Venezuela socialista, ¿somos los más felices?, por Eduardo López Sandoval
Esta pregunta se la hace Miguel Ángel Santos. En artículo que se publicó hace algún tiempo en la sección opinión del portal Llanero Digital, el Medio del Llano Colombovenezolano. Por su vigencia lo desempolvamos…
Este escrito se refiere a Venezuela. Pero es que Colombia es también catalogada por estas serias mediciones internacionales como uno de los países más felices del mundo.
Venezuela y Colombia no sólo comparten el Llano, el joropo, la vaca y el caballo llanero, cuatro, maracas y arpa, y el queso llanero, y ese Medio del Llano, Llanero Digital, pero esto de compartir el único Llano del mundo, de ninguna manera es un asomo –tan siquiera– de intentar explicar a la felicidad y el Llano como causante, no.
No sólo competimos por las mujeres más hermosas del planeta, el coleo, el mejor café y chocolate, … Ahora nos medimos en el “felizometro” del mundo como los países mejor clasificados.
Felizometro. Esta palabra la inventamos cuando intentamos imaginarnos un equipo científico capaz de medir la felicidad de un pueblo. Aparato que no existe, por lo que no existe una palabra para designarlo. Recomendamos la lectura íntegra del escrito de marras, citamos una parcialidad: “Venezuela lidera el ranking de felicidad de Nationmaster.com, salimos terceros en felicidad en el World Value Survey de la Universidad de Michigan, y también aparecimos un par de veces en la edición anual de Guinness como el país más feliz”.
“Por decir lo menos, este es un resultado muy perturbador. Somos uno de los países con mayores índices de delincuencia a nivel mundial. Nuestros asesinatos por cada cien mil habitantes superan a Iraq y Afganistán. También tenemos la mayor inflación en el mundo, lo que representa un problema para las familias de menores recursos. Además, toda nuestra cotidianidad luce bastante atribulada: hay que peregrinar para sortear la escasez, nuestro sistema de transporte público es muy precario y se deteriora a diario, al igual que los servicios de luz y agua. ¿Es posible que seamos uno de los países más felices del mundo? ¿Qué miden y cómo lo hacen esos estudios? Todos están basados en entrevistas a un número significativo de personas acerca de su grado general de satisfacción o felicidad.
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Y quizás he aquí en donde está el detalle. Las preguntas toman a las personas de forma aleatoria y no están asociadas a ningún evento en particular. Quizás es eso, quizás seamos buenos (re)haciendo nuestra propia historia. Eso es lo que varios investigadores (Daniel Kahneman y Alan Taylor entre otros) han venido estudiando. En oposición al método «general», se ha ideado un sistema en el que se llama de forma aleatoria varias veces por día a una muestra representativa de personas, y se les pide que describan qué están haciendo en ese momento y cuál es su grado de satisfacción. Y aquí viene la mejor parte: la felicidad que cada persona revela en el momento de la actividad, a lo largo del día, tiene muy poco que ver con la felicidad que, antes o después del estudio, expresan en relación con su vida en general. Es decir, (…)”.
El articulista esgrime una hipótesis que tomamos para intentar explicar este problema binacional:
“Valdría la pena evaluar nuestra felicidad desde el punto de vista de la experiencia cotidiana. Es un paso que ya muchos países están dando a nivel mundial, reconociendo la importancia de la felicidad como valor, pero asociada específicamente a nuestra experiencia de vida (no a nuestros recuerdos). Tengo para mí la hipótesis de que de una evaluación así emergería una nación más homogénea. Quizás entonces podamos escoger en dónde enfocar nuestros esfuerzos de políticas públicas. Es un área en el que todo está por hacer.”.
Nosotros, desde esta orilla izquierda del río Guárico, en Calabozo, la capital del Llano Integral Colombovenezolano, nos aventuramos a lanzar el siguiente aporte.
En serio.
A quienes entrevistan siempre, –por supuesto–, es a los vivos. Quienes murieron en un ataque guerrillero en Cararabo, en el puesto militar de Venezuela, –orquestado por el ELN–, de Colombia, en el Estado Apure, o el que mató el militar porque se le pasó la tortura, o por el disparo a quema ropa en la manifestación, o los que mata el hambre o la falta de atención médica, o de medicinas, esos no hablan. Pero quienes sobreviven pierden la objetividad de la felicidad, son felices en tanto están vivos…, SOMOS LOS FELICES SOBREVIVIENTES los que respondemos las encuestas. ¿Por qué?: Porque estamos vivos.
Nota: Este artículo se refiere a la “felicidad” de Venezuela y la caricatura a la “felicidad” de Colombia. Es la misma “felicidad”, con las mismas comillas.