Venezuela busca una oposición nueva, no reciclada, por Ángel Monagas

No se trata de reemplazar a los mismos de siempre por otros con viejos hábitos: el país espera algo radicalmente distinto.
Sumario:
El desgaste de los líderes tradicionales de la oposición y del chavismo ha generado un vacío de representatividad. Venezuela no espera una sustitución cosmética, sino una renovación real, como ha ocurrido en otras naciones donde nuevos liderazgos surgieron fuera del aparato político tradicional.
Cansancio, hartazgo y sospecha
Hay algo que es cada vez más evidente en Venezuela: el país no quiere más de lo mismo con otro nombre. No es solo una crisis de gobierno, sino también de oposición. Ya no basta con cambiar a María Corina Machado por otro rostro. Tampoco a Capriles, Rosales, Ledezma o Leopoldo López por figuras que repitan las mismas estrategias fracasadas, los mismos discursos desgastados, o la misma soberbia de creerse indispensables.
La gente no quiere un cambio de oposición. Quiere una oposición nueva. Y eso es otra cosa.
Este hartazgo, además, no distingue colores. En las bases chavistas también se vive una profunda desilusión con quienes convirtieron una revolución en un sistema burocrático, represivo y cerrado sobre sí mismo. La lealtad sin resultados ya no basta. Los viejos líderes, tanto del oficialismo como de la oposición, están bajo el juicio implacable de un país que ha aprendido a desconfiar.
No es un fenómeno exclusivo
Esta situación no es la única. Varios países han pasado por procesos similares, donde la vieja clase política colapsó moral y socialmente, abriendo paso a una renovación auténtica.
En El Salvador, por ejemplo, Nayib Bukele emergió desde un partido tradicional (el FMLN), pero rompió con él, construyó su propio movimiento, y canalizó el descontento masivo contra la vieja política. Su ascenso fue el síntoma claro de un pueblo que ya no creía ni en la derecha ni en la izquierda tradicionales.
En Francia, Emmanuel Macron, exministro del establishment socialista, creó un movimiento totalmente nuevo, La République En Marche, y en un giro histórico, venció a los partidos históricos que dominaron la Quinta República durante décadas. Lo hizo porque supo interpretar, antes que nadie, el deseo de cambio profundo, no solo de rostro, sino de enfoque.
En Ucrania, Volodímir Zelenski, un comediante sin experiencia política, se convirtió en presidente en 2019 tras prometer romper con la corrupción sistémica. Fue elegido no por su trayectoria partidista, sino precisamente por ser ajeno al sistema.
Estos ejemplos, aunque imperfectos, tienen algo en común: surgieron en contextos de vacío de credibilidad, donde los ciudadanos dejaron de confiar en quienes «siempre estaban ahí». Y cuando apareció alguien diferente, con otro lenguaje, otra actitud, y un mensaje claro, la gente supo reconocerlo y lo acompañó.
¿Y en Venezuela? ¿Quiénes serán?
No lo sabemos. Quizá estén hoy en el anonimato. Tal vez no pertenezcan a ningún partido. Pueden venir de movimientos sociales, del mundo académico, del sector empresarial, de comunidades religiosas, de universidades o de barrios olvidados. Lo cierto es que, cuando surjan, no necesitarán imponerse: la gente los reconocerá de inmediato.
Y ojo: no necesariamente tienen que ser «jóvenes» en edad. Se trata de tener una mente nueva, desintoxicada del pasado, sin las heridas, rencores ni alianzas secretas que enturbian la política nacional desde hace más de dos décadas.
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El país está escaneando
Mientras la vieja dirigencia se pelea por los restos de la política, el ciudadano común observa con cautela, espera algo distinto, analiza en silencio. La Venezuela de 2025 es más crítica, más exigente, más madura. No quiere un nuevo mesías, ni salvadores, ni caudillos. Quiere proyectos, transparencia, compromiso real.
Y cuando aparezca esa nueva oposición, ni siquiera hará falta presentarla con grandes campañas. Porque la autenticidad no necesita adornos.
Cierre: ¿Estamos listos para abrir el paso?
La pregunta ya no es si esos nuevos liderazgos aparecerán. Lo harán. La verdadera interrogante es:
¿Tendremos la madurez para abrirles paso cuando lleguen?
Porque si algo es seguro es que, cuando actúen, no habrá duda: ese será el verdadero cambio. Y entonces, sin necesidad de que nos lo pidan, los seguiremos.
Ángel Monagas es abogado y comunicador.