razón su día a día gira en torno a pensar los riesgos de dejar el electrodoméstico sin alguien que lo supervise; además de vivir en constante ajetreo para aprovechar los 20 minutos diarios de agua a los que tiene acceso.
Nidia Arias también vive en Caracas, comenta que en su comunidad se comparte ese sentimiento de ser castigados por el Estado, solo por el hecho de ser de la zona este de la ciudad. Afirma que los apagones la hicieron conocer el temor de que su comida se dañe y hasta de no comer debido a que tiene cocina eléctrica.
«El tema del suministro de agua está fatal. Y se debe a que como el agua lo suministran también de otros estados (donde si hay racionamiento de luz) nosotros estamos perjudicados», detalló.
«Si te portas bien te premio»
Sobre esta sensación de castigo que expresan algunos venezolanos, el psicoterapeuta Yorgenis Ramírez aseveró que sí hay razones suficientes para que la gente tenga ese sentimiento. Argumenta que Venezuela tiene una cultura política partenalista y que gran parte de la ciudadanía relaciona la figura del Estado «con la del padre que los debe proteger».
A su juicio, la sociedad es víctima de un «condicionamiento conductual» y es por ello que se piensa en castigos a la hora de analizar el colapso de los servicios públicos. «Es una figura que en términos simbólicos se asocia con el padre, es decir, si el Estado me quita o me persigue en lo psicológico, es común sentir la reacción de castigo (…) te portas mal te castigo, te portas bien y te premio», expuso.
Castigo para todos
El sociólogo y profesor de la Universidad Centra de Venezuela (UCV) Amalio Belmonte, no está del todo de acuerdo con esta tesis. Cree que no es correcto decir que se castiga a un sector más que otro porque la crisis es global y por tanto afecta a todo el país. El especialista explicó a TalCual que si se va a hablar de castigo se debe aclarar que es total.
«No creo que este dirigido a determinadas zonas si afecta a un estado afectas al resto porque esto funciona como un sistema. No creo que sea un castigo para un grupo en particular sino para toda Venezuela porque esto es producido por la ineficiencia del Gobierno porque afecta a la matriz del sistema», dijo. Asimismo, sostuvo que en el interior del país la tendencia es que hay conciencia de que Caracas no es la razón por la que algunas zonas están en sequía.
Belmonte alegó que muchas de las personas que sufren los embates del colapso de los servicios públicos pueden perder la noción del asunto y dar lugar a que se cuelen mensajes que expresen rabia o no sean dirigidos con objetividad.
Para el especialista la carencia cada vez más aguda a la que es sometida el venezolano impacta significativamente su modo de vida, las relaciones, el trabajo y vida en sociedad, e induce a protestar y buscar causas. En este sentido cree que es posible que en esa búsqueda el individuo «se equivoque, cometa errores y a lo mejor la pasión lo ciegue»; es decir, la sensación de sentirte castigado en comparación a otras personas o zonas nace desde el sentimiento y no desde el pensamiento objetivo.
Condicionamiento operante
Vecinos de la parroquia Carlos Soublette, en el estado Vargas, tienen meses sin ver el agua llegar por las tuberías. Los residentes de la zona consideran que la situación se ha agravado por la ineficiencia del Ejecutivo.
Los habitantes del sector ahora buscan el agua en un hueco que cavaron frente al cementerio de Pariata, justo donde se encuentra un bote de un tubo matriz. Aunque desconocen qué zonas se surten de esta tubería, afirman que lo hace porque es la solución a un problema que el ejecutivo regional no ha resulto en mucho tiempo.
Para el especialista Yorgenis Ramírez, el gobierno desea crear un colapso y así generar respuestas emocionales negativas y positivas en las personas, porque «a tales estímulos, tales respuestas» y posteriormente «generar incentivos que den ilusión de armonía».
Millones de historias
En el Zulia abundan las historias de pesar a propósito de la falta energía eléctrica y agua. “El colapso de los servicios públicos ha sido una calamidad”, asegura Grisel García a TalCual. Afirma que el territorio marabino no ha podido salir de la depresión en la que lo sumergió el recrudecimiento de la falta de luz y agua.
Prefirió no responder al ser consultada si sentía que su estado estaba siendo desplazado o castigado por parte del Ejecutivo, pero sí sabe que la estabilidad del servicio básico depende de la zona. «Hay sectores que tienen hasta tres días sin electricidad y en otras es interdiario».
Amalia Calles, por el contrario, sí lo afirma y a través de su cuenta en la red social Twitter señala que «mientras al Zulia lo sigan castigando para darle luz a Caracas, cada vez que me llegue la luz voy a prender todo lo que tenga en mi casa así sea la lavadora sin ropa y hasta la secadora, planchas, tostadora todo lo que consiga hasta que entiendan a los zulianos».
La reacción se replica en otras partes del país. De hecho, muy cerca de Caracas, habitantes de los Valles del Tuy, Miranda, recuerdan que mientras ellos soportan hasta tres horas diarias sin electricidad, en la capital no sufren estas penurias.
De allí que el psicopedagogo Ramírez opine que se ha desarrollado un tema de la lucha de clases y es una manera de dividir, y distraer a la gente de los objetivos comunes.
«El discurso hegemónico ha sido de división, de revanchismo y de dirigir el odio a algunas sectores del país sobre todo a quienes disiden (…) El gobierno usa el condicionamiento operante para controlar la psiquis de la personas y que al final esas sensaciones se conviertan en estructuras mentales que terminan controlando la capacidad de acción y decisión», finalizó.
Cuando se le preguntó si el pueblo podría acostumbrarse a las carencias que vive el país, Amalio Belmonte opinó que esta situación puede generar reacciones de diversa índole. Estima que aunque en determinadas circunstancias las sociedades acuden a la indiferencia, en Venezuela ha ocurrido lo contrario pues «donde no protestaban ahora están protestando e incluso ahí es donde se ha acentuado la mayor represión y eso no ocurría antes».
Para el investigador social «frente a los fenómenos en muchas ocasiones la gente reacciona perdiendo la perspectiva del asunto» y en este caso, podrían olvidar que la situación es tan grave que nadie dentro de Venezuela está exento de sufrir los embates de la crisis. No obstante, afirma que un grupo importante de la nación sabe que el responsable es el Gobierno y que es un problema de carácter global.